Revista Cultura y Ocio

LA ACOGIDA DEL ‘AQUARIUS’, UN PARCHE QUE NO SOLUCIONA NADA Varias cuestiones confluyen en el tremendo ‘show’ que se ha montado con la llegada del barco ‘Aquarius’ cargado de refugiados. Se trata, en el mejor de los casos, de una cura de urgencia, pero...

Publicado el 20 junio 2018 por Carlosdelriego

LA ACOGIDA DEL ‘AQUARIUS’, UN PARCHE QUE NO SOLUCIONA NADA  Varias cuestiones confluyen en el tremendo ‘show’ que se ha montado con la llegada del barco ‘Aquarius’ cargado de refugiados. Se trata, en el mejor de los casos, de una cura de urgencia, pero...

La acogida a los emigrantes del 'Aquarius', que fue un verdadero circo mediático, no es más que un parche, una cura de urgencia que no soluciona nada.

La llegada a puerto español del barco ‘Aquarius’ cargado con los refugiados rechazados por otros países fue algo necesario, sí, pero lo que no fue tanto es el circo en que se convirtió la recepción. Medios de comunicación, médicos y voluntarios, oenegés, representantes de instituciones, políticos de alta graduación, curiosos…, en total cuadruplicaban a los pobres náufragos. El montaje parecía un espectáculo televisivo, un auténtico ‘show’, un ‘reality’. Y esto se demuestra al comprobar que el barco y sus pasajeros ya han desaparecido (un par de días después) no sólo de los titulares de los medios, sino que apenas hay ya mínimas referencias, e igualmente ya no está en las redes sociales; una vez terminado el espectáculo, a otra cosa. Asimismo, confirma la sensación de estar ante una escenificación para la tele el hecho de que, a la vez que se recibía multitudinariamente a estos emigrantes, a otras costas españolas llegaban otros tantos sin que nadie les atendiera, sin cámaras ni micrófonos, sin discursos, sanitarios, oenegés ni políticos: el foco estaba en el escenario del ‘Aquarius’.Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones de los que prestaron la primera ayuda a los 629 exiliados, esta acción no deja de ser una cura de urgencia, un remedio para salir del paso, pero nada hace para combatir la causa del problema migratorio. La cosa es como el que se rompe la pierna y se limita a tomar analgésicos sin atender a la causa del dolor, por lo que en poco tiempo éste le recordará que el daño sigue existiendo e irá a más si no se toman las medidas correctas. Por eso, tragedias con emigrantes en el Mediterráneo se repiten año tras año, mes a mes: no se ataca la causa, con los que sus efectos persistirán. La única solución es intervenir en los lugares de origen de emigración; en vez de gastar recursos en primeros y únicos auxilios, sería mucho mejor, más barato a la larga y mucho más eficaz invertir allí, idear y organizar políticas de Derechos Humanos, estudiar y aprovechar los recursos de cada país… Esto sería lo más lógico y, sin duda, lo que daría resultado, pero claro, esa forma de actuar no atraería tantas cámaras.Y es que hay que tener en cuenta que (casi) nadie abandona voluntariamente su casa, su tierra, su familia, su gente, para arriesgar la vida en pos de un futuro incierto. E igualmente, si se produce efecto llamada, si se transmite la idea de que Europa acogerá incondicionalmente a todo el que lo desee, se estará animando a que la gente de allí lo deje todo atrás y venga. De este modo, esos países se vaciarán, perderán sus valores más sólidos (los jóvenes, los más sanos, los más lanzados, los más inteligentes) y serán terreno abonado para señores de la guerra. Y además, sin nadie que se ocupe de ellas, las tierras se quedarán a merced del desierto, que avanzará sin obstáculo hasta enterrar campos y ciudades. Es decir, la emigración masiva es letal para los países de origen.Por último, es casi seguro que las mafias de traficantes de personas se estén frotando las manos. Con el precedente del ‘Aquarius’ y su mediático recibimiento, podrán convencer fácilmente a los desdichados de que se embarquen en frágiles cascarones sin ningún temor, ya que, una vez en alta mar, no hay más que llamar a ciertos números y alguno de los barcos solidarios que patrullan el Mediterráneo los localizará y se hará cargo de ellos. Y serán muchos más los que, por su cuenta y sin contar con nadie, se echen al mar en un flotador con la esperanza de que alguno de esos barcos bienintencionados conteste al móvil y los recoja. La cura de urgencia es necesaria, pero si no se ataca el origen del mal, éste persistirá y seguramente se agravará. Claro que a lo mejor todo se soluciona cambiando nombres de calles, derribando edificios o removiendo huesos…CARLOS DEL RIEGO


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