Revista Cine

Kad svane dan - 2012

Publicado el 30 agosto 2015 por Jimmy Fdz
Kad svane dan - 2012
Director: Goran Paskaljević


  Comentando "Klopka" o "Krugovi" decía que Serbia tiene mejor cine que ofrecer, frase que no fue formulada como un vaticinio pero que sí tenía en mente a este realizador, Goran Paskaljevic, como una suerte de garantía, pues pensaba que sus películas iban a ser buenas. Específicamente, estaba pensando en una que hizo el 2004 que se llama "Sueño de noche de invierno" (o algo así), pero no la pude encontrar así que para no quedarme corto pensé que podría ver otras películas suyas, y así me encontré con una que hizo en los tiempos de Yugoslavia y ésta, "Kad svane dan", que es una decepción tremenda, no porque tuviera altas expectativas (no sabía nada de nada de ella), sino porque luego de una primera mitad francamente buena, comienza una espiral descendente que finaliza con un final que supera el bochorno sin asco ni vergüenza alguna. ¿Cómo es posible que una película se arruine de esa forma? No es que sea sorpresa, uno siempre se encuentra con estos casos, el problema es que nunca te acostumbras a la abrupta caída de calidad.
  Un profesor de música jubilado que se mantiene lúcido dando clases privadas se entera de que sus verdaderos padres no son sus verdaderos padres sino que los amigos de sus verdaderos padres, judíos asesinados durante la segunda guerra mundial, y que lo adoptaron como un favor, aunque lo hicieron con mucho amor. Con esto en mente, el viejo querrá conocer sus orígenes, y para ello intentará completar la partitura inacabada que su padre le legó desde la ultratumba. Pero la vida no es fácil, claro que no.

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  A pesar de tener una mitad tan buena y luego una mitad tan mala, no hay que pasar por alto que Paskaljevic logra algo que no todos los directores con malas películas (peor: cintas buenas que se hacen malas) pueden hacer: mantener cierta coherencia discursiva, tristemente no lo mismo que coherencia interna, aunque ésta tampoco sea desastrosamente desequilibrada. Lo cierto es que la película es otra crítica social cuyo blanco es el olvido, la pasividad con que se dialoga y convive con la historia y los fantasmas individuales y sociales: si no te toca a ti, entonces ¿qué interés puedes tener? El principio me ha gustado pues desprende algo de magia, ciertamente desoladora y algo triste, pero magia al fin y al cabo: el descubrimiento de verdades, de sentimientos y anécdotas que uno nunca pensó que existirían; de repente, la aparición de vidas. El director logra con habilidad hacer que la historia del viejo sea equiparable a la historia país, es decir, convertir su crítica social en parte esencial del relato, algo que muchos directores noveles (como Golubovic) no logran superar, pues se pierden en la dicotomía relato-discurso, prefiriendo el discurso por sobre el relato, y sabemos que sin relato el discurso no importa ni mierda. Así, la historia personal es historia país, y ninguna de ambas vertientes interfieren entre sí ni luchan por un protagonismo inventado y fútil. Por lo demás, hay ciertas metáforas que, si bien no son sutiles, sí son efectivas en cuanto a la transmisión de mensajes y emociones (no es que me haya conmovido especialmente, pero uno reconoce algunas cosas), por ejemplo la partitura, que cada vez que es interpretada por el piano del viejo desprende una atmósfera de remembranza, ensoñación, materialización, en clara intención de que las personas, hechos, al fin y al cabo la historia, siempre vivirán pues jamás las olvidaremos, toda vez que no dejarán de haber contenedores hechos de arte que protegerán estos testimonios sin importar qué. La música: la melodía de la memoria, ¿qué tal suena eso?, no obstante Kad svane dan es el título de la partitura: cuando comience el día, si mal no recuerdo. Ahora que lo pienso esto de la materialización ya ni siquiera puede ser llamada lectura, pues toda interpretación está dada a la ambigüedad, no se vale cuando el director te la pone fácil dejando todo claro como el agua, y me refiero al ridículo y sonrojante final. Lo otro que me gustó de la mitad buena es la sutileza con que presenta el resto de críticas o dardos, recurriendo a un mecanismo al estilo "Oh boy", es decir, protagonista que se mueve de lugar en lugar y persona en persona, descubriendo un exoesqueleto social y testimonial; si el de la cinta alemana lo hacía porque era más o menos arrastrado por las circunstancias, casi como un muñeco sin voluntad, el viejo profesor de música lo hace para conocer más sobre sus padres y orígenes, en cada visita quedando patente las distintas realidades a las que se someten los ciudadanos (o no ciudadanos) serbios, que viven en el aislamiento, el racismo, el odio, etc. Especialmente conmovedor me pareció el segmento en que el viejo visita a su hermano, quien vive con su esposa, y que ya están en las últimas de su vida; de repente la película tiene un tono nostálgico abrumador, sentimiento aumentado por la precariedad en que viven estos viejos, como si fueran sobras de la sociedad, completamente a merced de quién sabe qué: los únicos que viven las injusticias del presente a la vez que cargan con los horrores del pasado, y sin embargo ahí están, abandonados. No es un mundo para viejos, ciertamente.
  Por desgracia, llegado el ecuador del metraje la magia se acaba, pues no hay nada más por saber: los orígenes se esclarecen, aunque no el propósito de homenajearlos. Así, el viejo quiere armar una orquesta para tocar la partitura de su padre, y si bien el paseo sigue, no deja de ser un cansino recorrido por personajes que no transmiten magia sino tedio, por ejemplo los treintones completamente desinteresados en la empresa del viejo. Es elocuente, pero como relato no funciona: no aporta nada, sólo la misma constatación de siempre: a nadie le importa. Puede que indigne un poco lo desconsiderado de estos adultos jóvenes, pero como digo, el relato ya no puede ser llamado como tal. Ya no hay emoción. Peor aún, el correr del metraje es directamente proporcional al desmesurado crecimiento de lo meloso y lo cursi, y nuevamente llegamos al final, ese impresentable e insoportable final que busca aniquilar toda magia humana y poética dándole carne a una idea que queda mucho mejor en el plano de la palabra o la pulsión (la cosa es representación, ok, pero no era necesario hacerlo tan obvio; me imagino que el director pensó que con ese final haría a mucha gente llorar y muchos jurados arder en deseos de regalar premios). No se los puedo decir; no es un espóiler (¿cómo se escribe esta maldita palabra?) propiamente tal, pero no es poca cosa contarlo. Si llegan a verlo comprenderán el motivo de mi desdicha, de mi inconmensurable sensación de vergüenza ajena. Al final  todo es condescendencia y amiguismo, incluso contraviniendo el mensaje general: con un homenaje nos quedamos contentos, ya saldamos cuentas con el pasado en su totalidad... Pensándolo mejor, efectivamente no hay coherencia interna (aunque se sigue manteniendo la discursiva, qué demonios), pues el equilibrio entre drama intimista y drama social se rompe, contentándose con un autocomplaciente happy ending propio de los "autores" cerrados sobre sí mismos y sus ideas. Ciertamente "Kad svane dan" se queda coja de un lado, y en este caso es imposible no ver el vaso medio vacío...
  Lo cierto es que "Kad svane dan" pasa de la magia, la sencillez sustancial y la sutileza narrativa a un vil, vulgar y vacuo cuasi-panfleto discursivo, un empalagoso y ampuloso ejercicio sentimentalista, efectista y políticamente correcto a niveles intragables. No hay respeto.


Kad svane dan - 2012

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