Revista Asia

Kioto

Por Amoreno
A finales de Julio he pasado unos días en Kioto.
Kioto
Fue un viaje que hice en solitario. Necesitaba tomarme unos días de respiro y desconectar después de haber acabado el primer trimestre del Master, en el que he estado bastante liado no sólo con las clases sino también con mi proyecto de investigación.
Kioto
Kioto fue la antigua capital de Japón hasta 1868, cuando tuvo lugar la Restauración Meiji y el gobierno fue trasladado a Tokio. Debido a su rico patrimonio cultural, la ciudad se salvó de ser bombardeada durante la segunda guerra mundial y en la actualidad es la ciudad de Japón que más edificios tradicionales conserva, algunos de los cuales han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La cantidad de monumentos de interés cultural es abrumadora, resulta inabarcable visitarlos todos en una semana y sólo visitar los más importantes lleva como mínimo 3 días: templos budistas, santuarios sintoístas, jardines típicos japoneses, un suntuoso palacio imperial y hasta un castillo amurallado. Kioto tiene de todo.

He intentado marcar los principales lugares de interés turístico en este mapa. A mí me llevó 5 días ver estos y alguno más, pero me tomé las visitas con mucha calma y disfrutando de la estancia en cada uno de los lugares. Lo más sencillo para organizarse es dividir la ciudad por partes y dedicar un día a cada una recorriendo los sitios uno tras otro. Algunos puntos están al alcance caminando desde la estación de Kioto, a otros se llega utilizando la red de tren o de autobuses urbanos.
Centro de Kioto
En el centro tenemos en primer lugar el Palacio Imperial de Kioto o Kyōto Gosho. Se encuentra rodeado por el Parque Imperial, una amplia zona de jardines abierta al público.
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El Palacio Imperial admite únicamente visitas guiadas. Se necesita una autorización especial para visitarlo que se puede conseguir en la oficina de la Agencia de la Casa Imperial, situada dentro del parque. Es necesario llevar el pasaporte. Las visitas guiadas son de L-V a las 10am y a las 2pm.
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Creo que la visita merece mucho la pena para conocer cómo era la vida de los emperadores de Japón. El Palacio sirvió de residencia del emperador cuando la ciudad era la capital de Japón hasta que se trasladó a Tokio en el año 1868. En la actualidad, el emperador reside en el Palacio Imperial de Tokio, que no se encuentra abierto al público.
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Aún cuando la capital imperial fue trasladada, el Palacio Imperial de Kioto conservó algunas funciones importantes como la ceremonia de coronación del emperador y del príncipe heredero, que tienen lugar en el Salón para las Ceremonia de Estado o Shishinden.
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El palacio ya no es lo que era y la mayoría de los edificios ya no existen, pero todavía quedan algunos que eran utilizados como aposentos por el emperador y un precioso jardín en la parte de atrás.
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En Kioto uno puede deleitarse con hermosos jardines casi en cada templo y cada palacio. Lo más interesante de estos jardines es que están hechos con musgo, en lugar de hierba o césped.
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No lejos del Palacio Imperial se encuentra el Castillo Nijō o Nijō-jō. El castillo es más bien una fortaleza, ya que se encuentra rodeado por dos defensas de muros de piedra y un foso. Este castillo fue ordenado construir durante el mandato de Tokugawa Ieyasu, el fundador del shogunato Tokugawa, para protegerse de sus enemigos. Durante el período de gobierno de los shogunatos, existía en Japón una especie de dictadura militar sometida al emperador. El shōgun, convertido en general de las fuerzas armadas de Japón, tenía el poder militar y político del país; mientras que al emperador le fueron asignados el poder espiritual y religioso.
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Este lugar era la residencia de los shogunes Tokugawa en Kioto. Durante el shogunato Tokugawa la capital del país estaba en Edo, que tras la Restauración Meiji pasó a conocerse como Tokio, mientras que en Kioto se ubicaba la Corte Imperial.
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El edificio principal del castillo Nijō es el Palacio Ninomaru. Su arquitectura es simple y elegante, al estilo de las antiguas residencias de los samuráis. El diseño original del castillo estaba pensando para proteger al shōgun de posibles asesinos. Por fuera del edificio, el suelo formado por pequeñas piedras servía para advertir la presencia de posibles intrusos, ya que estas hacían ruido al ser pisadas. Resulta aún más interesante por dentro, donde el piso de los pasillos se construyó de modo que “crujía como cuando los pájaros caminan”, razón por la que era conocido como "Piso del Ruiseñor". En su interior contiene también una lujosa decoración en forma de grabados de madera y puertas corredizas adornadas con diversas pinturas realizadas por artistas famosos de la época.
