Revista Cultura y Ocio

Justo antes de la felicidad. Agnès Ledig

Publicado el 16 diciembre 2015 por Carmina
Justo antes de la felicidad. Agnès LedigHay libros que no sabes muy bien porque te llaman la atención, pero este fue verlo y quererlo. Quizás fue esa portada con el mar de fondo y ese niño de espaldas, quizás fue el tema que trataba y mi situación personal que este año ha sido un poco caótica y complicada en exceso, fuera lo que fuere ya lo tenía en mi punto de mira, por eso cuando Grijalbo me ofreció un ejemplar para reseñar no supe decir que no, no quise decir que no, a pesar de que sabía que mi tiempo era escaso y que posiblemente tardaría en reseñarlo tal y como ha sucedido.
El libro cayó en mis manos al poco de llegar a casa, porque necesitaba un rayito de esperanza, un poco de optimismo en esa hospitalización de mi padre que no pintaba nada bien, y quizás os suene un poco raro lo que voy a decir porque la temática es un poco dura, muy dura si queréis pero la forma de afrontar la desgracia de esta gente, a mi me sirvió como válvula de escape, como ese rayo de luz al final de un túnel que sólo intuyes y no ves.
Pasado el tiempo puedo decir que este libro me ha servido para asimilar de otra forma el fallecimiento de mi padre, se que tengo que pasar mi duelo, pero que después de que pase la etapa el sol vuelve a salir, el mundo sigue rodando y no se para porque ninguno de nosotros nos sintamos desgraciados en un momento dado.
Esta novela es sobre todo un canto a la amistad, a la superación, al amor infinito y bien entendido, porque amar también significa saber cuando hay que dejar marchar. La humanidad que se desprende de estas páginas y el gran conocimiento que de ella hace la autora es encomiable. Creo que solo una persona que haya pasado por una situación parecida puede contarla con tanto sentimiento, con tanta naturalidad, y tanta belleza, introduciendo optimismo y humor en tanto dramatismo.
Adelanto que el libro me ha gustado mucho, que me ha acompañado en muchas de mis tardes hospitalarias, que he subrayado muchos pasajes, he empatizado con Julie, pero también con Paul y con Jerôme, su hijo, y como no con la insegura Caroline. Tras cerrar las páginas del libro, todos y cada uno de los personajes de esta novela se han quedado a mi lado, y de vez en cuando todavía abro el libro y  miro esos párrafos subrayados. Puedo asegurar que eso no lo consiguen todas las novelas y cuando una me cala tan hondo se queda conmigo durante mucho tiempo, a veces toda la vida.
La autora:
Justo antes de la felicidad. Agnès LedigAgnès Ledig es comadrona en Alsacia. Comenzó a escribir como terapia personal al enfermar su hijo de leucemia. En 2001 publicó su primera novela que fue seleccionada para el premio de la revista Femme actuelle. Ahora con Justo antes de la felicidad, Ledig ha sido galardonada con el premio de los libreros Prix Maison de la Presse y se ha convertido en  best seller indiscutible en Francia. Los derechos de traducción han sido vendidos a más de quince países.Argumento:
Hace demasiado tiempo que Julie ha dejado de creer en los cuentos de hadas, la bondad y todas esas patrañas. Con apenas veinte años, es cajera de un supermercado donde aguanta las impertinencias y el acoso de su jefe por miedo a perder el puesto. No se lo puede permitir, necesita ese trabajo. Es madre soltera y tiene que valerse por sí misma, ya que su familia le dio la espalda cuando se quedó embarazada del pequeño Lulú, un niño de tres años adorable.
Pero un día un desconocido le tiende una mano por pura generosidad. Conmovido por su situación, Paul, un cliente del supermercado, la invita espontáneamente a pasar con el niño unos días en la costa bretona junto a él y su hijo Jerôme. Reacia en un primer momento, la joven acaba aceptando la propuesta sin saber que estas vacaciones van  a cambiar sus destinos para siempre. Un viaje sin retorno y una cadena de sucesos inesperados mostrarán a Julie la cara más triste pero también la más amable de la vida.
