Kodak, en quiebra voluntaria

Hoy Kodak se ha declarado en quiebra voluntaria. Lo cuenta muy bien el WS Journal (Kodak Files for Bankruptcy Protection), y lo recogen muchos medios (Kodak, en bancarrota).

La imagen digital ha desbancado 131 años de dominio de la imagen química en fotografía y cinematografía. Kodak, pese a haber inventado en 1975 la imagen digital, no ha sabido adaptarse industrialmente, como han hecho -por ejemplo- las cámaras Arriflex o Panasonic (derecha e izquierda en la imagen): después de años de filmar en 16, 35 o 65 mm., ahora han entrado sin solución de continuidad en la digital cinematography o el digital cinema.

Si ya se estaba introduciendo en el lenguaje ordinario o popular decir "grabar una película", en vez del tradicional "filmar una película", a partir de la muerte del cine en 35 mm. habrá que explicar a las nuevas generaciones qué quería decir "filmar", y qué diferencias tenía el filmar con el actual grabar películas.

Sin entrar aquí y ahora en los vericuetos técnicos ni estéticos que circulan por las páginas del número de noviembre pasado de Cahiers du Cinéma, dedicado al cine digital (numérique en francés), ni siquiera en algunas de las preguntas concretas o los razonamientos que levanta este asunto, está claro que en adelante la experiencia cinematográfica ya no será lo que era.

En este momento basta levantar acta de la defunción de Kodak, y con ella del cine filmado en 35 o 65 mm., en todo tipo de formatos de pantalla. Y pensar que las pantallas de los cines ya no exhibirán las rayas producidas por el paso de las películas en los proyectores, ni el ronroneo de fondo en las filas traseras, ni las protestas al saltar el encuadre y tener que ver el nervio entre los fotogramas... rompiendo el encanto de aquella a veces trabajosa willful suspension of disbelief, que permitía volcarse dentro del mundo de las películas, sabiendo siempre que el mundo real permanecía presente en el patio de butacas.

Queda por pensar mejor qué tipo de nueva suspensión voluntaria de la incredulidad necesitaremos para saber entrar y salir del mundo de una película que visualmente no tiene el mínimo defecto y con un sonido que nos envuelve por completo. Cierto que siempre habrá expertos que hablarán de profundidad de campo y de contrastes lumínicos y de pixelados (en vez de granulados) de la imagen.

La muerte anunciada de Kodak y las posibilidades de fabricación digital de imágenes y sonidos sin contar con una realidad profílmica, puesta delante de la cámara, dado que ya ni siquiera será necesaria la existencia de una cámara que grabe algo que tenga delante, eso cambia sin duda las reglas de juego entre la pantalla y el espectador.

Volveremos sobre el asunto, porque desde luego no tienen igual hechura ni textura ni manipulación las imágenes de El árbol de la vida respecto, por ejemplo, de las de The social network.