Esta vez dejemos a Grace tranquila que me toca a mi escribir. Creo que ha llegado el momento de hablar de sexo en la India y que mejor lugar que Khajuraho, la ciudad con monumentos eróticos propios del Kamasutra.
Antes de nada quiero poneros a todos en precedente para que entendáis un poco mi forma de ver el sexo en este país:
23:15 horas. Nos encontramos a bordo del tren que sale de Amritsar camino a Agra. Reventados de un largo día cogemos el tren como si fuera nuestra casa. Gracia se sienta enfrente mía. De repente me dice estupefacta "Cariño en el tren de al lado hay un indio masturbándose mientras me mira". Raudo y veloz corro a cambiarle el sitio para poder presenciar aquel "espectáculo" y ya de paso poder ponerle cara a esos huevos, cuando sólo atisbo a ver un turbante color amarillo que cubre la cabeza del indio (lo que me da a entender que es de la religión sij). Me mantengo a la espera con la esperanza de poder proporcionarle un coitus interruptus cuando asome la cabeza y vislumbre mi jeta con cara de querer cortar hasta el rabo y poder salir a hombros por la puerta grande. El indio ya no vuelve a asomar la poy...digo, la cara. Lástima que no haya sido una buena tarde y, aún siendo antitaurino, no haya terminado la corrida con la "plaza" llena de pañuelos.
Llegamos a Khajuraho a las 22:30 de la noche. Cogemos un tuktuk compartido con otra pareja de entre todos los posibles (50 rupias/pareja) y empieza lo que yo llamo "la carrera de la muerte" por ver quien llega antes de la estación al pueblo. Vamos, lo que viene siendo normal por estos mundos cada vez que llegamos a un sitio.
El tuktuk nos deja en una calle parecida a la de un pueblo del salvaje oeste, tierra por todos lados y una línea de viviendas de una sola planta (a lo sumo con alguna terraza) a ambos lados. Nos encontramos en la calle donde la Lonely ubica un par de hoteles de bajo presupuesto y buena calidad. Preguntamos y preguntamos y si no es porque el precio se nos va de madre es porque es mejor dormir en las cloacas. Al final damos con un buen hombre que habla un poco español y nos hace un precio de 400 rupias en una habitación "normalita". Cojo la cama con gusto esperando no coger la malaria ya que es imposible poner la mosquitera.
Amanece en Khajuraho, los pájaros cantan y a mi me plantan delante un pancake con Nutella. Lo devoro como si alguien me estuviera cronometrando.
Decidimos entonces visitar los principales templos de Khajuraho, es decir, los del grupo oeste, o para ser mas exactos, los que no tienen pérdida porque sí o sí tienes que pagar para poder verlos (250 rupias por persona). Declarados Patrimonio Mundial, para que nos hagamos una idea, son templos con forma de falo. Más anchos por su base y construidos sobre pedestales de piedra, están enteramente ornamentados con figuras de todo tipo, especialmente de mujeres, y versan principalmente sobre sexo.
He de confesar que alguna de las figuras llegó a inspirarme a la hora de dejar volar la imaginación en temas sexuales pero, a la hora de la verdad, uno ya no tiene edad para hacer cabriolas en la cama propias de trapecistas. Esto del Kamasutra es muy bonito sobre el papel pero no lo veo tan sencillo en la práctica.
El caso es que los templos merecen muchísimo la pena. No dejo de imaginarme a ese niño, hace ya siglos, que le pregunta a su padre cuando va a rezar al templo que qué era aquello que hacían esos hombres, y supongo que el padre respondería con total normalidad "una orgía"... muy indio todo.
Hablando de esto me viene a la cabeza otra de las grandes falacias de las frases hechas, lo de ponerse en fila india, entendería que se llamaran filas alemanas, inglesas e incluso canadienses, pero ¿¿india?? Si aquí ni dios respeta una fila. Si llega la hora de subirse a un tren y maricón el último. Si para sacar un billete de lo que sea el último de la fila te traduce lo que te pide el de la ventanilla (y eso contando que la fila sea de 20 personas).
En fin que me desvío del tema, pienso que con ver este grupo de templos del oeste no es necesario ver el resto. Sin lugar a duda los más bonitos y mejor conservados son los que el indio paga 10 y al extranjero se le multiplica por 25 (por el culo te la hinco), es decir, los de pago.De todas formas nosotros por si acaso nos pateamos algunos templos de la zona este a la que algunos deciden ir en bicicleta porque están más lejos, y desde la que se obtienen buenas vistas de los alrededores.
