Dave Lizewski lleva una vida normal y corriente para un adolescente neoyorkino aficionado a los cómics. Movido por la pasividad de la sociedad, Dave decide enfundarse un traje de buzo que compra por Internet y enfrentarse al crimen: ha nacido el superhéroe enmascarado conocido como Kick-Ass. Su cruzada contra el mal no será nada fácil, encontrándose con peligrosos enemigos e inesperados aliados.
No hace mucho comenté en este blog el cómic Kick-Ass, éxito inesperado para sus creadores, quienes proponían una historia gamberra protagonizada por caricaturas de otros superhéroes que terminaba cayendo en la violencia desmesurada, sin mayores pretensiones y acompañada por expresiones malsonantes. Por suerte, mi sorpresa no pudo ser mayor al ver la película, que supera las dificultades del cómic al presentar una trama mejorada a base de pequeños detalles, los cuales profundizan en las motivaciones de los personajes y ayudan a construir una sátira más aguda que el festival de sangre propuesto en las viñetas.
El responsable de todo esto es Matthew Vaughn, amigo de Guy Ritchie que sorprendió gratamente con sus anteriores trabajos, Layer Cake y Stardust (estupendas cada una en sus respectivos géneros) y que ha luchado por la adaptación de Kick-Ass consiguiendo incluso que Brad Pitt figure entre los productores del filme. Junto a Jane Goldman ha desarrollado un guión que no deja respiro a los espectadores, a quienes sorprende por su frescura y mezcla de comedia adolescente con el mundo superheroico. Por si esto no fuera poco, Vaughn también se desenvuelve con una soltura insólita en la dirección, combinando elementos propios de su amigo Ritchie con los presentes en cintas como Scarface, Kill Bill, Matrix o en Spider-man y la reciente El Caballero Oscuro; eso sí, sin olvidar las referencias al cómic original (como prueban las secuencias animadas inspiradas en los dibujos de Romita Jr.).
La banda sonora juega un papel fundamental en Kick-Ass, pues aglutina desde El barbero de Sevilla a una canción compuesta por Mika para la ocasión; pasando por Elvis, La muerte tenía un precio, Joan Jett o The Prodigy, encajando cada tema perfectamente con la secuencia a la que acompaña. Mención especial merecen también los compositores británicos John Murphy y Henry Jackman por la parte instrumental, en la línea de otras piezas superheroicas.
Otro de los aciertos de Kick-Ass es su reparto, encabezado por Aaron Johnson (el joven John Lennon de Nowhere Boy), quien soporta con brillantez el papel principal. Por suerte, está respaldado por unos correctos Christopher Mintz-Plasse y Mark Strong (una vez más interpretando a un villano, van tres este año) como Red Mist y el mafioso Frank D'Amico, mucho más perfilados que en el cómic; además de las jóvenes estrellas adolescentes Lindsey Fonseca y Clark Duke junto a un comedido Nicolas Cage. Aun así, la estrella de la función que llega a robar protagonismo al propio Kick-Ass es Chloë Moretz en el papel de la agresiva Hit Girl, todo un descubrimiento que ha llevado a muchos a comparar a la pequeña actriz con Dakota Fanning.
Fresca y gamberra como pocas, Kick-Ass supone una sorpresa divertida que agradará no sólo a los aficionados al cómic gracias al buen hacer demostrado por el director y el reparto. Llegó la hora de patear traseros.