No hace falta que diga que la guerra agudiza el ingenio para crear formas originales de matar a nuestros semejantes. Se sabe que la Segunda Guerra Mundial tiene tantos ejemplos como para mantener al Canal Historia en exclusiva durante varios años, y eso solo con los nazis. En este mismo blog ya vimos el avión de carbón, un portaaviones de hielo y gaviotas anti-submarinos, entre otros tantos.
El concepto del "rayo de la muerte" alimentó la imaginación popular con el descubrimiento de los rayos X y la radiactividad 1. Hubo muchos inventores autoproclamados de tales armas. Aunque pareciese un fraude, el director de investigación científica del Ministerio del Aire de Reino Unido, Harry Wimperis era cauto y prefería cerciorarse sobre su viabilidad. Le encargó esta misión al superintendente de la Estación de Investigación de Radio de Slough, Robert Watson Watt, a comienzos de enero de 1935. Este a su vez se lo encargó a su asistente Arnold F. "Skip" Wilkins, quien concluyó que la potencia necesaria para tal dispositivo se encontraban fuera de las capacidades contemporáneas.
Watt le preguntó a Skip si la radiación electromagnética podría tener otro uso, a lo que este respondió que se había informado de interferencias en la recepción de radio cuando pasaba un avión, pudiendo ser esto útil para detectar aviones y defender la nación. Esta idea daría lugar al primer uso defensivo del radar. Watt informó a Wimperis de la imposibilidad del desarrollo de un "rayo de la muerte" y la oportunidad de detectar aeronaves por radiofrecuencia.
Aunque las potencias del eje habían desarrollado radares rudimentarios décadas antes prefirieron elegir un enfoque más ofensivo. En Japón, tanto el ejército naval como de tierra decidieron investigar independientemente un "rayo de la muerte". Sin embargo, como señaló Skip, era imposible desarrollar un magnetrón lo suficientemente potente. Los japoneses ya habían explorado su viabilidad en 1930, cuando el estado mayor decidió investigar movido por un artículo de periódico que describía la invención de tal aparato por los alemanes en la Primera Guerra Mundial.
El estado mayor solicitó al Ministerio del Ejército iniciar una investigación en el Instituto del Ejército de Investigación Científica (IEIC). Su objetivo era crear un dispositivo que, por medio de microondas, detuviera la combustión interna de los aviones por el efecto resonancia o para dañar a los soldados en un ataque por mar. Tal arma no sería viable contra objetivos terrestres debido a que no se consideraba útil en combate móvil en tierra. No obstante, los resultados arrojaron las mismas conclusiones que Skip.
En 1936, con el desarrollo de dispositivos como el magnetrón, el Estado Mayor volvió a plantear su investigación. El laboratorio Nobohiro, rama del IEIC, se responsabilizó de los equipos productores de microondas y sus aplicaciones en diciembre de 1937. El desarrollo como arma comenzó en 1939 a pequeña escala. Además de los objetivos presentados en 1930, también se estudió su efecto en animales vivos. En 1940 descubrieron que la mayoría de los motores de combustión interna estaban protegidos contra el efecto resonancia, descontinuando la investigación y desviando al personal a la investigación del radar.
En 1943 volvió a comenzar el desarrollo del "rayo de la muerte" en el laboratorio Noborito con la investigación en organismos vivos. En 1944 hicieron progresos con longitudes de onda entre 10 cm y 2 metros, ganándose financiación adicional. A comienzos de 1945, el ministro del ejército les ordenó desarrollar una potente arma, asignándole un millón de yenes. Al final de la guerra se habían gastado dos millones de yenes.
De 1944 a 1945 trabajaron con un prototipo, un oscilador de onda continua que alimentaba una antena dipolo situada en el foco de un reflector elipsoidal. Consistía en un espejo elipsoidal de 3 metros de diámetro con una distancia focal de 5 a 10 metros. La potencia de alimentación era de 1-2 kilovatios a una longitud de onda de 0,8 metros. El tiempo de aplicación de campo rondaba de uno a tres minutos. En algunos experimentos, los sujetos de prueba se situaban en el foco opuesto del elipsoide. Informaron que no usaron monos por la dificultad de obtenerlos durante la guerra. También negaron el uso de humanos. Tenían proyectado construir un dispositivo mayor y más efectivo, pero permaneció en construcción al final de la guerra.
Como decía, en la marina japonesa el desarrollo del "rayo de la muerte" fue independiente. El capitán Itō Yōji, tras ver ignorada su investigación por el Comité de Investigación Científica del Ministerio de Educación en marzo de 1932, decide desarrollar su propio oscilador magnetrón. Comenzó su investigación en el Instituto de Investigación Técnica de la marina en 1933 y al año siguiente comenzó a colaborar en la Radio Japonesa ( Nihon Musen), que habían investigado independientemente sobre el magnetrón en 1932. En 1937, sus esfuerzos acabaron con el desarrollo del anodo de tipo Tachibana dividido en ocho, el primer oscilador estable de microondas desarrollado en Japón.
Simultáneamente, la marina se interesó en el desarrollo del radar para el combate nocturno y para evitar la colisión de los barcos en formación durante la noche. La investigación comenzó en 1939 enfocada en la medición de distancias entre barcos, pero en la primavera de 1943, se decidió acelerar la fabricación de radares de microondas en todos los barcos de guerra.
El laboratorio en Shimada en la prefectura de Shizuoka hizo un esfuerzo intensivo en el desarrollo de la Investigación Z. Al principio, su trabajo se centraba en un magnetrón de alta potencia, pero fue cuando Ito Yoji disolvió el Comité de Física en marzo de 1943 cuando se encauzó la investigación en el "rayo de la muerte". En otoño de 1944, recibieron financiación adicional y recibió el nombre de Investigación Sei gō" 2 o "Proyecto Poder".
La marina japonesa necesitaba desesperadamente un arma para cambiar las tornas de la guerra y con un rango efectivo de 10 kilómetros para atacar a barcos enemigos. También esperaban un arma efectiva contra los bombarderos americanos B-29. Los primeros planes preveían una torre con un plato reflector rotante cubierto en cobre en una torre mayor a las torretas del acorazado Yamato. Los militares esperaban un desarrollo veloz, pero físicos como Nagaoka Hantaro dudaban que, incluso si pudiera construirse, fuera efectiva contra los aviones, motores y su tripulación por la protección del fuselaje metálico.
Tras la guerra, la inteligencia americana reveló que, aunque los datos eran interesantes, nada indicaba que fuera a convertirse en un arma militar efectiva. Percibieron el desarrollo de los magnetrones como original y notable, a pesar de que los científicos trabajaban aislados y no se les informaba de los desarrollos de la investigación. En algunos casos, incluso desconocían que la finalidad era construir un "rayo de la muerte". Además, se culpó a los altos mandos japoneses de no reconocer la importancia del radar al principio de la guerra.
Notas
- Así como la creación de productos cotidianos radiactivos (relojes, bebidas revitalizantes, depilación con rayos X e incluso condones).
- El nombre en clave Ku-Go o Ku-Gou (く号) es la abreviatura de Kwai riki kousen. Kwai riki, que actualmente sería Kairiki, significa "fuerza bruta" o "fuerza prodigiosa", mientras Kousen significa rayo o haz. Otros nombres en las fuentes japonesas es "rayo de la muerte Z" (殺人光線「Z」, Satsujin kōsen zetto"). Sei Gō (probablemente como 正号), a pesar de que lo diga Grunden, no significa "poder".
Fuentes
- Grunden, W. E. (2005). Secret weapons and World War II: Japan in the shadow of big science. University Press of Kansas.
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