Una historia emotiva, llena de vitalidad y esperanza en la que, sin lugar a dudas, Agnès Ledig sabe combinar el drama con el optimismo, el humor y la ternura. Narrados con un talento y una sensibilidad únicos, esta novela ha merecido el reconocimiento de la crítica especializada y el premio de los libreros franceses. Prix Maison de la Presse.
Mis impresiones:
Nunca sabes que es lo que te lleva a desear una novela, la vas viendo por los blogs, por twitter, e incluso por Facebook, y sin saber muy bien porque te van entrando deseos de hacerte con un ejemplar, cuando ya tenía decidido leerla la editorial me ofreció uno y no creía que cupiera tanta dicha, de hecho no demoré mucho su lectura, otro cantar es esta opinión que además me está costando un mundo escribir, porque se mezcla con mis sentimientos personales.
Para toda madre, no puedo hablar por ellos, un hijo es el regalo más grande que pueda tener, aunque como en la situación de Julie, este llegue de una relación que se rompe al poco tiempo y de un padre que se desentiende de su hijo y le suponga romper lazos con sus progenitores que no aceptan que su hija traiga al mundo a un niño no deseado.
Pero Julie lucha día a día por ese niño y lamenta no poder darle más, porque con el cariño que ella destila no le recompensa de todos los bienes materiales que carecen, de todos aquellos alimentos que no puede darle e incluso de tantas horas al cuidado de una vecina. Sin duda la vida de Julie no es nada fácil y tiene que mantener un trabajo que la denigra como persona, un jefe que no tiene en cuenta su situación personal y unas compañeras que miran para otro lado, porque cada palo que aguante su vela.
Por eso no es de extrañar que cuando un cliente se interesa por las lágrimas que vierte, la invita a comer, le da conversación, acepte, porque tener una comida decente en la barriga es muy importante. Y tampoco es de extrañar cuando esa misma persona le ofrece compartir unos días con su hijo y con él en la playa, en su casa de La Bretaña, al final piense más en darle una alegría a su hijo que en ella misma.
Otra cosa muy distinta es lo que nosotros hubiéramos hecho en su lugar, primero porque no tenemos 20 años y tenemos a cargo a un niño de tres, con un trabajo que apenas da para pagar el alquiler y mal comer. De verdad no me he parado a juzgar a Julie, más bien he intentado colocarme en mis veinte años, sola y con un hijo de tres y no se si hubiera tenido fuerzas para sacarlo yo sola adelante en las circunstancias de esta chica.
De ahí arranca una historia de amistad entre Julie y Paul, un hombre mayor, si lo vemos desde la perspectiva de Julie, recién separado de su segunda mujer, y con un hijo al que sacar de un pozo de desesperación. La proposición de Paul no es altruista, piensa que Julie y su hijo pueden ser el revulsivo que necesita Jerôme, su hijo, para salir de la espiral de autodestrucción y tristeza en la que se ha sumergido tras la muerte de su mujer.
A Paul le sobra lo que le falta a Julie, dinero, y no sabe como gastarlo, su hijo está emancipado y bien posicionado y no tiene nietos a los que agasajar, ¿porque no compartir lo que a él le sobra con una muchacha que le puede ayudar a enderezar su vida y la de Jerôme?.
Y el tercer vértice de este triangulo  es Jêrome, quién piensa que su padre se ha vuelto loco, que Julie es una interesada que va tras el dinero de Paul, si no porque una chica tan joven se avendría a un plan tan descabellado como el que le ofrece el excéntrico millonario. Jerôme está enfadado con la vida y consigo mismo, no le hace gracia compartir las vacaciones con una extraña y se comporta como un niño hasta que Julie y su hijo se lo van ganando. De todos los personajes  este es el que más evoluciona, al que más cuesta entender, aunque poco a poco cuando vas conociendo el porque de su tristeza y de su amargura empiezas a ponerte en sus zapatos.
