JOSÉ DE SEGOVIA
Dicen que “el camino más corto para encontrarse a uno mismo da la vuelta al mundo”. El personaje de Julia Roberts inicia un viaje así en busca de su propio equilibrio, tras separarse de su marido e intentar hablar con Dios en Come, reza, ama. La película es una adaptación del libro de Elizabeth Gilbert, que narra su itinerario personal por Roma, India y Bali durante un año, para “encontrarse a sí misma”. Come, reza, ama presenta una mirada turística a la frustración sentimental, que encuentra en la meditación oriental, si no la panacea, por lo menos un aceptable placebo para nuestra insatisfacción existencial.
La literatura de viajes se une aquí al manual de autoayuda, que busca en los mantras orientales la manera de encontrar armonía, hasta que aparezca el anhelado príncipe azul. Puesto que la película en realidad no trata tanto del descubrimiento personal, como del envejecimiento y sus crisis. No es casualidad que sea la Novia de América –una Julia Roberts que atrae tanto al público masculino, como se identifica con ella el público femenino– que se pregunta qué ha sido de nosotras, ante el desencanto del paso del tiempo que trae la crisis de los cuarenta.
Puede leer aquí el artículo completo de este escritor y periodista, de fe protestante, titulado Julia Roberts «Come, reza, ama»