Revista Diario

Kung fu Panda o de como aceptarse a sí mismo

Por Desmadreando @desmadreando

Soy una fanática del cine. Puedo ver todo tipo de películas. Desde la triple ganadora del Óscar, una checa infumable o una de dibujos animados. Todo tipo de historias en la gran pantalla me emocionan. Yo soy de las que grito en las películas de miedo y te juro que suele espantar más mi grito a los espectadores que la escena en sí. O de las que llora a moco suelto incluso antes de los créditos de la película hayan empezado como en la de Meet Joe Black. ¡Es que Brad Pitt y la crema de cacahuate son como para llorar!

Hoy vengo del cine justo de ver Kung Fu Panda 3. Siempre he sido de la teoría que segundas partes nunca fueron buenas, pero tengo que decir que la tercera parte me tocó la fibra sensible.

Para no hacer muchos spoilers, por si se mueren de ganas de ir a verla o por si tienen que ir a verla arrastrados por sus pequeñas bestias, decirles que la película tiene un mensaje bonito: conocerte a ti mismo y aceptarte como eres.

El otro día, en el Blog Madres y Mujeres Magazine escribían un post titulado Hija tu cuerpo será tu prisión. Me pareció tan duro de leer, porque tuvieron que pasar muchos años para (medianamente) aceptar mi cuerpo como es.

Siempre he sido alta y "grandota" como dicen en mi pueblo. Menos mal que en los noventas apenas comenzaba el rollo de las mujeres hiperdelgadas, si no hubiese sufrido más.

Debido a problemas de tiroides aprendí que siempre viviría a dieta. Ojo cuando soy más activa con algo de ejercicio, se nota y lo disfruto. Soy tan inconstante que obviamente, por la boca muere el pez y suelo durar poco.

Cuando conocí al que hoy era mi marido, lo engañé. Estaba más delgada que nunca, pero no estaba sana. Comía sólo 600 calorías, fui constante haciendo yoga para mantenerme en 64 kilos. Me dejó de venir la regla, se me caía el pelo y comprendí que me estaba haciendo daño. Así que volví a comer y mis caderas volvieron a ser mías. Como dice Shakira: Hips Don´t Lie.

Tarde tiempo, pero llegados los treinta digamos que me estabilicé. Subía dos kilitos, bajaba dos kilitos. Me daba mis atracones, pero en general me mantuve. Aprendí a aceptar que soy caderona, pero donde no hay carne no hay fiesta.

Llegó el día de mi primer embarazo, y aquello fue un entregarme en cuerpo y alma a "comer por dos". Claro que después pasé muuuuchos meses con hambre y pocos gustos pero logré recuperarme.

Con el segundo embarazo, no logré recuperarme del todo y en eso andamos.

La película de Kung Fu Panda es especial para mi. La segunda parte la fui a ver casi con 42 semanas de embarazo con mi hermana y mi madre. Fuimos a ver esa película porque yo tenía que andar hasta el centro comercial para ver si así me ponía de parto y la única película que empezaba temprano antes de que fuese muy tarde y mis piernas se pusieran mega inflamadas era esa. Al salir, mi hermana y mi madre me hicieron una travesura. Me dijeron: ¡pero si eres tú! y cuando miré lloré de la risa así que inmortalizamos el momento:

Kung fu Panda o de como aceptarse a sí mismo

Casi cinco años después, presumo que he enseñado ésta foto sólo a mis íntimos amigos porque me sentía un oso enorme panzón, torpe y comelón. Justo como Po.

Po lucha por sus sueños, aunque las personas duden de sus capacidades y hasta él mismo tenga poca fe en sí mismo. Al final logra lo que se propone: ser un gran maestro de Kung Fu. En la secuela a la primera película somos testigos de como, Po, el oso panda logra la paz interior. Es hasta Kung Fu Panda 3 cuando Po da un paso más allá: sólo conociéndote a ti mismo serás capaz de aceptarte como eres y de creer en lo que eres capaz.

Así que hoy a mis 35 años me aceptó como soy.

¿Y tú? ¿Te gustaría cambiar algo de tu cuerpo?

Si ves la película, mi parte favorita es la parte cuando Po le dice a Kai todo serio: "yo soy el guerrero del dragón, el maestro del Chi. La maestría del Chi requiere la maestría de uno mismo." y en eso suelta una carcajada, mira a cámara y dice: "¡A qué mola!"

Kung fu Panda o de como aceptarse a sí mismo

Así que solté la carcajada porque soy tal cual: a veces seria, pero luego suelto la frasesuca desmadrosa.


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