Una de las últimas películas nominadas al Oscar en la categoría de mejor película extranjera en la pasada edición ha llegado finalmente a nuestro país y lo hace con un recibimiento cálido por parte de la crítica y del público. La cinta noruega, la más cara en la historia de aquel país, es en realidad una reinvención del inolvidable viaje que el explorador noruego Thor Heyerdahl realizo en 1947 a través del océano Pacífico, siendo más especifico, desde Perú hasta la Polinesia. Dicho viaje buscaba comprobar, según Heyerdahl, que la Polinesia había sido descubierta y colonizada en primera instancia por los nativos sudamericanos y no por los asiáticos como por años se creía.
Esta historia ya fue contada, a manera de documental, por el propio Heyerdahl, hazaña que le valió un Oscar a mejor documental. Fue tal el éxito de dicho suceso que se escribió un libro sobre aquella travesía y a día de hoy goza de mucho cariño por parte de los lectores alrededor del mundo. Esta película esta basada en dicho libro, aunque es evidente que tomaron parte del documental como base audiovisual. El resultado es interesante a nivel narrativo y sumamente hermoso a nivel técnico.
La película esta dirigida por Joachim Rønning y Espen Sandberg, desconocidos en esta parte del mundo pero que habrá que seguirlos, y esta protagonizada por el igualmente desconocido Pål Sverre Valheim Hagen en la piel del aventurero Thor Heyerdahl. Desconozco la similitud en apariencia física y emocional con el Thor “original” pero creo que el papel le ha quedado sumamente grande por no decir inmenso. Y ojo, no creo que el actor sea malo pero le falta esa profundidad narrativa, quizás culpa de un flojo guión, para realmente identificarnos con él. Y es que la historia comienza de una manera muy acertada y amena. Thor jugando de niño tratando atravesar un río congelado. Una visión en paralelo de lo que le depara su futuro.
Desafortunadamente su vida adolescente, creo que parte fundamental en la formación de cualquier gran hombre, queda en el olvido y su vida adulta, así como la relación con su esposa y madre de sus hijos queda relevada prácticamente a segundo termino con lo cual queda en primera plana su viaje a través del océano. Y esta última parte no es que sea del todo irrelevante, pero sin un trasfondo emocionante que nos lleve hasta este punto la cosa decae un poco pero tampoco para entrar en crisis. El dúo de directores decidieron apostar por una única cosa: la espectacularidad y belleza de la travesía. Y creo que en eso cumplieron a la perfección.
Kon-Tiki, titulada ridículamente en nuestro país como Un viaje fantástico, se convierte en una aventura familiar y emotiva por el simple hecho de embarcarnos, a nosotros como público, en las inhóspitas aguas del océano y de los terribles e igualmente hermosos enigmas que contiene en sus profundidades. Si bien cada uno de los tripulantes no carece del carisma necesario para conectar con el público, el simple viaje significara en ellos una trasformación física y emocional muy grande y coherente con el desarrollo de la historia hasta finalmente llegar a ese maravilloso desenlace. La hipnótica música y la formidable fotografía ayudan a que el viaje sea placentero y extraordinario, justo como lo imaginábamos.
Creo que Kon-Tiki es una película que pese a tener fallos, que son varios, logra salir a flote por esa valiente decisión de concentrarse en el viaje y ofrecernos un manjar audiovisual para nuestros sentidos. Quizás algo exagerada su nominación al Oscar pero sin duda una competente competidora en la votación final. Un filme que deben ver en familia o con sus amigos y que valdrá mucho la pena disfrutarlo en una sala de cine. Cumplidora.
★★★☆☆