Los actos de kale borroka se han reducido considerablemente en los últimos meses hasta ser prácticamente testimoniales, coincidiendo con la apuesta mayoritaria de la izquierda abertzale por las vías exclusivamente politicas y democráticas. Sin embargo, siendo cierto lo anterior, es igualmente cierto que la violencia callejera reaparece al calor de la celebracíón de las fiestas patronales en distintas localidades vascas. Su incidencia y su impacto es menor, pero no por ello estos episodios son menos repudiables. La madrugada del pasado martes un grupo de personas prendieron fuego en Azkoitia (Gipuzkoa) a varios contenedores y esta pasada noche ha ocurrido lo mismo en Gasteiz. El Departamento de Interior ha atribuido este hecho a la kale borroka y sus responsables han anunciado que “redoblarán“ la vigilancia en las próximas semanas para evitar estas actuaciones y poder detener a sus autores.
Sucesos similares se han registrado en una semana en los municipios guipuzcoanos de Zarauz y Andoain, y en Zalla y Ondarroa (Bizkaia), generando daños materiales y el lógico malestar ciudadano, que rechaza y condena estos actos que dañan la convivencia y pervierten el carácter lúdico de las fiestas patronales. Entiendo que no se puede responsabilizar directamente a la izquierda abertzale por este rebrote de la violencia callejera, ni tampoco se debe magnificar su alcance, pero aún así me consta que son muchas las personas que confían en la sinceridad de la ponencia “Zutik Euskal Herria” y esperan una mayor contundencia en la defensa de las vías exclusivamente políticas y democráticas; basta, a mi juicio, con renocer que la kale borroka no facilita el debate abierto en el seno de la izquierda abertzale, resulta contradictoria con sus conclusiones y desvirtúa su compromiso con la superación de todas las expresiones de violencia.