Compré estas tarjetas hace mucho tiempo, cuando Lucy tenía unos 7 meses. Estuvieron dando vueltas por la casa y lo máximo que Lucy hacía con ellas era meterlas en la boca y morderlas, aunque yo se las enseñaba y repetía lo que aparecían en cada una de las tarjetas.
A partir del año, comenzó a jugar más con ellas, a buscar su caja, abrirla y esparcir las tarjetas por el suelo. En muchas ocasiones ella te mostraba las tarjetas enseñando los dibujos. Le decías lo que era y te enseñaba la siguiente con mucha curiosidad.
Con unos 18 meses cuando nombrabas algo que aparecía en una tarjeta, de entre un grupo de varias sabía cuál era la correcta y poco a poco aprendía más objetos, animales, formas...
Son unas tarjetas muy versátiles y presentan la posibilidad de jugar de muchas maneras diferentes, no solo sirven para asociar la imagen con su nombre.
Se pueden colocar por grupos diferentes: por color de la imagen, por grupos de formas parecidas, por lo que nos gusta o no nos gusta... Haciendo varias preguntas sobre la misma tarjeta, el bebé puede descubrir aspectos diferentes y asociar unas con otras.
También hemos jugado a inventarnos un cuento introduciendo los objetos o personajes en la historia según iban apareciendo o Lucy las iba eligiendo. Indudablemente la gracia al contar la historia es importante para pasar un buen rato.
Estas 20 tarjetas con 40 imágenes son perfectas para la formación del lenguaje del bebé, son fáciles de manipular por su tamaño y grosor, y por ahora, no se nos ha roto ninguna. Todo un logro.
Las ilustraciones son bonitas y sencillas, de Xavier Deneux, el mismo ilustrador de otro libro que ya reseñamos "Un Día con Martín". Estas tarjetas son de la Editorial SM y las puedes encontrar aquí.