Dedicado muy especialmente a Malditos Bastardos que, un día, fue el fidelísimo escudero de don Eutiquio de la Mancha, porque, al fin, ha resultado que los molinos eran efectivamente gigantes pero han sido derribados por un Quijote viejo y mediomuerto.
No se debe nunca abusar tanto de los indefensos, porque, a veces, no lo están tanto como parece.Llevo un par de días meditando sobre si debo o no contar la verdad, ésa que lo es tanto si la cuenta Agamenón (Saco) como su porquero, yo, y, al fin, me he decidido a hacerlo yo porque él no la dirá nunca porque esto de decir la verdad no ha sido nunca lo suyo.Esta mañana, a las 4'54, me he despertado y me ha venido a la cabeza, vaya usted a saber por qué, la maldita fábula de Júpiter y el escarabajo. Dice así:
".... el dios propicio,
por un incomparable beneficio,
en su regazo hizo que pusiese
el Águila sus huevos, y se fuese;
que a la vuelta, colmada de consuelos,
encontraría hermosos sus polluelos.
Supo el Escarabajo el caso todo:
astuto e ingenioso hace de modo
que una bola fabrica diestramente
de la materia en que continuamente
trabajando se halla,
cuyo nombre se sabe, aunque se calla,
y que, según yo pienso,
para los dioses no es muy buen incienso.
Carga con ella, vuela, y atrevido
pone su bola en el sagrado nido.
Júpiter, que se vio con tal basura,
al punto sacudió su vestidura,
haciendo, al arrojar la albondiguilla,
con la bola y los huevos su tortilla.
Del trágico suceso noticiosa,
arrepentida el Águila y llorosa
aprendió esa lección a mucho precio:
a nadie se le trate con desprecio,
como al Escarabajo,
porque al más miserable, vil y bajo,
para tomar venganza, si se irrita,
¿le faltará siquiera una bolita?".
El águila de TT se envalentona y lanza contra este humilde escarabajo la mayor diatriba que escribirse puede ya que el Júpiter tonante de los chates, le ha tranquilizado diciendo que no tema mi reacción porque no va a permitir nunca que yo me defienda contra los ataques de su dios canario o de su luna menguante, y el Ícaro chicharrero vuela todo lo bajo que puede y me dice las peores cosas que se le ocurren, sabiendo ya, porque se lo ha prometido Júpiter que yo nunca podré defenderme.Cobardía, alevosía, y otras agravantes más de una serie de individuos que pasan todos los días de su vida gritando a los 4 vientos que ellos están allí para defender a los desvalidos, a los que sufren persecución por la canallesca derecha, pero que, en el fondo, se ríen ostentosamente de todos aquellos que sufren cualquier clase de ataques de los que no pueden defenderse.
El otro día, respondiendo a un comentario en mi blog, mostré cierta piedad por la “desgracia” que supone que algunos de los habituales de aquel chat se quedaran sin sitio para exponer sus repugnantes mensajes.Ahora, en la soledad y frialdad de la madrugada, veo que fue un error, ninguno de los que allí escribían merecen seguir haciéndolo porque todos ellos fueron cómplices muy activos de aquella proscripción que su Júpiter de pacotilla hizo no sólo conmigo sino con todos los que no descendían a hacer lo que sus genuflexos esclavos, bajar al pilón y lamerle el culo.De modo que el dios gallego lanzó contra mí la peor de las sentencias, me declaró "el innombrable", sentencia que todos aquellos malnacidos cumplieron a rajatabla. Ni uno solo de ellos ha tenido los cojones suficientes para atreverse a mencionarme allí, sabedor de cómo las gasta el júpiter de vía estrecha.Pero uno de ellos, el más loco, el más osado, se atrevió a ir más lejos de adonde se puede llegar e hizo una “pilícula”, dice él, en la que yo, eutiquio, aparecía violando ferozmente a la esposa de un amigo, y la publicó en la Web, ante miles de millones de personas de todo el mundo.Una cosa así no puede permitirse impunemente ni siquiera en Público y ha causado la muerte del chat.De modo que el escarabajo ha terminado con Júpiter, con el rastrero cuervo, de los horribles graznidos y con toda esa asquerosa masa de gente que, embrutecidos con la música de este repugnante flautista de Hamelin, se ha encaminado directamente a su matadero, porque, sí, es absolutamente cierto que, en este mundo, hay una justicia inmanente.