Juguemos a enamorarnos… ¿aceptas?
No soy la chica que tiene el título de “novia”. Pero sí soy de la que te acuerdas un domingo por la tarde y con la que puedes hablar durante horas los fines de semana. No soy la que tiene sueños a futuro contigo. Tampoco soy a la que coges de la mano frente a tus amigos.
No intercambiamos regalos cuando la ¨relación¨ aumenta un mes. Tampoco soy a la que le abres la puerta del bar o a la que invitas a cenar o al cine. Pero si soy la chica con la que dices que en un futuro te verías; a la que describes cuando hablas de la clase de chica que quieres tener a tu lado.
Entonces, ¿qué somos?
Si soy yo quien siempre está ahí para ti, sin importarle en ocasiones tu mal humor, tu afán por “ganar” en todo, tus defectos y manías. La que te escucha, te apoya y te ayuda en tus locuras. Soy yo a quien le hablas de tus miedos o tus sueños y a la que le hablas de aquellas anécdotas que acontecen en tu vida. Soy la que no te juzga y hasta trata de comprenderte.
Soy yo con la que vas a comer o cenar, con la que te apetece tomar un café después de unos días sin verla, o con la que te vas de compras o pides que te aconseje. Soy yo quien tolera tus malos chistes, tus bromas pesadas y con la que a diario te ríes sin parar. Soy yo con la que te olvidas de que existe mundo ahí fuera.
Soy la chica con la que no te apena mostrarte sensible o temeroso, a pesar del muro infranqueable que le muestras al mundo. Soy con la que compartes malos momentos, o a la que abrazas cuando sientes que algo le ha molestado.
Soy esa chica con la que, aunque pelees, tu orgullo no soporta el dejarle de hablar. A la que buscas cuando el aburrimiento te parece intolerable.
La que siempre está disponible. La que nada te niega. La que nunca dice no. Esa, ¡SOY YO!
Soy tu fiel compañera de baile. Con la que bailas mil veces tu salsa favorita. A quien le encanta tu manera de bailar. La que te halaga y que siempre intenta motivarte. La que escucha todo lo que tienes que decirle. La que casi adivinó la historia de tu pasado con solo observarte. A la que se la contaste aunque fuera por encima. La que te vio los ojos humedecidos por esos recuerdos amargos que llevas contigo. La que conoce tus sonrisas, la que sabe que verte sonreír no siempre significa que estés feliz.
Soy la chica que nunca te reprocha ni te pide nada a cambio, ni siquiera explicaciones. La que te conoce casi tan bien como tú mismo, la que conoce tus gustos y adivina tu forma de ser. La que siente en el pecho un vacío cuando no estás con ella y algo malo te está ocurriendo.
Soy aquella con la que haces un montón de planes, inconscientemente, de los que al final supongo que te arrepientes. La que no para de decirte que quiere hacer cosas contigo, y sí, a la que le encantaría poder hacerlas todas. Soy a quien no te atreves a negarle que tú también las quieres hacer.
Y, ¿recuerdas quien soy también? Soy la chica a la que un día besaste y la que también te besó sin importarle nada más. A la que acariciaste una noche y recorriste con tus manos. Con quien dormiste con una sonrisa en los labios y a la que abrazaste hasta hacerla sentir que entre tus brazos estaba a salvo del mundo. La que no quiso que esa noche acabara jamás y a la que hiciste sentir como si te conociera de toda la vida.
Soy la chica que apostó por ti sin esperarlo.
Soy la chica a quien “te aferras” cuando otro chico se le acerca. Soy aquella por la que no luchas pero a la que tampoco deseas “perder”.
Con quien te da tanto miedo entablar una relación. A la que ¨sin querer¨ le has dicho –cariño-. Esa, SOY YO.
Y ni siquiera sé en qué momento llegamos a esto. De repente te habías metido en mis sueños, en mis deseos, en mi pensamiento. Quise alejarme pero siempre me traías de vuelta contigo y ahora el no tenerte como quiero es un castigo no merecido.
Sin duda alguna esto es amor. Pero por más que quiero no sé cómo cambiar la situación. Tu miedo –no sé exactamente a qué- a volver a fallar, quizás a perder lo que “tenemos ahora” y a que todo cambie, es tan grande… Pero yo, en realidad, lo que quiero es arriesgarme.
Contigo sí quiero intentarlo. Contigo sí anhelo caminar de la mano.
Las personas vienen y van, pero sin importar quien venga quiero que tú permanezcas a mi lado. Sin importar las dificultades a las que tengamos que enfrentarnos. Y es que una conexión como la nuestra no se encuentra en cualquier lado ni la tiene cualquier pareja. Probablemente nos cueste trabajo adaptarnos, el sentir que hemos entablado algo. Pero ¿y qué? ¿Acaso no vale la pena intentarlo? Yo estoy segura que sí.
Y es que nada me haría más feliz que verme junto a ti, ya no solamente como la amiga incondicional, a la que tienes como confidente, sino como la chica con la que te sientes orgulloso de salir a hacer cualquier cosa.
Pero si lo único que decides todos los días es que no deseas intentarlo, ¡nada va a cambiar!, excepto una cosa; me darás las armas para que yo me dé una oportunidad por otro lado y lo nuestro nunca pase de ser más que una mera amistad. ¿Eso es lo que deseas en realidad?
Te conozco bastante bien, tanto como para saber que no podrías verme con otro y preferirías no saber nada de mí. Pero tampoco te ves conmigo. Entonces lo que quieres es: “conmigo, pero sin mí”.
¿Y tú? En todo este tiempo no has encontrado a nadie más, pese a decir que estás buscando a esa “chica ideal”. Pero, en realidad, lo único que has hecho ha sido argumentar tonterías, fracasos, o sacar pegas de todas y cada una de ellas. El por qué, no lo sé. Pero si sé que es conmigo con quien deseas estar muchas veces, aunque no quieras o no puedas asumirlo todavía.
Y si me quieres, ¿por qué te da miedo jugártela?
Yo sólo necesito saber… ¿amigos o qué?