Cuando por obra y gracia de la feria universal hecha en Alemania en el año 2000 los alemanes volvían a grabar, por encargo, nuevo material desde el 86, saltaron las alarmas.
Ya todos nos frotábamos las manos ante un nuevo disco después de tanto tiempo.
Pero hubo que esperar tres años más, en 2003, para que el grupo editase nuevo trabajo, coincidiendo con el centenario del Tour de France, a modo de homenaje a tan reconocido evento deportivo.
Ralf y Florian fueron desde siempre unos apasionados de este deporte, del cual decían que el hombre encima de una bici era la unión perfecta entre el hombre y la máquina.
Ya no estaban para este disco ni Flur ni Bartos, cansados de tanta espera entre cada trabajo y también por el perfeccionismo casi enfermizo de los otros dos miembros fundadores.
Esto es algo que se agradece en el resultado final para los oyentes, pero estar ahí, en el estudio, meses, años, esperando el visto de bueno, debe de ser para pegarse un tiro.
Para este disco están Fritz Hilper, que ya estaba en el disco The Mix del 91, y Henning Schmitz.
Aunque soy de los que creo que con el tercer trabajo del 73 (Ralf & Florian) en algunos momentos ya habían adelantado a muchos, está claro que durante sus siguientes trabajos que abarcan desde el 74 al 86 los germanos estaban a años luz de sus contemporáneos.
Estaba claro que desde Electric Café sus hijos, incluso sus nietos, habían aprendido, asimilado y comprendido las enseñanzas del grupo, así que estaba, o por lo menos yo lo tenía, que ya no tenían nada que adelantar, ni nada que demostrar.
Como no podía ser de otra manera, me acuerdo de estar en Salamanca, y paseando, vi el disco en una tienda y ya no esperé a llegar a mi ciudad, entre y lo compré.
Siendo sincero, cuando lo pude escuchar como a mi me gusta, se me quedó un poco cara de tonto.
No estaba mal, pero no era lo que yo me esperaba de ellos.
El tema Tour de France, dividido en prólogo más tres partes (a modo de etapas) también pudiendo incluir a Chono con ellas, se me antojaba demasiado largo y monótono.
Además finaliza el disco también con una nueva revisión de Tour de France. Execesivo.
Aunque también, siendo justos, el tema Tour de France, con sus etapas, nada tiene que ver con su mítico tema.
Hay que reconocer una cosa de este disco, y es que el sonido y la producción siguen siendo impecables, para quitarse el sombrero. Y es por ello que creo que el disco logra que sigas prestando atención en determinados momentos.
Como el disco es no sólo un homenaje, sino que es un álbum concepto sobre el Tour, el disco sigue con el tema Vitamin. Tema que no está nada mal, no señor. Ritmo lento, sincopado, la voz de Ralf tranquila, reposada, pero firme.
Aero Dynamik y su secuela Titanium, es el tema con más gancho de todo el disco, sonando bastante en su momento. Casi Techno Minimal bailable de los últimos 90.
De Titanium dije secuela porque entre los dos temas queda un maxi de casi nueve minutos la mar de chulo.
Elektro Kardiogram es de esos temas que gana con los años. Respiraciones, ritmos secos y esas melodías como sólo Kraftwerk saben hacer. Sencillo pero contundente.
La Forme no es de los temas que recordarás del grupo. No es que sea mala, pero creo que tiene excesivo minutaje para mi gusto. Sin embargo, debo de reconocer que es una canción con un sonido muy Minimal.
Regeneración, como una segunda parte de La Forme, me gusta más, aunque la base sea casi la misma.
Y así acaba el disco con los temas nuevos.
Lo he dicho por activa y por pasiva, lo he dicho en este blog y en otros, y no me cansaré de repetirlo.
La falta de Karl Bartos se nota, y mucho, en este disco.
Karl firmó, junto con Ralf y Florian, muchos de los temas más famosos, no sólo del grupo, sino de la historia de la música electrónica.
Frío y cartesiano sí, pero con una extraña capacidad para envolver a los temas más sintéticos un toque de Pop y melodía, que casaba a perfección con el academicismo y la pureza de los otros compositores.
Lo creo firmemente, aunque no deja de ser una opinión personal.
Que es su peor trabajo de toda su discografía, eso sí que lo tengo clarísimo.
Esta última frase suena muy mal, ya lo sé. Y muy dura por hablar de quien hablamos.
Sin embargo, igual que me dejó demasiado frío cuando lo escuché las primeras veces cuando salio, también tengo que reconocer que, pasados diez años, suena mucho mejor que en su momento.
Y es que el peor disco de Kraftwerk, sería en otro grupo el mejor disco de su carrera.
¡Joder! es que si lo piensas bien, estos tíos fueron siempre a su bola.
Todos montados en máquinas del futuro, y ellos ¡En bicicleta!