Revista Cine
Sylvain Chomet, director del reconocido largometraje de animación Bienvenidos a Belleville y del cortometraje La vieille dame et les pigeons, recupera uno de los numerosos screenplays de Jacques Tati para revisarlo con su peculiar y clásico estilo de animación.Quien mejor que Chomet, claro seguidor de Tati y de su estilo cinematográfico, en el que con pocas palabras se dice todo, para revivir al traspasado cineasta galo y hacerlo protagonizar de nuevo una magnífica y encantadora aventura con el evidente sello de Tati.Paris 1959, el mago Tatischeff - apellido real de Tati- es un viejo ilusionista que trabaja en el declive del Music Hall, después de perder el empleo en un teatro de la ciudad de las luces decide emprender una diambulación que lo llevará a Londres, donde pasa sin pena ni gloria pero donde conoce a un peculiar escocés al que encandila con un juego de manos con copas de vino, y el que le invita a ir a su pueblo para seguir sus actuaciones de cerca y que todos sus vecinos también puedan disfrutar. Será en un perdido pueblo del norte de las Islas Británicas donde conocerá a una joven, Alice, que creerá que realmente hace magia y él no dudará en seguir la ilusión de la inocente joven, que le seguirá hasta Edimburgo, donde la relación entre ambos personajes se estrechará de una forma extraordinaria.El humor transgresor y hasta cierto punto cruel de Tati, ya que con sus juegos de gags consigue hacernos ver el declive de la sociedad movida por unos motivos inexistentes o superfluos, son revisados por Chomet que con su peculiar toque, del que ya nos hizo patentes en Bienvenidos a Belleville, expresa de forma muy bella una cruenta historia de fracaso y decepción como es la del pobre mago, el cual en un mundo en que el consumismo, con el televisor como estandarte, se está haciendo lugar en el mundo del arte y el entretenimiento dejando de lado a clásicos que habían sorprendido a diversas generaciones, como el Music Hall y los espectáculos de variedades.Otro detalle en el que se centra Chomet, claramente inspirado por el screenplay de Tati, es el fanatismo musical de la época, los Brittons, unos Beatles redimensionados, son el fantasma que persigue al mago, dejando claro que para la juventud es más importante un pedazo de cartel del concierto que disfrutar de una actuación de un artista, Tati ya identificó la banalización del arte que predomina desde mediados del siglo XX.A pesar de usar en el algún momento las nuevas tecnologías, Chomet utilizó, para elaborar este film y todas sus demás obras, el sistema clásico de animación a dibujo, con ayuda en mayor o en menor medida para acelerar la realización del film.Lo que realmente sorprende es la perfecta personificación del gran Tati, todos los movimientos, todos los detalles, la gabardina corta y la pipa siguen con él a pesar de que nos deja ya hará unos treinta años, es en este elemento en que se ve el fervor que siente el animador por el viejo cómico, al que no duda en dar un excelente tributo póstumo pero bien merecido.Una cinta excelente, que no llegará, de momento, a nuestras pantallas, pero que ya ha sido reconocida por el público y la crítica internacional, incluso llegando a optar al Oscar a mejor película de animación, y habiendo cosechado premios en Francia y en el viejo continente. A pesar de ello, el velo de película de animación cómica no consigue tapar del todo la historia dramática que hay en el fondo, hecho que divide la opinión que se pueda tener de este film.Valoración: 4,5/5