"Institución de la Academia de los Nocturnos". Texto original de las Actas 1591 extraído del "Cancionero de la Academia de los Nocturnos de Valencia" de 1869.
Cuando las palabras y su buen uso vestían de retórica, de sátira, de poesía y de prosa las mentes inquietas del Siglo de Oro, se producían explosiones lingüísticas, bastante influenciadas por los nuevos aires que provenían de Italia dando lugar a numerosas Academias de ilustres y pensadores en toda nuestra península. Aquellas explosiones lingüísticas invitaban a reuniones semi clandestinas donde poetas, dramaturgos, historiadores y nombres importantes de la cultura de la época, liberaban su ingenio y, donde lo satírico y lo burlesco, participan de un principio común: su carácter provocador.
Y entre esas fue como nació la maravillosa y desconocida
"Academia de los Nocturnos en el Reino de Valencia."¿En qué consistían aquellos "torneos de palabras"?
Cada una de las sesiones seguía un eje común. La semana anterior se decidían los "sujetos" o miembros que en aquella sesión iban a "combatir" y el presidente expone en un discurso en prosa sobre los temas más variados; el amor, a raíz de unos versos de Virgilio, sobre el soneto XXIII de Garcilaso, la alabanza de la breva o sobre qué es más fuerte, el vino, el rey, la mujer o la verdad. También una amplia galería de partes del cuerpo y defectos físicos es objeto principal de la burla de los académicos o los asuntos eróticos, tema tantas veces recurrente.Todos los textos, en verso y prosa, persiguen el alarde de ingenio y la maestría técnica. En los discursos hay que demostrar que el académico (el lector) no sólo es capaz de abordar cualquier tema, por insignificante o elevado que sea, sino que posee un tesoro de citas de sabiduría con que apoyar sus pensamientos. Ingenio y maestría dan cuenta de las exigencias métricas (número de versos determinado, una estrofa en concreto, una glosa de otros versos) y de un tema prefijado. Quizá para hacer posible el cumplimiento de tanto requisito, los poemas no solían ser muy extensos y a menudo no excedían de los 32 versos.Un ejemplo peculiar es un poema donde, de manera casi sin querer, son los propios académicos, o más bien sus seudónimos, las maravillosas palabras que lo componen de una manera ingeniosa y creativa:En medio del silencio tenebroso,quitando el ruido y el horror del suelo,por las tinieblas nace el sol del cielo,fiel reparo del mundo tenebroso.Y sacudiendo el sueño peligroso, sombra de aquel eterno desconsuelo, del descuido común trunca el receloen un sosiego dulce y no costoso.Tan grande estudio puso el Dios más altoen reparar del hombre la tristeza,que su temeridad cual hombre llora.Y de recogimiento y ropa faltoa un tiempo la mortal naturalezalo aflige, le obedece y lo enamora.O ventura hora!Nocturnos hechos cuya suerte y nombrehacen los hombres dioses y a Dios hombre.Autor. Don Francisco Tárrega, Canónigo y fundador de la Academia de los Nocturnos bajo el seudónimo de Miedo (25 de diciembre de 1691).
