Un mundo urbano congestionado. Edificios gigantescos, uniformidad de líneas horizontales y verticales, fachadas iguales, laberinto geométrico de calles paralelas. Sensación de confusión en el orden cartesiano. Paisaje de cemento en el que se pudre la vida cotidiana. En la noche alumbrada por la tenue luz de las farolas camina ausente, fuera de lugar, una gorra de beisbol con alas plateadas saliendo de los laterales, como si la cabeza que guarece quisiera echar a volar. Alrededor sólo hay oscuridad y el sonido acercándose de la ambulancia; la sirena envolvente provoca el interés cotillo de los vecinos asomándose a los balcones. No muy lejos, sentado en un banco del ajardinado, un viejo expresa vaticinios en apariencia incoherentes que esconden la tragedia. Suicidios inexplicables, accidentes sospechosos. Como una epidemia, las muertes se suceden en un mismo lugar. Un simple ruido en la noche y viene la muerte sin motivo aparente. Habrá que ir estudiando, analizando, conociendo la vida oculta de los inquilinos, partiendo de las consecuencias seguir el rastro hasta descubrir las causas. Investigadores expertos se devanan los sesos buscando una explicación lógica a la sinrazón. Quizás los responsables sean los edificios. Edificios solitarios, con escaleras solitarias, pasillos solitarios y ascensores solitarios, espacios de aspecto lúgubre que son odiados por las personas que en ellos viven. Poseídos por presencias fantasmales, espíritus malignos, espantos atávicos que incitan a los seres humanos a suicidarse. La fuerza del mal es tan grande que la policía resulta ineficaz. Para resolver un caso extraño nada como emplear métodos extraños, recurrir a videntes, chamanes, exorcistas, elementos paranormales. Resultado, violencia desatada, escombros y gritos; vigas, ladrillos y bocas abiertas chillando, maldiciendo, pidiendo ayuda.
Expiación de los remordimientos por errores pasados. Lucha entre dos mentes, la mente inocente, la mente culpable. Pulso espiritual y psíquico que activa el juego mental producto de una alucinación, miedo a lo desconocido, a la tradición o al sake. ¿Sueño o realidad? ¿Pesadilla vivida o pesadilla soñada? Un joker, especie de arlequín levitador o un duende perverso surgido del más allá mitológico que manipula los sentimientos. Las presencias acechan encerradas en un trance angustioso como su lectura.