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El jardín Ninomaru también merece la pena. Se dice que su diseño fue concebido por un maestro de jardines y maestro de la ceremonia del té.
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En el centro se ubican también los distritos de Gion y Pontocho, que recomiendo visitar al atardecer y por la noche. Ambos tienen la denominación de Hanamachi o barrios donde habitan las geishas.
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Gion es un barrio tradicional de Kioto que data de orígenes muy antiguos y que ha sabido preservar el estilo de arquitectura típico de las casas japonesas, así como las artes de entretenimiento clásico. Es mundialmente famoso por la presencia de las geishas y las maiko (aprendices de geisha).
Kioto
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El distrito de Gion se construyó con el propósito de acomodar a los viajeros y visitantes del santuario de Yasaka. Cobró especial relevancia gracias a los restaurantes y a las casas de té, establecimientos donde las geishas, artistas del entretenimiento tradicional japonés (música, baile, y poesía), ofrecían sus servicios a los clientes. Y así se ha mantenido por los siglos de los siglos, por aquí han pasado desde los samuráis de la edad media hasta los modernos hombres de negocios en la actualidad. No obstante, el "mundo de las flores y sauces", como se conoce la cultura que rodea a las geishas, está en declive y actualmente quedan aproximadamente sólo unas 1.000 en Japón.
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Cuesta llegar a comprender cómo Gion ha logrado conservar esa atmósfera tradicional con el paso del tiempo hasta el punto de que uno puede pasear hoy en día por sus calles y al girar una esquina toparse de bruces con una maiko (aprendiz de geisha) que acude a su cita con paso ligero pero firme y elegante. El momento es tan fugaz que a veces cuesta distinguir si se trata de una maiko auténtica o una turista disfrazada. Os dejo con el misterio...
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Cuando cae la noche y se encienden los farolillos de los establecimientos nos transportamos a esa época antigua en la que los viajeros llegados de todas partes buscaban un poco de diversión antes de reposar.
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En el presente, Gion sigue siendo una de las zonas más exclusivas de la ciudad de Kioto, un mundo misterioso al que muy pocos tienen alcance.
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Pontochō es otro de los Hanamachi de Kioto y también podemos encontrarnos geishas. La calle principal transcurre paralela al río Kamogawa y está repleta de tabernas y restaurantes.
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Durante el verano son muchos los restaurantes de Pontochō que disponen de terraza al aire libre en la parte de atrás. Si el bolsillo se lo permite, uno puede hacer el esfuerzo y tener una agradable velada nocturna cenando con vistas al río.
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Oeste de Kioto
En el oeste se encuentra un conjunto de templos importantes de Kioto. Empezamos con el Templo del Pabellón Dorado o Kinkaku-ji. Es uno de los iconos más representativos de Kioto y en general de los templos en Japón. Fue construido en 1397 como residencia de descanso del shōgun Ashikaga Yoshimitsu. El Pabellón Dorado es un edificio de tres plantas recubierto de hojas de oro puro. Cada una de las plantas representa un tipo de arquitectura diferente: el primer piso representa el estilo del palacio imperial, el segundo representa el estilo de la casa del samurai; y el tercero tiene el estilo de un templo Zen.
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Desde el Kinkaku-ji se puede llegar al Ryōan-ji. Este templo Zen alberga uno de los jardines secos más famosos de Japón. El lugar invita a la meditación. Fue construido a finales del siglo XV y el misterio rodea tanto a su creador como al significado que quiso expresar con su composición.
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El jardín está formado por arena blanca rastrillada, musgo y 15 piedras dispuestas en 3 grandes grupos. A simple vista su disposición parece aleatoria, pero unos investigadores encontraron un patrón de árbol escondido dentro de la estructura del jardín que dicen puede ser captado por nuestro subconsciente sin que lo notemos. Dicha armonía nos produce una sensación placentera al observarlo.
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Más al Oeste se encuentra Arashiyama, un área que destaca por su naturaleza y por sus bosques. A los japoneses les gusta mucho venir en primavera para observar los cerezos en flor y en otoño para ver el cambio de color en las hojas en los árboles. Se puede llegar fácilmente tomando el tren desde la estación de Ryōan-ji haciendo transbordo en Katabirano-tsuji.
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Una de las atracciones de Arashiyama consiste en pasear cruzando un bonito bosque de bambú.
