Nota: Este artículo hablará en profundidad de la obra entera, habrá spoilers tamaño supermutante, así que si no habéis leído el manga avisados quedáis.
El guerrero samurai o Samurai X es un manga con serios altibajos. Nobuhiro Watsuki, su autor, peca de algunos de los peores defectos que puede tener un mangaka, pero, con todo, consiguió hacer una obra superventas… aunque uno de los golpes de Kenshin se llame “El Dragón que se enrolla”.
Nota: Este artículo hablará en profundidad de la obra entera, habrá spoilers tamaño supermutante, así que si no habéis leído el manga avisados quedáis.
Rurouni Kenshin, como todos sabréis, trata sobre un famoso asesino conocido como Battosai que fue pieza clave en el cambio de gobierno Meiji-Tokugawa en el antiguo Japón; porque “El Guerrero Samurái” tiene mucho de histórico aunque al final los malos acaben volando por los aires o planteándose conquistar el infierno. Cuando acaba la refriega y se produce el cambio de gobierno, Battosai, cansado de matar decide invertir el filo de su espada, prometerse no matar y aceptar luchar contra aquellos que decidan vengarse de él, porque su pasado vuelve una y otra vez para intentar darle por culo (como le pasa a Square-Enix con el Final Fantasy XIII cuando alguien hace una artículo sobre la compañía) … lo cual es normal, porque tiene aspecto de niñita y claro, los malos piensan que le pueden pero luego… ¡¡Dragón que se enrolla!!
El manga tiene tres partes muy diferenciadas: la primera en la que Kenshin llega a Tokyo, conoce a los personajes protagonistas (La chica coñazo de todos los manga que está enamorada del prota, el tipo malo a lo Vegeta que no para de recibir hostias, el niño que se va de guay y la doctora guarrilla) y se pega contra los primeros rivales para que Kenshin dé lecciones de humildad (mucho le gusta echar rollos a la niñita samurái ésta). La segunda etapa es la que se enfrenta a su Freezer particular, a Sishio y conoce a los restos de los Shinsengumi (como las tropas de asalto imperiales pero con vestidos azules y japoneses), donde Kenshin se topa con el personaje destroyer “Saito” (tan fuerte que el mismo autor se lamenta de que cuando aparece en escena no hay enemigo que parezca malo de verdad) y, para rematar, la última saga, la de Enishi, donde se habla del pasado de Kenshin y de quién le hizo la cicatriz en forma de cruz. Un remate lamentable donde hace acto de presencia una técnica aún más patética que “El dragón que se enrolla”; menos mal que de ésta salen unas ovas co-jo-nu-das que explican el ayer del samurái y que Enishi mola de cojones peleando (le da vueltas a la espada con la palma de su mano, molar es eso)
La edición española fue una jodida vergüenza. No sé cómo será la de Glénat en tomos súper de lujo rechulones, pero la que leí yo en su momento; de Glénat también, sustituía los kanjis durante las luchas por tristes onomatopeyas gigantes que tapaban toda la maldita viñeta. En la saga de Sishio, en particular, se produce una pelea contra el habitual guerrero “sin sentimientos” (siempre hay uno en cada manga “oh… no puedo sentir, de pequeño no me daban chocolate y eso me impidió ser dulce”). Sojiro, miembro de las diez espadas, mano derecha de Sishio, es también el prototipo de personaje super rápido (“¡Oh! No le veo… ¿En qué cubilete habrá puesto la bolita?”) vale, pues para ser tan veloz, hace mucho ruido dando pasos, pues ¡PLAM, PLAM, PLAM, PLAM! por toda la maldita página…. Gracias por nada, Glénat.
Hablemos primero de los aciertos de este manga: tiene samuráis, cuenta con Saito como archienemigo-amigo memorable que es capaz de dirimir sus diferencias, al final de la serie, con mucho estilo “El hombre que camina a día de hoy ya no es el asesino que conocí en el pasado, ese hombre ha muerto, así que nuestro combate ha finalizado”, refiriéndose a Kenshin (recordemos que el tío era un puto killer en la era Meiji y al acabar se hizo bueno y tierno). Creo que es una de las pocas veces que alguien remata sin pelear una contienda, con una frase, y es totalmente creíble. Tiene también a Sishio, un personaje de fuertes principios, con el cuerpo quemado envuelto en vendas que ofrece uno de los mejores combates finales de temporada de la historia de los manga Shonen; y uno de los mejores finales, porque Nobuhiro Watsuki sabe cómo rematar lo que cuenta; pero lo mejor, sin duda, es cómo el autor plantea a un samurai con una cicatriz en forma de cruz en el moflete, que le ha puesto ahí al principio de la serie como decisión estilística para que el prota parezca más fiero (recordemos que el aspecto de Kenshin es de un chavalín pelirrojo y enclenque) y se saca de esa herida una preciosa historia que podéis (tenéis) que ver en formato de OVA (os pongo el primero de los cuatro capítulos de ésta al final del artículo)
Pero Kenshin cuenta con una cantidad de paridas telaes que hacen que la obra parezca el trabajo de un novato. Para empezar, hablan demasiado. Yo no entiendo por qué todos los malos tienen que decir “Ummm, podría matarte, pero antes voy a contarte mi desgarrador pasado”… Joder, qué ganas de gritarle al manga: “¡¡No me importa, joder, callaos e inflaos la cara a hostias!!”. Otro fallo es que cuenta con personajes muy desbalanceados. El propio autor se lamentaba a posteriori por meter a gente como el maestro de Kenshin o al antes mencionado Saito porque son practicablemente invencibles, tanto en el plano psicológico como en el físico. Tampoco es de agradecer que recurra a nombres con técnicas rimbombantes para solucionar todos los combates sin que exista, por lo tanto, combate en sí; y algunas técnicas son realmente de “Veeeeeenga, ya”. Al Watsuki también se le va la pinza demasiadas veces, porque es un manga de técnicas y por ello de momentos impactantes, por lo que necestia plantear personajes sorprendentes pero claro: un gigante, un robot (que se mueve con cuerdas pero es un robot), un gordo escupefuegos, Venom (sí, venom, el de Spiderman), Batman (Sí, un tío disfrazado de muciélago que vuela), un fuertote con un cañón por brazo… pues eso, que a veces, el tío diseña raro…
Por ello, Rurouni Kneshin es un manga meramente entretenido, la construcción del personaje principal está muy lograda, pero alterna buenas decisiones con otras pésimas, protagonistas increíbles y otros cargantes, tramas buenas con otras prffff (le encanta al manga echar parrafadas estúpidas para llegara a alguna conclusión moralista que aún no sé muy bien cual es)…. pero se deja leer, aunque, realmente, podéis ver el OVA y dejar el resto a un lado, porque, eso sí, ésa es increíble, porque todo lo que no sean peleas o echar sermones ñoños lo sabe hacer muy bien el autor (pero el Shonen exige ciertas cosas). Os pongo aquí el primer capi de los cuatro que la componen, disfrutad y gracias por comprar en Nuevebits.