Tengo "in mente", aunque me falta tiempo, escribir un libro sobre la adolescencia de los Premios Nobel. Mientras, me intereso por aquellas biografías en las que expliquen verazmente cómo fue la juventud de personas que cambiaron el mundo -para bien o para mal. ¿Cómo eran en su niñez? ¿Qué ocurrió durante su adolescencia? ¿Qué hicieron para llegar tan lejos? ¿Eran genios o los demás unos borregos humanos que se dejaron embaucar por el poder de la palabra?
Estoy leyendo el libro "Auge y caída del tercer Reich" de William L. Shirer pero con especial cuidado el capítulo de los primeros años de la vida de Hitler. Se ha escrito y se escribirá mucho sobre Hitler o Franco como ejemplos más cercanos a mi vida. A pesar de ser unos dictadores "algo debían tener" para arrastrar a las masas. Si vieron el vídeo de ayer Steve Jobs, dueño de Apple, no se graduó en la universidad y, en cambio, es un invitado de honor en la elitista Stanford University.
Hitler se hubiera llamado Schicklgruber sin una serie de acontecimientos curiosos y con una familia peculiar. Su padre trabajaba en el servicio de Aduanas y Adolfo Hitler empezó a estudiar en un colegio público a los 6 años en Fichlham. A los 15 años había cambiado siete veces de dirección y asistido a cinco escuelas diferentes porque su padre era un "culo inquieto", a los 11 años su padre estaba empeñado en que fuera funcionario civil y lo envió a la escuela de Linz, con gran esfuerzo económico. Sin embargo, el adolescente de 13 años, se negaba a ser un funcionario y tuvo que enfrentarse a su padre un hombre terco y dominante. Este conflicto mostró su vehemencia y determinación para soportar obstáculos futuros. Dejó de estudiar en el instituto por sus notas bajas -en cambio las de la escuela habían sido buenas- y lo enviaron a un instituto público que no acabó. Su fracaso escolar lo recordó toda la vida rememorando "la estupidez de sus maestros" pero no sabemos la influencia que pudo ejercer la muerte de su padre cuando él tenía 13 años. Su madre, viuda, intentó que estudiara pero Hitler tuvo una enfermedad pulmonar a los 16 años y fue enviado de reposo a un pueblo de unos familiares. Al volver acabó los estudios en el instituto celebrándolo con una borrachera monumental. Nunca más volvió a beber y no fumaba.
De los 16 a los 19 años no "pegó ni sello"; vivió tres años entre Viena y Munich a expensas de su madre con grandes dificultades económicas por ambas partes. Quiso ser artista pero por dos veces seguidas no pudo ingresar en la Academia de Bellas Artes lo que le hundió en el desánimo. Además, su madre murió de un cáncer de mama cuando el tenía 19 años. Sin oficio ni beneficio estuvo durante cuatro años en Viena haciendo de palero quitanieves, maletero, sacudidor de alfombras, peón albañil y al no tener dinero tenía que comer en las cocinas de la caridad de la ciudad hasta que logró ganar unos dineros dibujando y pintando cuadros. Era un auténtico bohemio, sin afeitar, con el pelo largo, ropa sucia y con un sombrero hongo.
Desde los 16 años le interesaba la política hasta tal extremo que, a pesar de su haraganería, iba a las bibliotecas en donde se rodeaba de libros sobre la historia y la mitología alemana. Esta atracción junto con el "no pegar ni sello" le llevó a la política y llegó a tres conclusiones para triunfar en ella: el arte de la propaganda, saber cómo organizar un movimiento de masas y saber el valor de lo que él llamó "el terror espiritual y físico". Todo ello me recuerda a algo que está pasando por nuestros lares. Lo que sí es evidente es que fue un genio de la comunicación, hecho que por fortuna, no logran los políticos de nuestro país.
En la vida de las personas hay momentos clave que marcan un rumbo como cuando nos encontramos en una encrucijada. ¿Qué hubiera ocurrido si lo hubieran admitido en la Academia de Bellas Artes de Viena?