Ayer una de las millones de cosas que recibo a la semana a través del Facebook captó mi atención e inmediatamente se estableció una relación en mi cabeza con la palabra karma. La de Wikipedia es la primera definición que aparece: “El karma sería una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas. De acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores”.
James Mollison, fotógrafo keniata, recorrió el mundo durante cuatro años con un proyecto que vio la luz en forma de libro. Where children sleep -Donde duermen los niños- recoge las fotos de 200 niños y sus dormitorios. Esas imágenes, en principio tan sencillas y cotidianas, reflejan las vidas de sus pequeños protagonistas. Sobre todo quedan patentes sus diferencias: culturales, económicas, ideológicas… todo se ve plasmado en dos simples fotos que llegan a producir escalofríos al observador.
Les dejo con las fotografías que podrán ver una a una en este enlace. Y después me dicen qué clase de actos en vidas anteriores pudieron realizar estos niños para que exista tanta desigualdad. La reflexión es profunda, y es que no sé si será mejor nacer en Kentucky o en Nepal. Me es complicado imaginar qué acciones pudieron desencadenar que dos niños de un mismo país vivan en condiciones tan dispares. O cómo el karma puede influir en tener una madre que gaste 1.000 dólares al mes en ropa para su hija de 4 años…
Bikram, 9 años, Melamchi, Nepal.
Joey, 11 años, Kentucky, EE.UU.