Hoy se ha celebrado en Valladolid la vista del juicio de Jennifer Sausa, una joven que con sólo 28 años lleva media vida aislada del mundo por padecer el síndrome de Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Su caso es, según el doctor William Rea, el mayor experto del mundo en el tratamiento de la SQM, uno de los peores que ha visto. La Consejería de Sanidad de Castilla y León sólo le concede un 39% de minusvalía. Su abogado, Francisco Almodóvar, del Bufete Almodóvar & Jara, exige que se le otorgue el grado máximo de discapacidad.
Paco me llamó esta mañana a la salida del juicio. Estaba indignado. El abogado de la Consejería, como si no corriera sangre humana por su venas, ha afirmado sin pudor que el caso de Jenni no encaja en el de una persona 100% discapacitada pese a que la joven vive aislada en una casa del desierto de Arizona, en una comunidad llamada Snowflake dispuesta sin tóxicos para personas que no aguantan la mínima cantidad de estos. Para ello se ha acogido a un Decreto de 1.999, cuya interpretación no ha hecho de manera flexible, pensando en las necesidades básicas de esta persona, como correspondería a un organismo público y ha obviado que existe un Documento de Consenso publicado por el Ministerio de Sanidad en 2011 que no sólo reconoce la existencia de esta enfermedad sino que emite consejos para tratar a las afectadas.
El abogado de la Consejería no niega que exista la SQM y que Jenni la padezca pero afirma que no se puede probar que está incapacitada (sic) cuando a ella le hubiera encantado volver a su tierra para estar en el juicio, algo imposible hoy si no quiere exponer su vida. La Consejería parece obviar el problema. No ha consultado con especialistas y es su obligación hacerlo, solventar sus dudas; tratar a Jenni no como un “caso”, no como una cosa extraña, un número más, sino atender sus necesidades humanas y sanitarias. Bucean en la ignorancia y cuando Paco le ha explicado todo por lo que está pasando Jenni, los documentos que avalan sus padecimientos, el abogado de la Consejería se ha puesto blanco como un fantasma pero no se ha conmovido lo más mínimo, no ha rectificado.
Las confianzas de Paco están intactas en que el juez sentencie a favor de la joven de Valladolid pues el caso está perfectamente documentado por informes médicos como los de Rea, que la atiende en su clínica de Dallas, del médico argentino también pionero en la asistencia a personas con SQM, Pablo Arnold o de psicólogos que dejan muy claro que Jenni no tiene problemas psíquicos sino que está completamente intoxicada y discapacitada para llevar una vida lo más parecido a normal.
El caso de Jenni es paradigmático. La joven representa a miles de personas que, en diferentes grados, padecen sensibilidad a los productos químicos tóxicos (un 15% en España, según los médicos especializados, un 5% de los cuales serían casos graves). El juicio de Jenni no es el primero ni será el último, vendrán más, muchos más por eso es importante que sobre todo las asociaciones de afectados emprendan una campaña de solidaridad y apoyo. Es la sociedad entera, incluidos los abogados de esa Consejería, la que está en peligro.