Cuánto tiempo sin escribir por aquí y es que la vida se me ha complicado un poco estos últimos meses, espero que para bien, así que he tenido que olvidarme del blog durante esta temporada. No sé si ahora podré hacer entradas regulares como antes, pero al menos hoy vengo con una nueva reseña que sigue la línea de mis últimas entradas: un anime MUY corto.
Kowarekake no Orgel, algo así como "Caja de música medio rota", es un OVA de 2009 que ya había visto hace años y que en su momento recuerdo que me tocó la fibra sensible. Además, tiene una canción muy bonita como ending que pasó a mi lista de mp3. En su momento no le hice reseña así que ahora que lo he revisionado toca ver qué impresión me ha dejado. Argumento
Keichiro es un joven que, una noche, refugiándose de la lluvia bajo el alero de un templo, se fija en una pila de basura que han dejado ahí. Lo que más llama la atención es un "Parent", un androide con aspecto de niña que realiza tareas de casa, abandonado sentado en un viejo sillón con una girasol entre las manos. Aunque Keichiro le da la espalda, cambia de opinión y se la lleva a una tienda de electrodomésticos en que el dueño le dice que no tiene reparación posible. El joven se la lleva a casa y la deja entre la basura con la idea de tirarla a la mañana siguiente. No obstante, al despertar, el robot le está haciendo el desayuno. No recuerda nada sobre quién fue su anterior propietario y resulta bastante torpe en las tareas pero decide quedársela y le pone Flower por nombre.
ReseñaLa trama no puede tener un punto de partida más cliché. Así, que me venga a la mente, el inicio es prácticamente calcado a Chobits y Amor programable. Lo de que el o la protagonista de turno se encuentre un robot muy especial tirado en medio de la basura empieza a estar muy visto. Aquí la mayor diferencia es que no hay ninguna componente romántica pero sí que destaca por tener un punto muy emotivo y es que, con las primeras escenas que muestra el OVA, ya sabemos que la cosa se pone triste llegado cierto momento.La relación entre ambos personajes es muy pura. Keichiro toma un rol de hermano mayor y ya. Por su parte, Flower es en todos los aspectos posibles una niña adorable. De hecho, en cierto momento aparece otra "Parent" más avanzada que actúa como un robot de verdad, sin expresiones y con una voz mucho más electrónica. Creo que un robot que puede expresar sentimientos, deseos y hasta llorar es algo mucho más desarrollado que una simple interfaz "sin alma". Otra incongruencia es que sean robots diseñados para poder comer. En fin, que no hay que tomarse muy en serio lo que plantea. Además, no deja de dar mucha cosita tener a una niña haciendo tareas de la casa y mejor no pararnos a pensar en quiénes habrán adquirido estos robots... Más que en el tema de los androides, propio de la ci-fi, la trama gira alrededor de la vida de Keichiro. A cuentagotas se nos dan elementos de información con los que entendemos más por qué es como es y hace lo que hace, por ejemplo, por qué recogió a Flower y se vio incapaz de dejarla entre la basura. En realidad es un OVA bastante triste pero, a diferencia de cuando le di mi primer visionado, ahora no me ha emocionado apenas. Es quizás demasiado breve y cuanto más fuerzan que se coja cariño a los personajes, menos consiguen impactar cuando toca. Me ha pasado un poco lo mismo que con otra obra del mismo género: Plastic Memories. Al menos aquí tenemos la excusa de la duración limitada, en la serie era un despropósito manipulador tras otro.La animación está bastante bien y el diseño de personajes es sencillo pero bonito. Sin duda, Flower es la adorabilidad hecha robot. Por desgracia, no puedo quitarme de la cabeza que parece un producto pensado para atraer a un público con fetiche por el lolicón y el moe.En definitiva, un OVA con una trama triste que, según os pille, os emocionará más o menos. No es original y no os perdéis nada por no verlo nunca, para qué mentir, pero si os lo cruzáis y tenéis media hora muerta sin nada mejor, puede ser una opción a considerar. También recomendaría verlo en verano, pues la acción transcurre en esa estación y ahora, con el frío que todavía hace, no termina de pegar demasiado.