Y por último Lulú, ese niño de tres años con el que se me ha caído la baba, un candor de chiquillo que da alegría a raudales a pesar de las privaciones y que en esas vacaciones en La Bretaña será el alma, y quien dé luz y calor en esa casa.
Hasta aquí podríamos decir que tenemos la primera parte del libro, se nos presentan a los personajes y los colocan en una situación forzada para los tres, Julie porque ha aceptado la invitación de un extraño, Paul porque no sabe si ha hecho bien en invitarla y obligar a su hijo a compartir con ella sus vacaciones y Jerôme porque la siente como una intrusa y no es capaz de ver más allá de su enfado y su dolor.
Poco a poco y ante una convivencia no del todo exenta de dificultades pasan las semanas y las vacaciones. Lo que no esperaban ninguno de ello es el vuelco que les va a dar la vida. Y ahí es donde comienza la segunda parte, y que conste que estas divisiones son mías y no de la autora, en la que todos y cada uno de los personajes nos dan una lección de vida, una forma de enfrentarse a la tragedia y al dolor, mostrándonos las etapas por las que pasa una persona sometida a una prueba  tan dura. Unas etapas que yo también he tenido que vivir salvando las distancias, y que me gustaría saber llevar tan bien como Julie.
En medio de tanto dolor, de la desesperación mas absoluta, la autora introduce notas de humor, y pinceladas de optimismo, las que aportan personas que trabajan en entornos hospitalarios y que saben como aligerar el dolor de los acompañantes, es tan importante dejarse llevar y consolar por ellos. Por eso creo que nadie que no haya pasado por una situación semejante es capaz de escribir un libro de este calado en el que los sentimientos juegan un papel tan importante. Me sentí montada en una montaña rusa de sensaciones, de la tristeza, a la esperanza, de ahí a la sonrisa, para volver a desesperarme. Puede que mi situación personal me influyera no digo que no, pero también la forma de escribir la autora que hace fácil lo difícil.
A la hora de tratar estos temas es fácil dejarse llevar por la sensiblería, escribir escenas lacrimogenas , muy alejadas de la realidad. Sin embargo, Agnés apuesta por ceñirse al realismo, mostrarnos la dureza de las situaciones sin regodearse en ellas, y de ese modo aporta más veracidad a su trama. Esto junto a unos personajes bien construidos y dibujados, dotados de gran humanidad que a veces pueden traspasar hasta el papel hacen que la historia fluya entre tus manos a pesar de la dureza de la situación que describe.
Si el punto de partida nos puede parecer inverosímil, la trama da un giro para dotarlo de un final memorable, de esos que se quedan en la memoria del lector, un final en el que el optimismo gana partida al dolor y demuestra que la vida sigue a pesar de todas las ausencias del mundo y del dolor que podamos sentir.
Conclusión:
Justo antes de la felicidad es un canto a la vida, a la amistad, al amor, a la supervivencia, un canto a la superación. Escrito en tercera persona, con un narrador casi omnisciente, unos personajes entrañables y un lenguaje casi coloquial aunque al mismo tiempo cuidado, Justo antes de la felicidad es una trama dura, muy dura si se quiere que  descoloca tus sentimientos, los monta en una montaña rusa y saca lo mejor de ti mismo como lector.
Si algo he aprendido de este libro, y no es algo que no supiera ya, es que la felicidad en si misma no existe, si no que está formada de pequeños momentos, y son esos los que tenemos que aprehender y ser capaces de vislumbrar.
Quizás este no sea un libro para todos los públicos, quizás haya quien quiera ver lo que en él no se encuentra sin embargo, es una novela capaz de remover conciencias, que fluye en las manos de lector que en más de en una ocasión puede verse necesitado de hacer una pausa, porque la pena le oprima la garganta o las lágrimas aneguen sus ojos.

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