Este mes ha sido bastante tranquilo en lecturas, pero con algunos libros muy recomendables, con los que empezaré mi diatriba literaria. Dejaré para el final lo prescindible para que así, el que se canse de tanta literatura, pueda abandonar la lectura de la entrada sin miedo a perderse nada que merezca la pena, al menos en mi opinión.
Ya sabéis que Steinbeck es de mis escritores favoritos y hace poco, por el día de la madre, le regalé a la Señora Cannery Row y Dulce jueves. Le encantaron (me figuraba que sería así, la verdad es que no imagino a nadie a quien puedan no gustar esos libros) y hablar de ellos con ella hizo que me entraran ganas de releerlos, así que son con los que he terminado el mes.
Cannery Row de John Steinbeck es un libro sobre la felicidad, no porque se busque sino porque está ahí, aunque las cosas no salgan como se esperaba, solo hay que disfrutarla, sin esforzarse en ello. Es divertido, tierno, entrañable, poético y sencillo. Es el lugar, la luz, los sonidos, el ruido del mar, de la música en el gramófono de Doc, de la noche y del amanecer. Cannery Row son sus habitantes, con sus defectos y sus virtudes: las chicas de Dora, los muchachos de Mack en el Palace Flop House, el tendero Lee Chong y Doc, gente que es feliz con poco, y aún más con algo de whisky, que se toma la vida como viene, sin pretender ser lo que no son y sin aspiraciones a más. Es un libro precioso que deja huella.
En Sweet Thursday Steinbeck retoma Cannery Row tras la 2ª GM. Algunos personajes no están, la tienda del Sr. Lee ahora la lleva el Patrón, Joseph and Mary, un mejicano con pocos escrúpulos y aún menos principios que admira a Doc, aunque no entienda su manera de pensar (honesta). El Bear Flag también tiene una nueva Madame, Fauna, con buen ojo para los negocios y un gran corazón, su gran orgullo es casar bien a sus chicas, y su candidata en esta historia es Suzy. Mack y los muchachos siguen en el Palace Flop House con sus buenas intenciones que nunca cuajan como imaginaban. Doc tiene problemas y todos se esfuerzan por ayudarlo, sin embargo él no desea ayuda y se resiste. Cuando todos pierden el ánimo, es Hazel el que decide tomar las riendas y pensar, algo que nunca había hecho hasta entonces. No sólo es divertido sino también romántico, entrañable y deja un gran sabor de boca.
Underfoot In Show Business es una historia autobiográfica de Helene Hanff. En ella narra con ligereza y sentido del humor sus inicios como escritora. Gran amante del teatro, intentó vender, sin éxito, alguna de sus obras para la escena. No tardó en aprender a comprender el lenguaje oculto de productores y agentes, y hay algunos ejemplos realmente divertidos en la novela. Su amiga Maxine, actriz, vive una situación paralela como intérprete, y las anécdotas referentes a su talento musical son impagables. Además, está la ley de Flannagan, por la que en el mundo del teatro las cosas nunca salen como sería lógico, siempre existe otra alternativa imposible de predecir... Es una historia que se disfruta y que provoca sonrisas al recordarla.
Un amigo de House, al que le gustó mucho mi Paloma, me prestó una serie de libros de Jorge Luis Borges para empezar a cubrir mis lagunas en el conocimiento de ese gran autor, del que había leído El Aleph y Atlas. Me encantó El libro de arena, una colección de cuentos breves que parecen reales, cuya atmósfera te atrapa como un sueño. Son relatos en los que cada palabra es la precisa, que no cuentan todo porque no hace falta. Una maravilla.
El libro de los seres imaginarios, también de Jorge Luis Borges, es un recorrido por la imaginación, los miedos, los mitos y los cuentos de las culturas de todo el mundo a lo largo del tiempo. Los capítulos son muy breves pero bastan para hacerse una idea de cada ser en cuestión y de su contexto. Es increíble como tan pocas páginas pueden albergar tantísima información.
Historia de la eternidad, también del préstamo de Borges, consta de una serie de ensayos breves pero densos, con muchas referencias, muy interesantes, pero que precisan algo de base sobre el tema que tratan (eternidad, metáfora, las mil y una noches...) o es fácil perder el hilo. Personalmente, encontré que me faltaba nivel, prefiero los cuentos.
En The Widow Ching--Pirate, Borges narra sus historias con un trasfondo de realidad e investigación que, aún formando parte del cuento, hace que sea difícil distinguirlos de un hecho real. Su escritura es impecable, muy culta, e incluso en ocasiones es fácil perderse con sus referencias, pero cuenta lo que quiere y como quiere, con unidad, a pesar de esa parte personal que impregna sus historias. Borges obliga a pensar.
Siempre tengo un hueco para la fantasía y para disfrutar como una niña de los cuentos, y hay algunos muy buenos, para cualquier edad. The Little Grey Men de B.B. (alias de Dennys Watkins-Pitchford) es un cuento de amor a la naturaleza y aventuras. Tres gnomos deciden emprender un viaje río arriba en busca de su hermano desaparecido durante esa misma empresa un par de años atrás. Es un viaje lleno de peligros, para tres seres tan pequeños y tranquilos el río tiene rincones peligrosos y, además, está el bosque guardado por el malvado gigante Grum. La historia está narrada despacio pero con un lenguaje muy cuidado que hacen que la lectura sea un placer, las descripciones son una maravilla: el río, el lago, el bosque, la isla... Hay todo un viaje a la naturaleza entre las páginas y, en mi opinión, más para adultos con nostalgia de infancia que para niños en sí.