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Este de Kioto
En el este no lejos de la estación de Kioto queda el Sanjūsangen-dō.
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Se trata de un templo budista que es también conocido como el Templo de los 1.001 Budas porque en su interior contiene 1.001 estatuas de la diosa Kannon, la diosa de la piedad y la misericordia con mil brazos. Las imágenes están hechas de madera de ciprés japonés recubiertas de oro. En su interior no está permitido sacar fotografías, así que os dejo una imagen de archivo.
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En la montaña de Higashiyama se encuentra el Kiyomizu-dera, sin lugar a dudas uno de los más impresionantes de Kioto.
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El edificio principal destaca por una enorme baranda sostenida por una estructura de pilares de madera a una altura de 13 metros. Durante el período Edo existía la superstición de que aquel que sobreviviera a un salto desde esa terraza le sería concedido un deseo. Muchos peregrinos lo intentaron y algunos lo consiguieron.
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El templo budista de Kiyomizu recibe su nombre, Templo del Agua Pura, de las cascadas que bajan de las colinas cercanas. Justo debajo de la terraza se encuentra la cascada Otowa-no-taki formada por tres canales de agua que caen en un estanque.
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Los visitantes del templo pueden beber agua de la cascada con ayuda de unos cazos de metal. Se piensa que este agua tiene propiedades terapéuticas y aporta salud, longevidad y éxito en los estudios.
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En el noroeste está el Ginkaku-ji, otra de las joyas de templos budistas en Kioto.
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Su nombre significa Templo del Pabellón de Plata. Fue construido en 1474 por el shōgun Ashikaga Yoshimasa en un intento por emular el Kinkaku-ji o Templo del Pabellón Dorado construido por su abuelo Ashikaga Yoshimitsu, pero lamentablemente no llegó a recubrir el edificio con plata tal y como lo había planeado.
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Desde el Ginkaku-ji arranca el conocido como Paseo del Filósofo, que transcurre paralelo a un viejo canal rodeado de cerezos que en primavera florecen y lo convierten en uno los lugares más bonitos para pasear.
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Caminando por el Paseo del Filósofo podemos llegar a un buen número de templos interesantes al este de la ciudad. Entre ellos está el Heian-jingū o Santuario Heian. Reconoceréis el lugar por este enorme torii (arco tradicional japonés) de color bermellón.
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El santuario fue construido en 1895 en conmemoración del 1.100 aniversario de la fundación de Heian-kyō, nombre que recibía Kioto cuando era la capital de Japón durante el período Heian (794-1185), un período de la corte imperial japonesa que destacó por su arte, su poesía y su literatura.
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Los edificios en su interior constituyen una impresionante réplica del Palacio Imperial a escala 3/4.
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En la actualidad es uno los santuarios sintoístas más visitados de Kioto. A menudo pueden verse las sacerdotisas encargadas de administrar el templo.
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Sur de Kioto
He dejado para el final el Fushimi Inari-taisha, situado en el sur a las afueras de la ciudad.
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Se trata de un santuario sintoísta dedicado al espíritu de Inari, una de las deidades más veneradas en Japón representativa de la fertilidad, el arroz, la agricultura, la industria y el éxito en general.
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En los templos sintoístas dedicados a Inari suelen hacer acto de presencia los zorros o kitsune, que actúan como mensajeros del dios y forman parte importante del folklore japonés. Las estatuas suelen aparecen en pareja flanqueando el altar o la entrada al santuario y se representan sosteniendo la llave del granero de arroz o un pergamino en la boca.
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El templo de Fushimi Inari-taisha es especialmente conocido por los miles de toriis rojos que delimitan el camino hasta la cima de la colina, donde se encuentra situado el santuario.
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Los torii son donaciones de particulares, familias o compañías al espíritu de Inari, considerado el protector de las cosechas de arroz e históricamente asociado con la riqueza. Detrás de cada torii podéis ver escrito el nombre del responsable de la donación. El número de torii es incontable.
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Los senderos alineados por torii son una de las imágenes típicas de Japón y si venís de viaje no podéis dejar pasar la oportunidad de perderos por estos pasillos. Dicen que el crepúsculo es la hora mágica para visitar este templo, cuando los faroles están iluminados.
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Esto y mucho más es lo que podéis encontrar en Kioto, una de las ciudades más importante de Japón. Como podéis ver hay una gran cantidad de sitios interesantes que visitar y conviene por tanto dedicarle un mínimo de 3 días. Yo le dediqué 5 días y todavía me quedé con ganas de ver más así que es probable que regrese pronto.

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