Revista Insólito

Juicios a las Brujas: el patriarcado que condena a las mujeres

Publicado el 02 septiembre 2018 por Redespress60

Los primeros casos de caza de brujas datan de 1450 en Europa, ya finalizando la Edad Media. Sus víctimas fueron mayoritariamente mujeres y han sido poco estudiados por los historiadores. Tomando desde la fecha indicada hasta 1750, que son los últimos que se registran, se calcula que fueron quemadas cientos de miles de mujeres acusadas de brujería. Esta matanza de mujeres tuvo un gran impacto en el desarrollo de países como Francia,Alemania, Suiza, Inglaterra, España e Italia, que empezaban a conformarse como Estados nacionales modernos…

Juicios a las Brujas: el patriarcado que condena a las mujeres

Tanto las naciones católicas que ejercieron una gran influencia en toda la Edad Media, como las protestantes (que empiezan a adquirir influencia a mediados del siglo XVI), enfrentadas por intereses económicos y políticos, se unieron para perseguir a las mujeres consideradas brujas. A pesar de que no se cuentan con los testimonios de las víctimas de la época, porque los juicios casi nunca eran registrados, se sabe que las acusadas eran mujeres rebeldes que cuestionaban las costumbres de la época.

La caza de brujas fue una guerra contra las mujeres, un intento coordinado de degradarlas, demonizarlas y destruir su poder social. Al mismo tiempo, fue precisamente en las cámaras de tortura y en las hogueras en las que murieron las brujas donde se forjaron los ideales burgueses de feminidad y domesticidad. Si Friedrich Engels señaló que la composición de la familiar nuclear en las sociedades donde hicieron su aparición el Estado y la propiedad privada, fue la “derrota histórica del sexo femenino a nivel mundial”, se podría decir que la caza y quema de brujas fue otra gran derrota para las mujeres, que se potenció hasta niveles insoportables en el capitalismo.

El origen

La creencia en los hechos se puede documentar en las grandes culturas del pasado. Las artes mágicas eran observadas de cerca en la época ya menudo se temía que se magia negra. Tanto en el Código de Hammurabi de Babilonia, como en el Antiguo Egipto se castigaba a los magos. Sin embargo, nunca llegó a una persecución masiva de presuntas brujas, como se realizó más tarde a principios de la Edad Moderna.

La Europa dominada por el cristianismo de hace mil años observaba con pánico la llegada del año 1000. En torno a este movimiento supersticioso se desarrolló toda una teoria, el Milenarismo, que contaba con tres pilares fundamentales y entrelazados: El Maniqueísmo que identificaba clara y nítidamente a los buenos y a los malos, sin término medio. Precisamente los buenos serían quienes se salvarían en el Apocalipsis, segundo pilar, que supondría un cambio radical del mundo en el que la maldad desaparecería de la Tierra, entrando pues en el tercer pilar del Milenarismo, el Retorno a la Edad Dorada, al paraíso perdido.

En 1184 se funda la Inquisición en el Languedoc (sur de Francia) para luchar contra la herejía del catarismo. El catarismo afirmaba una dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaba la salvación mediante el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material. Esta primera inquisición episcopal  fue sustituida por una inquisición papal en 1231. A pesar de que la creencia en la brujería es anterior incluso al cristianismo, no es hasta 1484 cuando el papa Inocencio VIII hace constar oficialmente la creencia oficial de la Iglesia católica en su existencia.

El Malleus Maleficarum es el más famoso de todos los libros sobre brujería, publicado en 1487, convirtiéndose en el manual indispensable y la autoridad final para la Inquisición, para jueces y magistrados, para sacerdotes tanto católicos como protestantes, a lo largo de los tres siglos siguientes a su publicación, en la lucha contra la brujería en Europa. El Malleus Maleficarum hizo accesible a un amplio público el concepto de la brujería demonológica, contribuyendo a la caza de brujas al atribuir autoridad y credibilidad a los procesos por brujería que ya existían.

Juicios a las Brujas: el patriarcado que condena a las mujeres

¿Quiénes eran las brujas?

Las brujas eran mujeres emancipadas, solteras generalmente, que vivían de elaborar remedios caseros. Mujeres que ponían en práctica conocimientos heredados sobre plantas medicinales o ungüentos caseros. Ciertamente, eran mujeres de mucha reputación en las comunidades locales a las que se acudía asiduamente cuando la medicina oficial era incapaz de encontrar soluciones. También fueron condenadas y ejecutadas mujeres que no tenían ninguna relación con la ciencia o la medicina. Hemos de tener en cuenta que hablamos de una época en la que el adulterio era delito, por lo que se sospecha que muchas mujeres fueron acusadas de brujería por hombres casados que temían su confesión.

Estas hechiceras conocían los secretos y problemas de todos sus vecinos, y la información era poder también en el año 1000. Las brujas vivían al margen de todas las convenciones. Para empezar, eran mujeres independientes, algo por lo general inaceptable en una sociedad en la que cada mujer debía tener un marido y depender de este; no es de extrañar pues que en base a esta concepción que no admitía la soltería femenina. La principal acusación contra ellas era por lo tanto la demonolatría, concentrada en la clásica Malleus Maleficarum o Martillo de Brujas.

