No sé si se trata del maquillaje, del inexorable paso de los años, o de un cirujano plástico poco acertado, el caso es que la Sra. Douglas luce mucho más hermosa -y más joven- en la instantánea inferior, cuando enamoró en su papel de Elena Montero, conquistando a un Antonio Banderas con quien protagonizó un baile inolvidable. La depresión, las enfermedades propias y ajenas, dejaron huella en el rostro de la bella actriz, que fue un auténtico icono de belleza para quien suscribe durante muchos años. Me quedo con la segunda imagen, claro.