La Soledad elegida puede resultar muy adictiva.
Hace 4 años y medio, después de otros tantos de bastante sufrimiento, hice un cambio de vida drástico. Dejé atrás las noches de fiesta, de afters, de seducciones bañadas en alcohol, de resacas físicas y emocionales, de inconsciencia, de relaciones que me dañaban y de la búsqueda de lo que ni siquiera sabía qué era.
Y empecé un camino (en el que aún sigo) de autoconocimiento, de ‘día’, de encuentro, de conexión con mi Alma, de aprendizaje, de recuerdo de quién soy, de observación, de silencio, de autonomía, de independencia y de poder interior. Un Regreso a Mi. Un Regreso al Amor.
Desde entonces, he descubierto la magia de Vida, la potencia de la Luna, lo que es la espiritualidad, la Luz que nos envuelve, la energía que nos Une, la vibración que emitimos, la bruja que llevo dentro, los animales que me protegen, los dones que me fueron dados y las Alas con las que hacerme Volar.
Ha sido un recorrido muy solitario aunque estuviera acompañada. Ha sido un continuo Soltar. Soltar amistades, soltar trabajos, soltar casas, soltar creencias, soltar mochilas, soltar cargas, soltar perspectivas, soltar miedos, soltar risas y soltar muchas lágrimas que estaban encarceladas.
Pero también he recogido otras tantas cosas que ni siquiera sabía que existían porque mi Corazón estaba muy muy tapado. He recogido Compasión, seguridad, valentía, autoestima, humildad, perdón, libertad, empatia. Y sobretodo, me he re-Cogido a mí, que era lo que más me faltaba…
Y en este proceso, llegó un momento en que me enamoré de la Soledad. Aprendí a dármelo todo yo misma. A viajar sola. A comer sola. Dormir sola. Entretenerme sola. Cantar sola. Bailar sola. Tener orgasmos sola. A reír sola y a llorar sola. Si necesitaba algún consejo, la primera persona que me venía (y me viene) era Yo. Para escucharme, acudía a mis oídos. Para abrazarme, a mi piel. Para guiarme, a mi Alma. Para Sentirme, a mi Ser. Me fui tanto tan aDentro, que de tanto encontrarme me perdí en ‘MI’.
Sé que ha sido necesario esta especie de retiro. Necesitaba sanar muchas heridas, muchas historias, muchos abandonos, muchas culpas. Necesitaba Verme. Estarme. Descubrirme. Silenciarme. Recordarme. Y Amarme. Amarme. Amarme.
Hasta que llegó un momento (que es mi Ahora) que tanta Soledad me empezó a pesar. Hasta que todo ese Amor que me había ‘sembrado’, creció demasiado. No sufría, no era infeliz, pero tampoco me sentía Viva. Y mi propia compañía ya no era suficiente para Él. Me pedía que lo compartiera. Que lo diera. Me salía a chorros por cada poro de mi piel y no tenía a ‘nadie’ a quien ofrecérselo porque CREÍA que si me lo quedaba todo para mí, nada me podría dañar. Sería imbatible. Invencible.
Pero lo que no sabía era que el AMOR implica generosidad, no avaricia. Y que, aparte de uno mismo, necesita del ‘otro’ para poder seguir respirando. Para poder Ser. Para poder Sentir. Para poder AMAR. Y para poder Vivir.
Quise amarme tanto que dejé de amar a los demás. Había un miedo muy bien encubierto. Miedo a desaparecer en el otro. A que todo lo que había conseguido, se evaporara en un suspiro. Miedo a perder mi intimidad. Mi Paz. Miedo al éxito. Miedo a brillar.
El Universo me dio lo que mi inconsciente le pedía y la vida me dejó ‘completamente’ a solas. Para que tocara el fondo de la Soledad y no me quedara más remedio que volver a salir a la Realidad. El proceso ha llegado a su Fin. Todo tiene su tiempo y nada sucede por casualidad. Hay una Razón, que no entiende de razones, que nos lleva a experimentar lo que es mejor para nosotros. Lo que necesitamos para recorrer el camino que nos hemos marcado. Cada uno el suyo.
La experiencia me ha enseñado que es tan importante saber estar con uno mismo como con los demás. Las dos son imprescindibles. Los dos espacios son necesarios. Uno nos conecta con nuestra Esencia, con el Cielo, y el otro con la Vida misma, con la Tierra, con la Humanidad.
No somos sólo Seres. También somos Humanos. Hace 4 años y medio dejé a un lado lo segundo para poder enfocarme en lo primero. Recordé de dónde era pero casi me olvido de dónde estoy.
La Soledad bien llevada… crea un vínculo muy muy fuerte con uno mismo. Esperaba que apareciera ‘alguien’ que lo igualara. Para así abrirme a ese alguien. Pero nadie lo hacía. Y es que nadie podrá hacerlo jamás. Nadie puede hacerme sentir como me siento yo cuando estoy conmigo. La única persona capaz de hacerlo soy yo. Pero lo que sí hay son personas que me sumen. Que me impulsen. Que me potencien. Que me activen. Que me reflejen. Que me fomenten. Que sacudan el polvo de mis creencias. Que me acompañen. Que me amen y que me permitan amarlas. Sabiendo que ninguna de ellas podrá ser Yo, ni yo Ellas, pero que “JUNTAS SOMOS MÁS FUERTES.”
El AMOR no se puede retener. Tiene que fluir. De Dentro hacia Fuera y de Fuera hacia Dentro. Si cortas una parte, lo ahogas. Y a ti, con él.
EQUILIBRIO. SIEMPRE EQUILIBRIO.
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