Pues la respuesta es fácil, serías igual de feliz que lo eres ahora. No solo pasa con las cosas buenas materiales, pasa con todas las cosas buenas. Los seres humanos nos acostumbramos a lo bueno, es así de fácil. Si mañana nos tocara la lotería seríamos más felices durante un tiempo, igual que si conseguimos la casa de nuestros sueños, pero pasado unos meses o un año, todo volvería a ser como antes. La adaptación hedonista no tiene nada que ver con si los ricos o los que más tienen esto o aquello son más felices (sobre eso ya sabemos mucho y ya hemos hablado en Corazones Inteligentes alguna vez). Tiene que ver con una realidad, nos acostubramos a lo bueno, con igual facilidad que nos acostumbramos a lo malo. Y tampoco tiene que ver con no tener sueños, con no desear, con no tener expectativas. Tiene que ver con el error de creer que esas cosas que queremos son las que nos van a dar la felicidad. A mi me encantaría que mañana me tocara la lotería a pesar de que no creo que todos los sueños sean caros. Pero estoy seguro que después de una gran explosión de alegría, mi vida y mi felicidad dependerían de mí y no tendría más fácil ser feliz que antes, así lo dicen las investigaciones científicas. Lo que no tiene sentido es poner la esperanza en conseguir todas esas cosas fantásticas que creemos que podremos conseguir con un poco más de suerte o de dinero. La felicidad es un trabajo del aquí y el ahora, la felicidad es algo interior, no podemos esperar a ser felices a cuando tengamos…
Imagen de 401(K) 2012 en Flickr (CC BY-SA 2.0 )