Revista Política

Keren Shtalrid

Publicado el 07 diciembre 2012 por Alejandropumarino

Keren Shtalrid

“No puedo más. Estoy harta de la vida debido a mi tremenda enfermedad. Ya no me quedan fuerzas para luchar contra este sufrimiento. Merezco una vida mejor y más agradable y por eso he perdido la voluntad y el sentido de vivir aunque tenga todo vuestro apoyo y amor. No estoy preparada para esta vida de sufrimiento. No quiero que lo lamentéis demasiado y sólo os pido que hagáis cosas interesantes. Me voy sin tristeza. Gracias por todo”.

Este es un párrafo de la estremecedora nota que esta joven israelí dejó antes de que su padre, médico de profesión, la ayudase a morir. El progenitor se ahorcó después de comprobar que había cumpido la voluntad de su hija y los cadáveres fueron encontrados por la madre y esposa a la mañana siguiente, ignorante del plan, si lo había, que su esposo e hija habían trazado previamente.

Se abre con esta noticia la necesidad de legislar sobre los pacientes terminales en una sociedad en la que los avances en Medicina permiten prolongar la vida de enfermos sin solución a su enfermedad a la luz de los conocimientos actuales. Ello no debería constituir una patente de corso para poner las vidas en manos de los profesionales de la sanidad, de la misma manera que no se debe prolongar innecesariamente el sufrimiento de un paciente. De este último extremo a tomar una actitud activa para terminar con la vida de un enfermo, hay un largo trecho, de muy difícil recorrido.

Mi opinión sigue siendo la misma que cuando se suscitó el debate en anteriores ocasiones, en este y otros espacios. La abstención terapéutica, algo que en la práctica se lleva a cabo hoy en día en la mayoría de los centros hospitalarios españoles, debe acompañarse necesariamente de una intervención paliativa para el tratamiento de los síntomas que experimenta el enfermo, y desde mi punto de vista, existe una tendencia a ser excesivamente cautos con la administración de ciertas drogas a pacientes terminales. Desde la autorización del tetrahidrocannabinol como alternativa de farmacoterapia para el dolor y la sedación, hasta los protocolos, excesivamente estrictos, para administrar opiáceos a las dosis y en la forma necesaria a quienes sufren dolores que no pueden ser aliviados. Otras alternativas, como los neurolépticos, no pueden dejar de tenerse en cuenta para mermar el sufrimiento psíquico que acompaña al dolor y la intervención en este sentido, de los Psiquiatras, me parece fundamental. La tragedia que es noticia en la entrada de hoy es una invitación a reflexionar sobre un problema que cada día será más acuciante, ante el inevitable progreso del conocimiento humano.


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