El polaco Ryszard Kapuściński, uno de los periodistas más célebres del siglo XX, fue testigo de excepción de la descolonización y el comienzo de la guerra. Sus impresiones fueron plasmadas en la obra Un día más con vida, considerado como el más personal y literario de sus libros. En él describía a la Luanda que los portugueses dejaban como una ciudad que fenecía lentamente, “como muere un oasis cuyos pozos se han secado” y se asombraba de cómo sus residentes construían una nueva urbe de cajas que poco a poco se trasladaba en barcos a Lisboa, Brasil o Sudáfrica, los tres centros que iban a acoger a los habitantes de la capital de Angola.
Kapuściński en compañía de varios soldados angoleños
Más tarde, cuando ya no quedaba nadie en la ciudad nuestro autor decidió ir al frente y rechazó abandonar el país en un avión como hacían todos. Su innata curiosidad por saber qué estaba sucediendo allí le empujaba a permanecer en aquella tierra de nadie. Se topó con una guerra extraña en la que resultaba difícil distinguir al enemigo porque todos vestían (o directamente no tenían con que vestir) iguales. En los controles que poblaban las carreteras del país ese problema se hacía aún más palpable y los compañeros del periodista saludaban con un trabado e irreconocible camarada con el deseo de que fuera correspondido por los suyos o que, en el caso de tratarse de los enemigos, pudiese confundirse con un irmão, el saludo que ellos acostumbraban a utilizar.El testimonio de Kapuściński es esencial para comprender las guerras civiles que siguieron a la descolonización en tantos países africanos. La noción del tiempo, tan distinta a la occidental, queda reflejada en el relato con pulcra rigurosidad y la sensación del carácter efímero de la vida angustia en cada página al lector. Kapuściński vivió durante meses con esa horrible certidumbre, los angoleños hicieron de Un día más con vida su letanía cotidiana hasta 2003 en que por fin se alcanzó la paz.