El atractivo principal de los juegos es la diversión, y ésta viene dada por la posibilidad de crear mundos imaginarios en donde la mente vuela por los más recónditos lugares, construyendo las reglas según convenga. Esta diversión lleva implícita una consigna bien definida la del aprendizaje. Realmente jugamos porque nos divertimos y en esa diversión también aprendemos y bastante más de lo que se puede imaginar. No en vano el cerebro humano desde el nacimiento hasta aproximadamente los doce años dispone de su mayor plasticidad para filtrar y retener conocimientos, pudiéndose alargar hasta la etapa de final de desarrollo físiológico del ser humano en torno a los veintitrés años.
Siendo el juego la mejor herramienta de la que dispone el ser humano para crear durante su infancia y juventud, ¿porque no ha de serlo igualmente durante el resto de etapas de su vida?. Es cierto que esa plasticidad para aprender y retener va disminuyendo considerablemente, como también es cierto que otras facetas del ser humano aumentan y se desarrollan con su crecimiento como es el caso de la empatía. Por tanto es bastante aconsejable que el ser humano nunca se olvide de que el juego es necesario en su vida diaria, es la mejor herramienta de la que se puede disponer para poder crear, gracias a la diversión que nos proporciona la acción.
Es necesario y urgente hacer un cambio en las mentalidades de la sociedad en cuanto a la forma de entender el trinomio juego más diversión más aprendizaje, en si mismas. Es justo por la educación recibida en las culturas judeo-cristianas en las que se rompe siempre la cadena de montaje al llegar al aprendizaje. Es como que al empezar a ser adulto es hora de aprender de forma seria, rigurosa, profesional y claro como no dolorida. Y es cada vez más gracias a la ciencia y a su necesidad de acercamiento al ciudadano de a pie, que se comprueba que las personas que han desarrollado y continuado su creatividad más allá de su infancia y su juventud, están bastantes más preparadas para enfrentar de manera coherente y sin exceso de sufrimiento los envites que trae consigo el vivir. El desarrollo de cualquier persona creativa de buscar soluciones a problemas creados, ocasionados o surgidos, le permite mirar con cierta sonrisa sincera el devenir diario de manera totalmente rigurosa, seria y absolutamente determinada.
La creación que permite el juego a través de todas sus infinitas acciones en cualquier actividad nos permite ser responsable de nuestras propias acciones al igual que del bienestar de los demás, nos permite regular nuestras emociones siendo uno mismo el que decide expresarla o guardarla, y romper cadenas que impiden ser competentes con los demás y no sólo con aquellos que por afinidad nos sentimos más allegados. Esto es aprender jugando.
Que el juego es el mejor método para desarrollar nuestra capacidad de aprendizaje es fácilmente demostrable y de ello se encarga la ciencia, nos proporciona la acción, la energía, el riesgo, la exigencia para seguir hacia adelante y poder enfrentar sin miedo pero con clara decisión los envites de la vida, y junto con la acción física es la mejor medicina que podemos darle a nuestro cuerpo para mantenerse en forma. "Nuestro cerebro para mantenerse en forma necesita desafío, exigencia, cambio, movilidad" (Shlomo Breznitz). Al igual que hacemos con nuestro cuerpo que nos preocupamos por él, nos cuidamos en dieta, en ejercicio, en mantenernos activos, del mismo modo cada vez nos estamos viendo obligados a cuidar a nuestra mente, para que esté activa y siga un funcionamiento lo más coherente posible. Para ello cada vez se están creando dentro de las disciplinas artísticas métodos que facilitan el aprendizaje de las personas que ya no son tan jóvenes a través de juegos.