Norma Rivas Santacruz
En Valencia a los 12 días del mes de mayo del 2018, hoy vuelvo a leer anuncios dirigidos a la comunidad universitaria, en este caso, nuestra magna casa de estudios, cuyas paredes y sus espacios gozan en la actualidad, una total apatía en su recinto académico, soledad y tristeza y unas ganas inmensas de ponerme a llorar, como dice la canción. Pero como dicta el pueblo sin letras de la facultad, solo con la cultura popular, dictaminó hace mucho tiempo, que “quien se mete con Chávez se seca”.
Esta casta intelectual de magnitud pensante, al igual que sus homologas venezolanas, dirigidas por diosas y dioses electos por su clan, reyes y reinas por la gracia de dios, en dictadura perenne, solo critican y condenan la revolución como dictadura, o sea, miran la paja en el ojo ajeno y no ven la viga estructural de mil metros que tienen encima.
Voy a empezar con un breve recuento desde que hice mi entrada al castillo de los impenetrables, pero que llegue a infiltrarme entre su solemnidad y sin saber cómo, o si, creo que para la época todavía había humanistas, a pesar de sus ideologías políticas o no, tal vez no se percataban de que venía un pueblo en ebullición, desde sus catacumbas.
Cuando entro a las aulas universitarias, me topé con dirigentes estudiantiles, líderes de empleados, docentes, obreros, que buscábamos los mismos logros y beneficios, de ahí el nombre “comando intergremial”.Las luchas eran interminables en busca de presupuestos justos para el total funcionamiento, con los famosos paros indefinidos, porque no había presupuesto, todos los años era el mismo batallar, no hay o no ha llegado el dinero, cada comienzo de año, era un vía crucis, llegaba el mes de mayo cuando empezaban a pagar, ya cuando las deudas las teníamos hasta el cogote, nunca dejamos el trabajo solo alguna que otra vez intentábamos ganar un horario corrido, para darle alcance a la caridad familiar que nos ayudaba a llevar las cargas.
Cuando nos íbamos a marchar en busca del tal presupuesto, partíamos en los buses, este caso las tan nombradas iguanas, una odisea, con nuestro bastimento en las bolsas, solo que nos garantizaban el almuerzo en la central, pero que nunca lo vimos. Al llegar a la UCV, todos nos uníamos y a marchar hacia el centro de Caracas, pero desde esa salida, siempre bajo la amenaza de la guardia nacional y la metropolitana como lobos esperando carne fresca, con nuestras consignas ya conocidas, al llegar a la Plaza Miranda toda llena con los pelotones de la Guardia Nacional, y los helicópteros de la PM rondando sobre nuestras cabezas.
Lográbamos ver desde lo lejos, las cabeza de nuestros recordados dirigentes en ese tiempo, Chiquito León y a nuestra querida y recordada Coco Sevilla, a Leo Pineda, y porque no a pesar de que hoy se olvidó de mí siempre compañía y solidaridad en sus batallas, en las huelgas de hambre, hasta lágrimas y llanto salieron de mi pecho, y recuerdo que de nuestro pago, sacrificamos una parte, para el pago en los honorarios de los abogados, que más tarde hicieron un hecho su reincorporación, el compañero Hernán Barrios, pero nuestras consignas como que molestaban o era para romper la paz, empezaban desde los helicópteros a lanzar las bomba lacrimógenas, ahí se principiaba la batalla campal, con nuestras respectivas extraviadas y desorientados en Caracas, solos lo que se atrevían y tenían sus carros regresaban y los demás, coleados hasta regresar con bien. Esta faena era todos los comienzos del año estudiantil y laboral, ningún rector de universidad hizo presencia en estos eventos. Ninguno, pero al llegar el dinero hacían rebatiñas con él, acomodándose y acomodando a su personal de confianza, por lo que muchos nos fuimos retirando decepcionados de nuestra dirigencia, de seguir como pendejos exponiendo nuestras vidas, para que otros disfrutaran las mieles de la gloria.
Los famosos aumentos que eran miseria llegaban por decreto presidencial y no era a cada rato como ahora. Una deuda pendiente que todavía estoy esperando, es mi liquidación del fondo de pensión y jubilaciones, que tienen como un banco personalizado en la Universidad de Carabobo, fueron 27 año aportando al tal fondo, por haber sido excluidos del Seguro social Obligatorio, sé que hay bastante viejos jubilados que no disfruta de esa pensión por negligencia de los luchadores gremiales, ese si sería un logro digno de rescatar, no los beneficios de un gobierno que ya están planificado para el pueblo, que por cierto muchos se burlan, pero que todos están esperando como caimán en boca e caño, amenazando al gobierno con ir a paros sino les dan lo que piden, bien caretablas que son.
Para muestra este botón que anexo acá, que según algunos de sus comentaristas “ofende la dignidad del universitario”, vaya pues, a ellos no les llega el hambre. Por cierto en su redacción se puede percibir el desprecio por los beneficios logrados en revolución, que se otorga al pueblo humilde, como que si tuvieran una corona, como casta del intelecto. Una características de los “universitarios Ucistas”
Pedro Ulacio agregó 3 comentarios sobre esto.
Pedro Ulacio
10 de mayo a las 17:22 ·
Ante el anuncio del ministerio de educación universitaria respecto a unas bolsas de alimentación para los trabajadores universitario queremos manifestar que lucharemos para que este beneficio sea disfrutado por todos los, trabajadores sin excepción (activos y jubilados ),por lo que manifestamos que ya se están haciendo las diligencias ante nuestra federación.
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