Estabas cerrando, lo sé porque te delataba un crujidito metálico.
Y yo observaba mientras comprobaba la pistola y efectuaba los cálculos.
Eres menuda, algo tosca y de voz crujiente. Tampoco me esperaba una mirada tan densa, tan curiosa.
Me pareció raro desde el principio que alguien te prestase atención, pero las apariencias a veces ocultan con láminas de colores las manchas de sangre.
Así que no, no sé porqué malgastar un acto tan poético en alguien tan pequeño y patético.
Terminas de cerrar la tienda y bajas ondulante la calle. Te sigo, no vaya a ser que cambies de ruta y me jodas los planes.
Óscar es un tipo nervioso, delirante. Tiene unas manos temblorosas y fuma constantemente.
Cuando contactó conmigo ya no tenía nada que perder, estaba tan roto que ni servía para puzzle.
—Tiene que ser rápido. No puedo esperar más.
—Perfecto, se hará cuando digas, pero antes debemos concretar los detalles.
La mitad por adelantado y la otra una vez finiquitado el asunto; te agradecería que no montes ningún numerito ni intentes no pagarme, bastante hago con permitirte un acto tan asqueroso. No me delate a A.R.T.E no te creerían.
No dijo mucho más, al menos esa vez. Nuestra siguiente conversación fue diferente:
—¿Por qué quieres hacerlo? No es lo habitual.
—Estoy cansado de lo habitual, me apetece tentar a lo imposible. Ella no va a hacerlo.
—Esto no es cuestión de imposibilidad, es completamente factible y de hecho, va a pasar.
—No te estoy pagando para que opines, joder. Si hubiese querido juicios no me habría decantado por ti.
—Eres un soñador (sonrisa irónica).
—Al menos yo aún conservo la esperanza de que no suceda y tengo sangre en las venas.
—Ya, también eres estúpido y estás tentando a la suerte.
—Mejor la tentación aunque sea suicida que la incertidumbre de la ignorancia.
—Tú sabrás, le dije. Si todo sale bien, disfrutaré con tu ruina.
—Estás demasiado seguro, puede que te sorprendan las circunstancias .
—Soy el mejor, ¿A qué tendría que temer?
Me encantan estos románticos empedernidos. Aún creen que van a poder salvarse.
Llegamos antes que ella y la esperamos pacientemente.
Abre la puerta y exhala. Mira a su alrededor sobresaltada.
—No te asustes, te traigo un regalo.
—¿Se puede saber quién coño eres tú y qué hace este aquí?
—Pensé que te alegrarías de verle. Llevabas tiempo buscándole.
—No, si de verle a él tenía ganas, lo que no sé es que cojones pintas tú aquí. No eres bienvenido, sicario de los cuerpos de Elrik.
—Cuando te cuente a lo que vengo me lo agradecerás.
—Lo dudo.
—Óscar es tuyo, se entrega a ti para que te vengues. Toma mi arma.
—Nadie me ha hecho más daño que él, es cierto.
Se unió a vuestras filas, se hundió en vuestra jauría y se arrancó el corazón y la humanidad por no amarme, por satisfacer su irá y su miedo.
Me dejó sola y se vendió a A.R.T.E. Tal vez merece morir, dame esa pistola…
—¿En nuestras filas? No puede ser. ¿De qué habla esta puta loca?
Ella mientras apuntó hacía el, que permanecía inmóvil con una mueca extraña.
Vi la rabia en los ojos de ella, puso el dedo en el gatillo y…
—¿Qué haces, hija de puta?
—Dispararte.
—Pero, ¿Por qué, maldita enferma?
—Es cierto que buscaba a Óscar, pero no para vengarme. Le buscaba para salvarle, para perdonarle, para volver a tener sus ojos cada día. Al principio le odié, quise matarle, desvanecer su rastro del planeta, Pero ya no…
La venganza me lo quitó, los servidores de la muerte, el sadismo y el rencor le hicieron desear el mal.
—El ya era malo…
—No, el dolor le hizo dar fuego a sus demonios ¿Verdad, Óscar?
Óscar tiene una pistola, se ríe a carcajadas y su mirada es la de un demente.
—De verdad, sois tronchantes. El Sicario imbécil y la señorita amor y perdón. Os lo voy a explicar. A ti, Sofía, te odio por tu dichosa bondad, porque siempre has sido la única puta cosa que me recordaba que fui humano, estúpida. ¡Ojalá Elrik me hubiese llamado antes! Nada me sacia más que el cosquilleo de la maldad. Y tú, Sicario, sólo eras mi coartada, mi maravilloso poema final.
Vais a morir los dos, ¿Lo sabéis, no?
Quédate con tu perdón, proscrita.
(Óscar dispara directo a la cabeza)
Y tú, robot traidor, quédate con tu vergüenza. Seréis mejores, viviréis más, pero nunca seréis humanos, nunca entenderéis lo que el dolor despierta. La maldad innata que despertó en mi el sufrimiento. Estas programado para el mal, pero no entiendes lo que es. ¿Creas en serio que me iba a dejar matar por amor? Puta máquina inútil…
¡Me ha disparado¡
Óscar desaparece. Silencio, la muerte me llega. El ácido se desparrama y los circuitos se apagan. Los seres humanos no son de fiar.
Al menos, ha disfrutado cuando la mataba.
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