Reventados de soportar una mañanita al sol contemplando arquitectura indoaria decidimos relajarnos un poco tomando un refrigerio en un restaurante mientras hacemos tiempo para poder ver el festival de la danza que precisamente se celebra todos los años entre febrero y marzo, y coincide con nuestra estancia en Khajuraho. Es entonces cuando el camarero que nos atiende nos dice que si podemos acompañarle a su casa porque le hace mucha ilusión presentarnos a su familia. Whattt?? Y no sólo eso, pretende que nos subamos los tres en su moto. Después de mucho insistir, y viendo que quedan dos horas para que comience el festival, decidimos aceptar la invitación no sin saborear una especie de desconfianza derivada de nuestra mala experiencia en Jaipur.
Ponemos rumbo a su casita que según el indio no son más de 10 minutos y aquello parece que se alarga un poco. Mientras, vamos encontrándonos con carteles de la policía advirtiéndonos a los extranjeros que no aceptemos invitaciones de desconocidos y que no abandonemos el núcleo urbano. Le pregunto al indio que qué pone el cartel y me responde que recomienda llevar casco. Ahí ya es como que se me ponen un poco a la altura del gaznate y empiezo a pensar un poquito mal. Vuelvo a preguntar un "¿cuánto falta?" y después de unos "2 minutos" laaaaaaaaargos llegamos a su casa.
Parece que aquello es una especie de comunidad donde vive la madre, los hijos, los tíos y cualquier persona con un quinto grado de cosanguineidad respecto al anfitrión. Nos invitan a pasar a una habitación con puerta de metal, sin luz debido a un apagón y con un chaval dentro que dice ser el hermano. Entro con la intención de liarme a hostias en cuanto vea algo raro mientras Gracia se sienta en la puerta con medio cuerpo fuera de la habitación.
De repente aparece la hermana y la madre con dos chais, unas típicas pastas indias, unas patatas y unos kellog's hechos con garbanzo. Respiramos aliviados mientras nos cuentan que el padre trabaja en un restaurante en Japón y que la hija va a casarse, de manera concertada, en menos de un mes. Nos agasajan, o mejor dicho, agasajan a Gracia con regalos tales como pulseras y flores. Ahí creo que resbalan porque yo también espero algo, será eso del karma indio que se me ha pegado, pero nada de nada.
Ahora viene lo bueno, nos invitan a la boda y nos dicen que tenemos que regalar algo a la novia. Gracia pregunta por sus gustos y casualidad que a la niña le encanta el oro, como no sea del que cagó el moro va a ser que ni de coña. Les decimos que ok para salir del paso y todos coleguitas, y ponemos rumbo al festival de la danza.
El muchacho nos acompaña y saliendo de la casa le suelta a Gracia delante mío que tiene un cuerpo muy sexy. Me acuerdo del indio masturbador de Amritsar y vuelve a salirme la vena taurina. Vislumbro de nuevo la plaza llena de pañuelos mientras a hombros doy la vuelta al ruedo con las dos orejas y el rabo. La cosa queda en un "te pongo mirando pa Cuenca" en un español castizo mientras dibujo una sonrisa propia de Jack Nicolson en la película de El Resplandor.
Y por fin nos encontramos sentaditos en el tan esperado Festival de la Danza India, y como amantes del baile que somos tenemos muchas ilusiones puestas en este momento del día. Comienza el espectáculo y... a los 40 minutos ya estábamos pensando en coger el tren, nuestra casa. Quizás porque esperábamos encontrar bailes más tipo Bollywood o quizás porque este tipo de danzas no van mucho con nosotros, el caso es que aguantar 2 horas viendo aquello nos pareció soporífero. Pensamos que siendo el máximo exponente en representación de lo que supone la danza india no entendemos como el bailarín presenta tal cuerpo de baile y gira cual borracho terminando la ronda.
Decidimos mejor dar una vuelta por las exposiciones colindantes y partir hacia la estación no sin antes toparnos con nuestro amigo-camarero que está en la puerta del restaurante oteando a lo lejos nuestro paso por la calle. Es ahora cuando saca de su bolsillo una pulsera y me la regala en señal de amistad (pura y desinteresada). Nos despedimos prometiendo un próximo regreso, no sin antes preguntarle el por qué tanto interés en que la familia conozca a unos simples turistas. Su respuesta fue simple: para ellos somos como dioses a los que pedir cualquier cosa y de ahí las ofrendas. Por mi parte, en este viaje, ya me han llamado en varios lugares sin más rodeos que "money". Para ellos somos dinero andante. Yo por si acaso me pido a Zeus que me va eso de soltar rayos y truenos.
To be continued...
Post escrito por : Guillermo T.R.
Precios orientativos en tuktuk:
- Desde la estación hasta Khajuraho : 100 Rps
Artículos relacionados con este viaje:
1º Namaste India - Toma de contacto
2º Caótica Nueva Delhi
3º Amritsar y el Templo de Oro
4º Agra y el Taj Mahal, una historia de amor contada a medias
5º Las dos caras de Jaipur
6º Jodphur, la ciudad azul
7º De cumpleaños en la ciudad romántica de Udaipur
8º Friends of Orchha : La Familia Panchhal
9º Khajuraho me pone ...