Revista Viajes
En el nordeste de Kyoto existe un sendero a orillas de un canal que es famoso entre los visitantes de la ciudad de las geishas y también entre los propios kiotenses. Un agradable paseo de algo menos de dos kilómetros de longitud y que recibe su nombre del filósofo japonés Kitaro Nishida. Se dice que este profesor de universidad venía a caminar por este sendero en sus momentos de introspección interior. El paseo está salpicado de multitud de cerezos que se asoman al canal y que en primavera deben proporcionar un espectáculo sin igual. De todas formas pudimos ver unos cuantos que iniciaban tímidamente su floración para regalarnos sus bellos colores, y a cambio, en estas fechas tardías de febrero, pudimos pasear tranquilamente casi son cruzarnos con un alma. Porque este paseo en primavera está, literalmente, intransitable debido a las multitudes.
A ambos lados del canal pudimos encontrar muchas tiendas que exponían en el exterior sus productos, la mayor parte artesanías diversas. Desde carteras y monederos hasta bolsos en piel o en telas pintadas a mano, muñecas japonesas, palillos que son obras de arte, pañuelos, etc...
Todo el camino está salpicado de casas tradicionales con siglos de antigüedad y a ambos lados se pueden visitar pequeños templos. Recorrer el Paseo del Filósofo es una actividad totalmente recomendable, hacerlo pausadamente y saludando a muchos de los vecinos que desde sus parcelas contemplan la vida pasar. Al comienzo del paseo en su vertiente norte se puede visitar el Templo Ginkakuji donde se encuentra el Pabellón de Plata, un pequeño edificio construido en madera oscura.
Tras recorrernos el Paseo del Filósofo tomamos nuevamente el autobús para visitar y recorrer el barrio más tradicional de Kyoto. Gion es el vivo retrato del Japón ancestral, lleno de tradiciones milenarias, con sus calles flanqueadas por los edificios de viviendas tradicionales, sus salones de te y por las aprendizas de geisha, las maiko, que con suerte te puedes cruzar por la calle cuando acuden a los lugares de reunión con los clientes. Éste es uno de los mejores lugares donde poder verlas junto a la calle de Pontocho. Y justo en este punto que ilustra la foto de abajo, en el llamado Gion Corner, el teatro que da esquina ofrecía representaciones diarias de los espectáculos tradicionales de Japón.
En Gion abundan los restaurantes de alto copete. Ahí una cena puede salir por muchos miles de yenes y es habitual ver al caer la noche a hombres trajeados acudiendo a cenas de negocios. También Gion es famoso por sus selectos salones de té. En los escaparates de los comercios los productos vestían un perfecto orden y el resultado era realmente bello. En una de las calles paralelas a la principal hay un gran comercio que es el paraíso de las delicatessen japonesas, con toda clase de productos alimentarios y un gran catálogo de bebidas. Además sus amables y encantadores dueños nos dieron toda clase de explicaciones sobre la gastronomía local, a parte de mostrar gran curiosidad por los visitantes occidentales.
Y de repente, de una de las pequeñas y estrechas calles perpendiculares a la calle de Gion, caminando a una velocidad difícilmente creíble para calzar unas sandalias de madera maciza y lacada de hasta 12 cm de altura, apareció una auténtica maiko. La verdad que resultó muy emocionante porque no siempre se tiene la oportunidad de ver alguna maiko, y ya que dos días atrás pudimos ver a tres maikos fugazmente en Pontocho pero no retratarlas, en esta ocasión si pude fotografiar a esta maiko a cierta distancia para no ser demasiado intrusivo en su intimidad.
Con la llegada de la noche nos fuimos de Gion para ir cerca del Palacio Imperial de Kyoto. En esa zona de la ciudad está el mejor restaurante de todo Kyoto según las críticas y comentarios de los comensales en tripadvisor, y nosotros teníamos reserva para cenar en él. Tuvimos que llegar en autobús haciendo transbordo hasta que llegamos a los aledaños del restaurante.
El Shishin Samurai es un precioso restaurante regentado por un simpático personaje que a la vez que te aconseja a al hora de elegir platos de la carta también te cuenta la historia de los señores samurai. Como bebían, que tipo de platos predominaban en sus alimentación, sus aportaciones a la cocina de Japón y algún que otro dato más. Nosotros elegimos tres de ellos en los que destacaron el tataki de atún rojo acompañada de pasta y un crujiente de pollo excepcional.
Justo frente a nuestra mesa japonesa tradicional una imponente armadura de samurai nos observó durante toda la cena. La verdad es que estas vestimentas son impresionantes de cerca pero también resultan inquietantes. El resto del local está decorado con fotografías antiguas de japoneses ataviados con vestimentas tradicionales y te puedes fotografiar con katanas y otros objetos. Es ideal para los amantes del mundo de los samurai que disfrutarán como enanos. Toda esa decoración y la luz tenue nos brindó una cena muy especial. No es un lugar caro pero tampoco es de los económicos. La cena de tres platos más un par de cervezas de cañero nos salió por 3.990 yenes. Hay que decir que una cerveza nos la regaló por escribir la crítica en tripadvisor....tiene bien montado el chiringuito el muchacho.
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