Revista Opinión
Cierra uno Monzón, y lo primero que le viene a la cabeza es la idea de que el mundo sigue girando. Es algo difícil de creer en un sitio como España, donde algunos de mis conciudadanos creen que hay una cosa que se llama derechos medievales que les permiten tener privilegios y otros se ofrecen, en un alarde de modestia, a reconducir la Unión europea ellos solos.
Pero sigue. Y sigue su camino hacia el oeste. Y no se detendrá en el Pacífico. Y ahí un grande entre los grandes para recordárnoslo. Robert Kaplan, el hombre que nos cuenta lo que no imaginamos. No sé como hay gente que va por la vida sin haberlo leído. Podrá uno estar de acuerdo con él o no, pero es un must, o como se diga en castellano. No comprenderá el siglo XXI quien a estas alturas no entienda cosas como las peculiaridades de los Baluchis y el carácter sincrético de ciudades como Karachi. O que no sepa que la diferencia básica entre Bombay y Calcuta es mucho más que la distancia entre este y oeste del país...
El Índico, un mar convertido en una ruta comercial gracias al sistema monzónico.
Deje de leerme y vaya comprarlo.