En los últimos tiempos, y en cuanto a bancos se refiere, nos hemos acostumbrado peligrosamente a que cuando ganan dinero es todo para ellos, y cuando lo pierden, somos nosotros, los ciudadanos de a pie con nuestros impuestos, quienes acabamos pagando su mala gestión, e incluso sus actividades sospechosamente fraudulentas que les han llevado a la quiebra. Pero a veces también se ha rescatado alguna empresa privada, eso sí, porque supuestamente había algún beneficio de por medio. Pero si ese beneficio no se consolida… ¿qué ocurre? Estamos como al principio, de haber salido bien, los bancos se hubiesen forrado, así la tortilla cae del otro lado.
El rescate fallido de Kelme
Kelme y su absurdo rescate
La empresa Kelme (la de las zapatillas que todos conocemos) llegó a acumular unas pérdidas de 45 millones de euros y se encontraba en quiebra técnica. Fue entonces cuando la Generalitat le inyectó 35 millones de euros a cambio de unos terrenos de los que la empresa era propietaria. La Generalitat invirtió directamente 5 millones, y las dos cajas que estaban bajo su control (CAM y Bancaja), el resto.
El suelo que se cedió era el de Aguamarga (el nombre no auguraba nada bueno), y es un suelo protegido. La intención (dicen) era permutarlo por otros terrenos urbanizables, pero llegó la burbuja… o mejor dicho, estalló la burbuja…
Actualmente el valor de estos terrenos es nulo y quien está en concurso de acreedores ahora es la sociedad que hicieron la Generalitat y las entidades antes mencionadas.
¿Qué pasa ahora?
Sencillo. La Generalitat dará por perdidos sus cinco millones, pero eso no es lo peor; lo peor es que reintegrará a los bancos los otros treinta. ¿Quién pagará por lo tanto la deuda? Pues los de siempre, y los bancosde rositas otra vez.
¿Nos plantaremos alguna vez frente a estas situaciones?
Ramón Cerdá