El principal objetivo de todos los seres vivos es pasar sus genes a la siguiente generación. Asimismo, en el caso de especies con reproducción sexual, los individuos intentarán aparearse con otros individuos que tengan los mejores genes para pasar a su descendencia, ya sea porque son complementarios a los suyos, o porque tienen unas características particulares que incrementarán la supervivencia y el éxito reproductor de sus hijos. Esto es lo que se conoce como la hipótesis de los buenos genes.
Pero en aquellas especies en las que es necesario el cuidado parental, o sea, que después del nacimiento los hijos deben ser cuidados por los padres antes de emanciparse, un individuo con buenos genes no tiene porque ser necesariamente un buen padre, sobre todo cuando se trata de individuos jóvenes o inexpertos. En este caso, una buena opción puede ser dejar a los hijos a cargo de una pareja experimentada que tenga más posibilidades de sacarlos adelante, lo que es especialmente importante en los animales en los que se necesita el esfuerzo de los dos padres para alimentar y cuidar a las crías.
En casi 200 especies de aves se ha comprobado que las hembras pueden poner algunos de sus huevos en los nidos de otras parejas de su misma especie, es lo que se conoce como parasitismo de camada o por sus siglas en inglés como CBP (conspecific brood parasitism). Este fenómeno ha intrigado a muchos investigadores, ya que si el éxito del parasitismo depende en gran medida del éxito de los huéspedes, y el parasitismo reduce el éxito de los mismos, poner los huevos en otro nido no parece ser una buena solución. El CBP ofrece por lo tanto una buena oportunidad para estudiar este conflicto de intereses entre parásitos y huéspedes.
Puesta de 5 huevos en el cormorán moñudo
Una de las especies en las que hemos observado este tipo de parasitismo es el Cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis). Esta especie tiene un tamaño de puesta modal de 3 huevos, que son de un tamaño muy pequeño en relación al tamaño de la hembra. Tanto el tamaño de los huevos como el número de huevos por puesta está relacionado con la forma de incubación. Los cormoranes colocan los huevos entre sus patas para incubarlos, por lo que si los huevos fueran mayores o el número de huevos fuera demasiado grande no podrían cubrirlos eficazmente y se reduciría el éxito de la eclosión. De hecho, se ha comprobado que puestas de 4 huevos fracasan significativamente más que las de 3 huevos y en las puestas de 5 o 6 huevos no suele eclosionar ningún pollo.
Estas puestas de más de 3 huevos, que representan aproximadamente el 17% del total de puestas en las Islas Cíes, se han atribuido normalmente a casos de parasitismo, en los que una hembra pone sus huevos en el nido de otra pareja, o poliginia (dos hembras que se aparean con un mismo macho y ponen los huevos en un sólo nido). En el primer caso, es probable que la hembra no confíe en las habilidades de su pareja para sacar adelante a los pollos, bien porque sea un macho joven o porque esté en un nido de baja calidad (por ejemplo, muy expuesto a las inclemencias del tiempo o a los depredadores). Poner algún huevo en otro nido sería una forma de dispersar el riesgo, y nunca mejor dicho, de no poner todos los huevos en la misma cesta.
Huevo de cormorán moñudo en un nido de gaviota patiamarilla
En algunos casos las hembras son expulsadas por los legítimos propietarios del nido cuando intentan parasitarlo y acaban poniendo sus huevos en el suelo, o incluso y como hemos observado en una ocasión en la colonia de As Pantorgas (Asturies), poniéndolo en un nido de Gaviota patiamarilla (Larus michaellis). Es evidente que en ninguna de estas dos situaciones los huevos llegarán a eclosionar y en el caso de que lo hiciera, como en el nido de la gaviota, las probabilidades de sobrevivir serían nulas.
Pollada de ánade real (Anas platyrhynchos)
Este tipo de parasitismo es muy frecuente entre las anátidas, donde se ha confirmado en 76 de las 162 especies descritas de esta familia de aves. Entre los patos y gansos, al contrario que ocurre con los cormoranes moñudos, las hembras son capaces de incubar una gran cantidad de huevos y de mantener una pollada de más de una docena de pollos sin problemas, ya que estos consiguen el alimento por si mismos. Por otra parte, la hembra parasitada puede beneficiarse indirectamente de ese parasitismo ya que al incluir entre sus hijos a varios pollos no relacionados genéticamente con ella, hay más probabilidades de que si un depredador ataca a la pollada capture un patito que no sea suyo, lo que no ocurriría si todos los ellos fueran sus hijos.
¿Qué sentido tiene entonces para los cormoranes dejar a sus hijos en otro nido si las posibilidades de que sobreviva son casi nulas? Algunas teorías afirman que este tipo de parasitismo podría ser un peldaño macroevolutivo hacia unos sistemas de reprodución más diversos, o por el contrario un residuo evolutivo de una situación anterior en la que podría haber resultado beneficioso.
Modelo de decisiones de reproducción. Tomado de Lyon y McEady (2008). Click para ampliar
Según el modelo de Sorenson de 1991 y ampliado por Lyon y McEady en 2008, el nivel óptimo del esfuerzo reproductivo (representado por la línea inclinada) varía con las condiciones ecológicas y fenotípicas (probabilidad de éxito, habilidad parental, costes de reproducción, etc.). El anidamiento requiere una inversión mínima bastante alta (Threshold for nesting), que será mayor que la inversión necesaria sólo para poner huevos (Threshold for egg laying). Si no tienen la posibilidad de parasitar nidos de conespecíficos, las hembras sólo podrán tener dos decisiones: criar o no criar. Si las condiciones son marginales y por lo tanto hay una baja probabilidad de éxito, las hembras deberían realizar un esfuerzo reproductivo muy grande (por encima de la inversión óptima) o muy pequeño (por debajo del óptimo) que el que las condiciones ecológicas podrían garantizar. En este caso, poner los huevos en otro nido requiere una pequeña inversión (egg laying) y por lo tanto permitirá a la hembra ajustar mejor su inversión y aumentar la probabilidad de éxito. Por el contrario, cuando las condiciones son muy buenas y la probabilidad de éxito es muy alta, las hembras podrían incrementar su inversión reproductora y maximizar ese éxito parasitando otros nidos además de poner huevos en su propio nido.
Referencias
Lyon, B. (2000). Family matters: Kin selection and the evolution of conspecific brood parasitism Proceedings of the National Academy of Sciences, 97 (24), 12942-12944 DOI: 10.1073/pnas.97.24.12942