Revista Sociedad

La abdicación como solución a la corrupción política

Publicado el 12 septiembre 2013 por Bloggermam

GameOfTrones

La corrupción que se ha instalado en la clase política es indignante y parece que es algo intrínseco a la política española. La corrupción es a  los altos estamentos lo que las espinas al cactus o lo que el botellón es a las fiestas universitarias.

Está salpicada hasta la propia monarquía, con el yerno del rey –Urdangarín- de mierda hasta el cuello, y con su esposa y el propio monarca silbando haciéndose¿? los tontos para disimular su culpabilidad.

Al mismo tiempo el Partido Popular que sustenta al presidente del gobierno está metido en tantos procesos judiciales contra la propia entidad y sus cargos políticos que deberían englobar Gürtel, Bárcenas, Matas, Urdangarín y algún otro más que se me escapa, en un macro proceso que se debería llamar “caso PP”.

Por si fuera poco el PSOE no puede ni toser porque del esfuerzo seguro que tiene que cambiarse la ropa interior salpicada de los numerosos EREs irregulares que se produjeron en la Junta de Andalucía.

Y a menor escala todas las formaciones políticas que han conseguido colocar cargos en puestos  de responsabilidad en las distintas administraciones tienen algún que otro expediente en los juzgados.

Pero aquí no se mueve nadie. Ni el rey se quiere bajar de su trono, ni los políticos quieren que se juzgue a nadie porque todos en mayor o menor medida están pringados. Si cae uno, caen todos. Incluso Bárcenas tiene problemas para tirar de la manta, lo cual es lógico porque debajo de esa manta hay muchos y tiran con fuerza para no quedarse con el culo al aire.

Y en todo este caos hay una persona con paciencia y cautela que sabe que tiene que hacer poco ruido para conseguir sus propósitos. No, no Esperanza Aguirre, aunque como buena arpía sabe pescar en río revuelto. Se trata de Felipe de Borbón, el que será el último rey de España.

Se me ocurre que el aspirante al trono podría jugar sus cartas de una forma que le ensalzaría por encima incluso de los niveles de popularidad campechana de su progenitor y de ese modo asegurarse unas cuantas décadas de reinado.

Vale que soy republicano y que esto sería dar pistas al enemigo, pero del mismo modo que aborrezco la monarquía, soy consciente de que España todavía no está preparada para caminar como una República Federal, la derecha se inflaría a pegar tiros y la mayoría claudicaría por miedo a terminar en una cuenta como un perro sin dueño.

La maniobra que podría realizar la monarquía debería tener una buena sincronización. El rey debería abdicar para que se pueda condenar a Urdangarín y de este modo el mocetón, ya divorciado, pase unos años en la cárcel y luego emigre de España a un lugar lejano al del plácido destierro de su exmujer. De este modo Felipe VI quedaría libre de toda mancha en su familia, el padre gagá sería perdonado y todos los sospechosos de la familia lejos del trono.

Al mismo tiempo al condenar a Urdangarín, se abriría la veda para condenar a todos los altos cargos políticos que estén manchados, del presidente del gobierno para abajo. La sociedad agradecería la purga, ensalzando al nuevo monarca. Tirando del hilo de Urdangarín-Gürtel-Bárcenas se puede meter en la cárcel hasta las lagartijas que tengo en la terraza.

Una nueva generación de políticos y algún partido político nuevos entrarían en liza y como todavía no han alcanzado poder, ni creado su red de favores, habría unos años de aparente honradez. Comenzaría el siglo XXI en España con década y media de retraso, pero a eso estamos acostumbrados, en el mundo están firmemente convencidos que los españoles somos unos retrasados que sólo servimos para tomar “una relaxing cup of café con leche”

En la cárcel habría docenas de políticos y banqueros de la era de la transición, que serían indultados en la siguiente legislatura, con una inhabilitación de por vida. Y que no devolverían el dinero robado. Si no lo devolvió ni El Dioni, menos lo van a devolver estos que son ladrones profesionales.

El mal menor sería que la monarquía seguiría una generación más, pero merece la pena el dolor con tal de ver en la cárcel a tanto déspota prepotente que nos roba con el descaro del que sabe que nunca pagará por sus delitos.

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