Vivimos en un punto en el que la actualidad intelectual ha dejado de estar en los libros. Los libros han quedado desfasados, y no me quiero referir a que los libros están anticuados frente a los ebooks.
Hablo acerca de cómo toda la información de nuestros días están recogiéndose en los artículos, e incluso en la compilación de esos artículos a la hora de formalizar un libro, puede darse el hecho de que algunos de esos artículos estén anticuados con nueva información.
Elaborar un libro es algo que lleva tiempo, y hoy día la sociedad avanza muy rápido. La sociedad no te espera, la sociedad necesita algo igual de rápido que ella.
Hoy día la información está en los artículos. Artículos de prensa, de revistas especializadas, incluso artículos de blogs... Es cierto que tenemos una sobrecarga de datos, que todo el día estamos recibiendo información y que esta nos llega por mil sitios distintos.
Y todo es porque no existe un filtro. Todos somos capaces de escribir un artículo. Todos tenemos derecho a escribir un artículo.
Lo que hoy escribimos, puede que mañana no valga. Lo que hoy decimos, mañana puede que quede obsoleto. Lo que hoy leemos, mañana no lo podremos utilizar para un debate.
El lenguaje se encuentra en continuo cambio, nos meten nuevos términos, otros cambian de significado. Y tenemos que decidir si adaptarnos a este influjo de cambios, de nuevas informaciones, o no.
Desde mi posición de filósofa, debo convivir continuamente con antiguos textos y con nuevos artículos. Y las comparaciones a veces son odiosas.