Somos
algo así como una guitarra
desvencijada. El viento, al pasar,
despierta versos y ruidos discrepantes
en las cuerdas que cuelgan: son cadenas.
Somos
unas antenas increíbles.
Alzadas como dedos hacia el caos,
en sus puntas resuena el infinito,
pero pronto caerán hechas pedazos.
Somos
como sentimientos difusos
sin esperanza de agruparse.
La realidad se enreda en nuestros nervios.
Nos
duele el cuerpo y el recuerdo.
Las cosas nos repelen y la poesía
es el refugio que envidiamos.
Traducción de Fruela Fernández