Por otra parte, y en la misma línea transgresora, las brujas llevaban a cabo acciones poco ortodoxas… Sus remedios y soluciones se saltaban los límites permitidos a la ciencia por aquel entonces. Todo el mundo sospechaba que estas mujeres hacían cosas raras en sus casas… pero todos acudían a ellas cuando la necesidad les apremiaba, aunque fuese a escondidas. En este contexto, las brujas vivían un contínuo amor-odio. Mientras la comunidad viviese tranquila, las brujas también lo estarían. Pero sin embargo, cuando alguna desgracia se cernía sobre la localidad, ya fuese una epidemia, una plaga o cualquier otro grave contratiempo, los dedos de los vecinos apuntaban a la casa de la bruja, y así, aquel hombre que había acudido a la bruja para conseguir un remedio contra la impotencia, la mujer que buscaba un afrodisiaco o la madre preocupada por los problemas respiratorios de su hijo, eran los primeros en empuñar las antorchas.

Con la llegada del milenarismo las brujas estuvieron constantemente en el punto de mira, no era tiempo para andarse con rodeos, pero por aquel entonces la caza de brujas no estaba institucionalizada y se llevaba a cabo espontáneamente por las comunidades locales, por lo que es imposible conocer cuantas brujas fueron ejecutadas. El año 1000 llegó y no pasó nada. Desde entonces, el milenarismo ha renacido para volver a morir en múltiples ocasiones, siendo las brujas siempre las principales afectadas, obligadas a confesar bajo torturas reconocían el poder volar y el haber parido hijos de Satanás. Así ocurrió entre los siglos XVI y XVII en toda Europa.

En España la Inquisición se centró más en la persecución de herejes y falsos conversos, pero 59 mujeres fueron quemadas acusadas de brujería, 4 en Portugal y 36 en Italia… pero solo en el Sacro Imperio Romano Germánico se llevaron a cabo más de 110.000 procesos y 60.000 ejecuciones ya de una forma institucionalizada dejándonos cierta documentación y literatura, como el Gründlicher Bericht escrito en el siglo XVI por el teólogo calvinista Anton Praetorius en defensa de las brujas. Fue uno de los primeros en describir la situación terrible de los presos y en protestar contra la tortura.

Pero la fiebre de la brujería cruzaría el Atlántico para llegar a América, siendo el principal paradigma el caso de los Juicios de Salem en Estados Unidos. La última ejecución por brujería tuvo lugar en Suiza en 1782, en el cantón de Gladis, Anna Goeldi fue la condenada. El Parlamento suizo debate una moción que pide la reivindicación de Anna Goeldi, coincidiendo con la inauguración de un museo dedicado a ella. Fueron los últimos en Europa en ejecutar a una mujer por brujería. 

La caza de brujas se redujo a principios del siglo XVIII. En Gran Bretaña, su fin está marcado por la Ley de Brujería de 1735 . Pero esporádicos juicios por brujería seguían recluidos en la segunda mitad del siglo XVIII, el último data de 1782, aunque la última acusación se inició en Tennessee en fecha tan reciente como 1833.

Juicios a las Brujas: el patriarcado que condena a las mujeres

La  última bruja  de Europa

La alusión al nombre de Salem evoca la imagen de brujas, aquelarres, persecuciones y hogueras. Salem es sinónimo de persistencia, lucha contra el demonio, siembra de pánico, puritanismo, pócimas, locura errática e intolerancia. Pero hay otras muchas historias que también merecen ser recordadas.

Como decíamos anteriormente, la última ejecución por brujería tuvo lugar en Suiza hace poco más de 200 años.  Anna Goeldi llegó al cantón suizo de Glaris en 1765 para trabajar como sirvienta para Jakob Tschudi, magistrado y figura política en ascenso. La relación entre empleada y patrón tomó un ‘camino ilícito’… hasta una mañana en que, de acuerdo con las fuentes históricas, apareció una aguja en la leche de una de las hijas de Jakob. Dos días más tarde aparecieron más agujas en el pan, y las sospechas recayeron sobre la sirvienta. A pesar de que ella defendió su inocencia, la expulsaron de su casa, la acusaron de brujería, fue torturada y condenada. Dos semanas más tarde fue decapitada con una espada en la plaza pública.

Anna Goeldi tenía una relación amorosa con Jakob Tschudi y cuando  fue expulsada de la casa, amenazó con revelarlo todo, al ser el adulterio delito, Jakob pudo haberse visto seriamente perjudicado. La procesada no sabía leer ni escribir, sufrió interrogatorios día y noche por parte de las autoridades políticas y religiosas de Glaris. Ella insistía en su inocencia, pero fue torturada; se le colgó de los pulgares, se le ataron piedras a los pies.  Al fin, bajo tortura, confesó toda suerte de estereotipos: que se le apareció el diablo en forma de perro negro. Que las agujas se las había proporcionado Satanás. Una vez terminada la tortura, ella se retractó de su confesión. De nuevo se le torturó brutalmente para que volviera a admitir su ‘culpabilidad’.


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