Revista Cultura y Ocio

Karavash

Publicado el 15 junio 2013 por Juan Pablo
Karavash
Muchos medios de comunicación afirman que Karabash, una ciudad de la región de Cheliabinsk que se encuentra a 1710 km de Moscú, ha sido reconocida por la UNESCO como una de las ciudades más contaminadas del planeta. Esta afirmación es rebatida por el alcalde y la administración municipal y ninguno de esos medios de comunicación ha citado el título o la fecha del documento que confirme este hecho.  No vamos a apoyar a ninguno de los dos, pero la investigación del fotógrafo Serguéi Koliaskin ha descubierto algunos datos aterradores. Su proyecto le valió una ayuda a la investigación del Ministerio de cultura ruso y quedó segundo en el Concurso de fotografía periodística Efremov en la categoría "Ecología".  "Durante más de un año estuve estudiando lo que se podría llamar el lugar más sucio del planeta: Karabash. El objetivo de mi proyecto era mostrar a la sociedad el impacto que la actividad humana está teniendo sobre la superficie de la Madre Tierra. Quiero mostrar no solo Karabash, sino otras regiones de Rusia contaminadas por la humanidad", dice Serguéi.  Karabash es una ciudad de la región de Cheliabinsk, con una población de 15.000 habitantes. La mayor parte de la ciudad tiene el aspecto de un pueblo. En los años 70, la población era de 60.000. Karabash surgió en 1822 tras el descubrimiento de depósitos de oro cerca de un antiguo asentamiento tártaro. Karabash significa "cabeza negra" en tártaro.  La minería del cobre comenzó en esta región a principios del s. XX. Después de varias décadas de minería y fundición de mineral de cobre, la ciudad se convirtió en una zona de desastre ecológico. Inicialmente no había instalaciones de tratamiento en la planta, nadie se preocupaba mucho del medio ambiente en la época soviética.  En el transcurso de cien años, la planta ha quemado y cubierto de escoria un inmenso territorio circundante. En tan solo un año de funcionamiento emite a la atmósfera más de 180 toneladas métricas de gases que se precipitan en las zonas cercanas como lluvia ácida.  El contenido en cobre del mineral es de menos de 1%, lo que supone procesar 100 toneladas métricas de roca para producir una tonelada métrica de cobre. Después de extraer el cobre quedan miles de toneladas de lodos de residuo. Estas son vertidas no muy lejos de la planta, creando lo que se conoce como tanques de residuos. Pero las montañas de residuos no son lo peor.  La lluvia ácida supone una amenaza mucho mayor. Sin entrar en los detalles de la fundición del cobre, la roca de cobre se encuentra en forma de sulfuros. Cuando es quemada se emite dióxido de sulfuro (SO2). Esto crea ácido sulfúrico (H2SO4) en la atmósfera. Por supuesto que no es ácido al 98%, la gente no percibe el ácido que hay en la lluvia ácida, pero cuando se expone la vegetación de forma constante a esta lluvia, muere. Y una vez que muere, el viento y la lluvia arrastran rápidamente el suelo.
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