The Real Thief, de William Steig, es otra maravillosa historia de esas que no tienen edad, un cuento sencillo, muy bonito, muy bien escrito y muy entretenido. Su protagonista es un ganso, Gawain, un ser responsable y cuya honradez le ha merecido el puesto de guardián de las joyas de la corona, a petición expresa del rey. Cuando es acusado de robo, nada puede salvarle, ni siguiera su reputación. El único que podría hacerlo es el verdadero ladrón, al que, por desgracia, el miedo le impide hacer lo correcto. En esa situación, todos se sienten infelices. Está llena de valores: honor, honradez, valentía, perdón... pero sin resultar moralizante. Muy recomendable, como todo lo de William Steig.
Tom's Midnight Garden, de Philippa Pearce, es casi un clásico infantil, ganador de la medalla Newbery en 1958. ¿Qué es el tiempo? Esa es la pregunta que se hace Tom cuando el reloj del vestíbulo de la casa de sus tíos da la medianoche con 13 campanadas y, a partir de ese momento, se abre una puerta a un jardín que desaparece durante el día para reaparecer durante la noche. Allí el tiempo lleva un ritmo diferente. La vida de Tom cambia, durante el día sueña con que llegue la noche para escapar al jardín y descubrir sus secretos junto a Hattie. Me pareció que fallaba en el presente, durante las horas de sol. La convivencia de Tom con sus tíos es apenas un esbozo, y no muy halagüeño. Da la impresión de que con ellos se muestra huraño y reservado, no se aprecia un progreso en la relación ni tampoco hay detalles que denoten algo de agradecimiento, por mucho que los tíos se esfuercen en complacer a su sobrino. Cuesta entender que los adultos deseen que un chiquillo así prolongue su estancia. Aunque sea una novela juvenil, le falta profundidad.
The Unfinished Angel, es un libro de Sharon Creech, también ganadora de la medalla Newbery por Walk two moons (que leí y me gusto). El argumento es bastante original: un ángel que no sabe cuál es su función en el mundo se encuentra con una niña que sí que parece entender su tarea, y que le empuja a llevarla a cabo. Sin embargo, no se imaginan las repercusiones que puede tener sobre el resto de los habitantes del pueblo, su acogida de un grupo de huérfanos huidos. Poco a poco, la gente se vuelca con los niños y se olvida de sus amarguras. Quizá todo sea demasiado fácil, pero ese es el tono del libro y ya hay otras historias que se encargan de mostrar lo difícil que es la vida. Es una historia para sentirse mejor.
Aquí empieza la sección de críticas negativas, que no coincide con la de expertos en el tema.
Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, de Juan Montalvo, se supone que es, según la crítica, el libro que mejor recupera al personaje de Cervantes. Siento discrepar, pero personalmente prefiero, con mucho, al Monseñor Quijote de Graham Green. Quizá el libro de Montalvo se inspire en el Quijote pero, en realidad, el personaje es un pretexto para una larga divagación que se inicia en el larguísimo prólogo, tan excesivo que se hace eterno, y que se continúa, en boca del caballero y de algunos personajes, en algunos capítulos. Los capítulos que, supuestamente, se le olvidaron a Don Miguel son una serie de desventuras y otra serie de pensamientos filosóficos en los que trasciende poco del encanto del protagonista, esa combinación de humildad, idealismo, cordura, locura, romance y sueños que ha enamorado a los lectores de la obra original. Montalvo, al no querer escribir para lectores que no tuviesen un altísimo nivel de cultura, lo que consigue es una obra a ratos muy tediosa, con una enumeración interminable de sus conocimientos sobre libros de caballería (en los que demuestra que él sí posee el nivel de cultura que exige a sus lectores) y que trata de amenizar con las locuras del caballero, sin darse cuenta de que su esencia no reside en eso.
Intemperie, de Jesús Carrasco, es un libro del que había oído unas críticas estupendas, no es que la idea de una historia sobre un niño que huye de su casa y un pastor me atrajera de entrada pero, ante las opiniones tan magníficas y dado que estaba en oferta, decidí darle una oportunidad. Es cierto que está bien escrito, aunque también lo es que se podría haber contado la misma historia en un relato mucho más corto (y no es que sea un libro largo pero se me hizo interminable). Hay gran profusión de descripciones tanto del paisaje, seco y agreste, como de los momentos más duros. La violencia se plasma con toda su crueldad y me resultó excesiva, tanto que confieso que, ya cansada y asqueada, una parte la leí en diagonal (y aún así se sigue sin problemas el hilo de la historia). Es un libro muy negativo. No me gustó.
Los caballeros las prefieren rubias. Pero se casan con las morenas, de Anita Loos, son las dos novelas protagonizadas por la rubia Lorelei Lee y Dorothy Shaw que dieron a lugar a las películas de Marilyn Monroe y Jane Russel. Aunque sean una continuación de la otra, ambas no comparten la misma calidad. Los caballeros las prefieren rubias es una novela muy, muy divertida, en la que la protagonista narra un diario con una sinceridad tan ingenua como calculadora y lo hace tan bien que, a pesar de su superficialidad y de revelar su manera de manipular a los hombres, transmite su encanto irresistible al lector. Es muy irónica y entretenida. La segunda parte, Pero se casan con las morenas, es mucho más floja y, según avanza, se hace incluso pesada. No tiene la chispa de la primera y me pareció bastante prescindible.