"No está tan olvidada la virtud en los corazones de los hombres, que en el verano de su juventud no produzga alguna vez el fruto de los buenos ejercicios; y asi nosotros siendo los ingenios medianos d'esta ciudad, queremos instituir y fundar una particularAcademia,que habido buen acuerdo y consejo, la determinamos llamar de los Nocturnos, donde se cultiven los entendimientos de todos, procurando asi en las ordenaciones como en el ejercicio dellas, mezclar lo dulce con lo provechoso: y asi para que este virtuoso entretenimiento haya quietud y perpetuidad, ordenamos las cosas siguientes:"
"Institución de la Academia de los Nocturnos". Texto original de las Actas 1591 extraído del "Cancionero de la Academia de los Nocturnos de Valencia" de 1869.
Cuando las palabras y su buen uso vestían de retórica, de sátira, de poesía y de prosa las mentes inquietas del Siglo de Oro, se producían explosiones lingüísticas, bastante influenciadas por los nuevos aires que provenían de Italia dando lugar a numerosas Academias de ilustres y pensadores en toda nuestra península. Aquellas explosiones lingüísticas invitaban a reuniones semi clandestinas donde poetas, dramaturgos, historiadores y nombres importantes de la cultura de la época, liberaban su ingenio y, donde lo satírico y lo burlesco, participan de un principio común: su carácter provocador.
Y entre esas fue como nació la maravillosa y desconocida
"Academia de los Nocturnos en el Reino de Valencia."Debía ser tremendamente mágico y misterioso reunirse los miércoles al anochecer en el palacio de Bernardo Catalá de Valeriola, presidente de la Academia, cuando el resto del mundo permanecía aletargado esperando que se apagase el día. En aquella casa señorial, entre 1591 y 1594, se celebraron 88 sesiones de los Nocturnos, lo que dio lugar a cerca de 100 textos en prosa y más de 800 poemas.Otros edificios fueron sede circunstancial de las sesiones de los Académicos, como el Castillo-Palacio de Alaquàs, en Valencia, donde aprovechando los fastos nupciales celebrados allí, la nobleza barroca invitada por la familia Pardo de la Casta se retiraba de la algarabía para enzarzarse, con toda la pompa y el boato propios de la exageración del Barroco, en aquellas llamadas "justas o torneos de palabras". ¿Y quienes eran los caballeros que se batían en aquellos torneos de palabras?Los más ilustres hombres de la cultura del Reino de Valencia se reunían bajo seudónimos que dotaban a sus reuniones, aun más, de misterio, buscando la complicidad de lo oculto, de lo oscuro, de lo escondido...En la asignación de los seudónimos subyacía cierta ironía, difícil de descifrar en algunos casos. No extraña, por tanto, que al académico más dado a la chanza lo llamaran Tristeza.Algunos nombres tienen que ver con la noche, momento en que se celebraban las reuniones: Sombra, Tinieblas, Oscuridad y Secreto. Otros aluden a la luz: Resplandor y Luz. Un grupo de ellos se refiere a fenómenos atmosféricos o elementos celestes: Trueno, Niebla, Lluvia, Lucero, Cometa, Relámpago y Estrella. Entre las alusiones alegóricas, destacan las ideas de miedo: Asombro, Temeridad, Horror, Temeroso, Miedo, Recelo, Peligro y Cautela y de retiro: Silencio, Sosiego, Recogimiento, Soledad, Reposo, Tranquilidad y Sereno.Incluso el propio Don Lope de Vega, el llamado por sus amigos y enemigos "El Fenix de los Ingenios" llegó alguna vez a participar de estas reuniones cuando vino al cobijo de sus amigos Luis Pardo de la Casta (mecenas del dramaturgo) y Guillem de Castro, en su destierro madrileño. Fue en aquella época cuando Guillem de Castro, poeta y dramaturgo cuyo seudónimo era Secreto, y Lope de Vega, renovaron el teatro valenciano con obras como "El caballero bobo", "Las Mocedades del Cid", "La viuda valenciana" o "Los locos de Valencia"
¿En qué consistían aquellos "torneos de palabras"?
Cada una de las sesiones seguía un eje común. La semana anterior se decidían los "sujetos" o miembros que en aquella sesión iban a "combatir" y el presidente expone en un discurso en prosa sobre los temas más variados; el amor, a raíz de unos versos de Virgilio, sobre el soneto XXIII de Garcilaso, la alabanza de la breva o sobre qué es más fuerte, el vino, el rey, la mujer o la verdad. También una amplia galería de partes del cuerpo y defectos físicos es objeto principal de la burla de los académicos o los asuntos eróticos, tema tantas veces recurrente.Todos los textos, en verso y prosa, persiguen el alarde de ingenio y la maestría técnica. En los discursos hay que demostrar que el académico (el lector) no sólo es capaz de abordar cualquier tema, por insignificante o elevado que sea, sino que posee un tesoro de citas de sabiduría con que apoyar sus pensamientos. Ingenio y maestría dan cuenta de las exigencias métricas (número de versos determinado, una estrofa en concreto, una glosa de otros versos) y de un tema prefijado. Quizá para hacer posible el cumplimiento de tanto requisito, los poemas no solían ser muy extensos y a menudo no excedían de los 32 versos.Un ejemplo peculiar es un poema donde, de manera casi sin querer, son los propios académicos, o más bien sus seudónimos, las maravillosas palabras que lo componen de una manera ingeniosa y creativa:En medio del silencio tenebroso,quitando el ruido y el horror del suelo,por las tinieblas nace el sol del cielo,fiel reparo del mundo tenebroso.Y sacudiendo el sueño peligroso, sombra de aquel eterno desconsuelo, del descuido común trunca el receloen un sosiego dulce y no costoso.Tan grande estudio puso el Dios más altoen reparar del hombre la tristeza,que su temeridad cual hombre llora.Y de recogimiento y ropa faltoa un tiempo la mortal naturalezalo aflige, le obedece y lo enamora.O ventura hora!Nocturnos hechos cuya suerte y nombrehacen los hombres dioses y a Dios hombre.Autor. Don Francisco Tárrega, Canónigo y fundador de la Academia de los Nocturnos bajo el seudónimo de Miedo (25 de diciembre de 1691).