Kingsman: Servicio secreto (Kingsman: The Secret Service, Matthew Vaughn, 2014) presenta al siempre encantador Colin Firth en el papel de Harry Hart (Galahad como nombre en clave), que incluye en un peligroso programa de entrenamiento al conflictivo Gary 'Eggsy' Unwin (Taron Egerton) con el fin de conseguir que el joven entre a formar parte de una sociedad secreta de agentes. Mientras tanto, un tarado preocupado por el medio ambiente (Samuel L. Jackson como el psicópata Valentine) planea llevar a cabo un salvaje plan que terminará con el calentamiento global y ya de paso con unos cuantos ciudadanos.
No es que yo sea un público difícil a la hora de ver pelis de acción, pero el caso es que Kingsman me ha parecido una estupenda manera de emplear una tarde; es entretenida, emocionante y al salir del cine te dan ganas de apuntarte a clases de tiro, de paracaidismo y de artes marciales.
Sí es verdad que el coprotagonista (Egerton) resulta un pelín arrogante en ocasiones, y que Samuel L. Jackson es algo excesivo en su papel de malo. Además, hay una inconsistencia bastante gorda en el proceso de selección del mencionado programa de incorporación a la agencia y una gracieta extremadamente chabacana al final de la peli que tira por tierra toda la elegancia de la cinta.
Aún así, Kingsman es muy recomendable para los fans de las pelis de espías y de acción. E incluso para los que no lo son, es suficientemente entretenida como para que pasen un buen rato si van a verla. Total, recomendadísima, recordando siempre, eso sí, que no deja de ser un amago de comedia con las pretensiones justas.
Me voy a buscar a alguien que me enseñe a pegar tiros.