Miquel Barceló, auténtico “gurú” de la ciencia ficción en España, (no confundir con el pintor contemporáneo) afirma que es bien curioso cómo la mayoría de novelas del género tienden siempre hacia un futuro caótico sacudido de guerras y decadencia. Ciertamente, no abundan las novelas donde el Futuro sea puesto "en color de rosa", con facilidades por todos lados y una mejora exponencial de la calidad de vida humana. Aplicado a la zoología, no cabe duda de que “todas” las predicciones se encaminan hacia una “Sexta Extinción” (como escribiera Richard Leakey), donde muchas de las especies animales y vegetales desaparecerán de nuestro Planeta, algunas sin haber llegado a ser descubiertas...
Permítanme escribir en estas líneas una cábala al respecto. Más allá de una óptica de destrucción, quisiera “girar la tortilla” y hacer que nos fijemos en las posibles, aunque siempre imprevisibles, novedades que pueden acaecer en los tiempos futuros. Estoy prácticamente seguro de que pasados unos años no habrá ningún territorio virgen.
Toda la Tierra habrá sido, de una u otra forma, colonizada. Es bien probable que el déficit natural sea suplido con soluciones ingeniosas. Veo grandes rascacielos culminados por bosques urbanos. Árboles robóticos capaces de intercambiar dióxido de carbono por oxígeno a gran ritmo. Veo una capa de ozono “reparada”. Los grandes jardines (cuasi genuinamente tropicales) no serán difíciles de encontrar, y NINGUNA de nuestras especies animales “más queridas” habrá desaparecido. Quédense con lo de “queridas”. Dentro de las diferentes líneas evolutivas adoptables por la Naturaleza, tal vez se generalice aquella que conduce hacia bestias más amigables. El “atractivo”, lo apreciable, lo cariñoso y amigable seguro que serán factores evolutivos muy positivos para todas aquellas especies que los adopten. El panda gigante, el oso hormiguero, el titi leonado... o el koala, seguro que estarán presentes en los próximos tiempos, aunque su supervivencia sea plenamente artificial, producto de programas de laboratorio y cría en lugares especializados. Aunque pueda parecernos mentira, los servicios medioambientales australianos se han visto forzados en varias ocasiones a esterelizar o reducir las poblaciones de koala. En ciertos lugares su número amenaza a los propios eucaliptos, siendo todo un problema el hecho de que se haya potenciado la superviviencia de esta amigable especie, y no de sus depredadores. Seguramente, en los próximos tiempos los grandes depredadores desaparezcan, o bien se conviertan en seres alimentados con carne de granja. La tendencia es obvia: cualquier animal peligroso para el ser humano acabará siendo expulsado de su hábitat. Animales como el koala o el oso panda estarán entre algodones cuasi eternamente. El propio “merchandising” que generan los transformará, de hecho ya ha sucedido, en valiosos activos. Parece mentira que el koala haya tenido alguna vez “primos” feos y de gran tamaño, excavadores de surcos o, incluso, feroces depredadores. La evolución, junto a la acción humana (que no deja de ser un factor de ésta, cada vez más imprescindible) ha ido potenciado la aparición de seres tiernos e inofensivos, y no parece que vaya a cambiar la tendencia de seguir los humanos por muchos millones de años.
De todos sus primos, el koala ha tenido, sin lugar a dudas, uno especialmente pavoroso: el león marsupial (Thylacoleo carnifex). Cojan lápiz y papel y dibujen un koala “en forma”, sin gorduras y con un cuerpo felino. Añadan una dentadura de wombat (sus primos) con dientes más desarrollados y tendremos a un espécimen muy parecido al terrible Thylacoleo. A diferencia de otros depredadores australianos existentes o extintos (véanse el lobo marsupial o tilacino o el célebre diablo de Tasmania), el león marsupial no dejaba de ser un primo “malo” de wombats, koalas y canguros. Fue el miembro malvado del orden de los dripodontos. Su existencia tenía una justificación evolutiva en un Mundo sin humanos. Con hábitos similares al león o el leopardo (con quienes experimentó una cierta evolución convergente, pero siempre desde la ausencia de parentesco), fue un controlador clave de canguros y demás marsupiales. La llegada del hombre, junto a un gravísimo Cambio Climático que desertizó cuasi la totalidad de la isla-continente australiana, hizo que el león marsupial fuera desapareciendo hasta su total extinción. Además de por no presentar peligro alguno para el hombre, su “primo”, el koala, sobrevivió entre las ramas de eucalipto, experimentando en la actualidad una suerte de “renacimiento como especie”. ¿Podemos comenzar a decir que el ser “bonito”, “amigable”, “tierno”... es un factor evolutivo positivo? ¿Es la garantía de que especies como el koala, el oso panda o el kiwi vayan a sobrevivir, aunque sea en jardines zoológicos? Creo que sí. Fotografías: 1) Koala (http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Australia_Cairns_Koala.jpg) sujeto a CC-BY-SA licence. 2)Esqueleto del Thylacoleo carnifex en la Cueva de Naracoorte, en Australia Meridional.