Huesca 2019.
Eloy caminaba por una senda de Margudgued al atardecer de aquel aciago día sin esperar que un séquito de cuatro encapuchados de negro lo asaltaran de repente y le golpeasen la cabeza.
Perdió la consciencia.
Cuando volvió a abrir sus ojos en mitad de la oscuridad de la madrugada, en medio de unas marcas circulares formadas con piedras, quiso gritar al ver a los encapuchados, pero nadie acudía en su ayuda y éstos seguían con sus cánticos particulares, degollando a una oveja.
Una de las encapuchadas acercó el cuenco lleno de sangre bovina a la boca de Eloy, que estaba atado de pies y manos.
-¡Dejadme ir! ¡Estáis locos!-exclamó.
De nada sirvió. Le hicieron tragarme aquel líquido ardiente y otro de los encapuchados le cogió del cuello y le asfixió.
***
Eloy despertó a la mañana siguiente, pero su mirada era diferente. Vacía de bondad y fría como un témpano de hielo.
Un encapuchado se acercó.
– ¡La Señora ha despertado!
Eloy clavó sus nuevas garras en la garganta del tío y bebió de su sangre.
– ¡Habéis tardado siglos en despertarme!
Los otros encapuchados, con los ojos desorbitados, se asustaron.
– Perdónenos, Señora.
-Ahora me comeré al Mundo.
-Sí, Señora. Y nosotros la adoraremos.
Escrito por Luis M. Sabio
