Cyril Scott, presidente de la tribu sioux de Rosebud, de Dakota del Sur, me dijo: “Como todos sabemos, la lucha, solo acaba de comenzar. Los republicanos asumen el control de la Cámara de Representantes en enero. Tenemos que prepararnos, estar listos y comenzar nuestra propia campaña para asegurarnos suficiente apoyo para poner fin a esta serpiente negra que va a dañar no solo el país de los indígenas, sino todo Estados Unidos de América”.
La función principal del oleoducto Keystone XL será trasladar el petróleo de las arenas alquitranadas de la región de Alberta en Canadá, a las instalaciones portuarias de la costa sur de Texas, para el envío del petróleo a los clientes de ultramar. También permitirá ampliar la extracción de las arenas alquitranadas, una forma de petróleo mucho más destructiva para el medio ambiente que otras. El climatólogo James Hansen, ex director del Instituto Goddard de la NASA para Estudios Espaciales, escribió en el New York Times: “Si Canadá sigue adelante y no hacemos nada, el clima será historia”. Hansen es una de las más de 1.200 personas que han sido arrestadas frente a la Casa Blanca en manifestaciones contra el Keystone XL. Tiempo atrás, el presidente Barack Obama había declarado que si no se aprobaba el oleoducto Keystone XL, TransCanada de todos modos construiría otro oleoducto que evitaría pasar por Estados Unidos totalmente y enviaría el petróleo a través de Canadá, a su costa este u oeste. Naomi Klein, activista en defensa del clima y autora de una especie de biblia de este nuevo movimiento que se titula “This Changes Everything: Capitalism vs. the Climate” (Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima, en español), afirma que el argumento ya no tiene vigencia. El día anterior a la votación en el Senado, me dijo: “El oleoducto Keystone está estrechamente vinculado a los planes de las industrias petroleras y del gas para ampliar drásticamente la producción en las arenas alquitranadas de Alberta.Las arenas alquitranadas están realmente rodeadas de oposición. Por donde quiera que se intente construir un nuevo oleoducto o expandir uno existente, se enfrentará a una feroz acción directa, así como a impugnaciones legales de los pueblos indígenas y otros intereses. Así que, la idea de que si no se construye Keystone el petróleo va a salir de todos modos, es absurda”. TransCanada está claramente preocupada por el movimiento. Documentos filtrados obtenidos por Greenpeace revelan que TransCanada ha contratado a Edelman, la compañía de relaciones públicas más grande del mundo, para librar una campaña contra los grupos que intentan bloquear sus proyectos de oleoductos. Los documentos revelan que Edelman ya ha creado un grupo artificial, una especie de organización civil falsa que promueve una agenda a favor del oleoducto, y ha hecho la propuesta de que 40 profesionales de relaciones públicas de Edelman trabajen para acosar y confundir a los grupos de protesta. El presidente Obama señaló antes de la votación del Senado que se ha vuelto escéptico respecto al oleoducto Keystone XL y a las afirmaciones de quienes lo proponen de que generará empleos y reducirá el precio de la gasolina en el país: “Comprendan lo que es este proyecto. Es darle a Canadá la capacidad de extraer su petróleo, enviarlo a través de nuestro territorio hasta el golfo de México, desde donde será exportado a cualquier otra parte del mundo”. Mientras tanto, otro presidente, Cyril Scott, de la tribu sioux de Rosebud, dijo en un comunicado: “Vamos a cerrar las fronteras de nuestra reserva al Keystone XL. Autorizar el Keystone XL es un acto de guerra contra nuestro pueblo”. Con el récord de frío que azota el país esta semana, y la nevada equivalente a la de un año en Buffalo, Nueva York en un solo día, tenemos que preguntarnos: ¿Qué se necesita para escuchar a la ciencia y enfrentar de manera contundente la amenaza global que representa un cambio climático catastrófico?© 2014 Amy Goodman Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, [email protected] Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.