Una de las causas de la afonía, según la wikipedia, es el enfado y la rabia que nos conducen a gritar. También lo es la desesperación que nos impele a hablar desaforadamente con tantos como nos quieran oír, sobre la injusticia que nos ha caído encima.
Hay remedios caseros como el líquido que destilan los calabacines, cebollas y borrajas hervidos, que suelen paliar los desagradables efectos de una voz quebrada, que hace esfuerzos por mostrarse convincente.
Oír a Garzón esforzándose por justificar su decisión de realizar escuchas a los abogados e implicados en el caso de corrupción de la trama Gurtel con seguridad, pero con las cuerdas vocales quebradas, frente a los acusadores de voz inquebrantable y atronadoramente incisiva, me ha reafirmado en mi convicción de que los "sin voz" tienen mi simpatía incondicional.
Al juez Garzón se le está apagando la voz lentamente como una premonición de que se la acabarán extirpando definitivamente para que no vuelva a ejercer la justicia, quizás de por vida.
Si no puede, después de una sentencia en su contra, recuperar su voz firme para preservarnos de los corruptos, dictadores, terroristas y demás gente que nos lleva al mal vivir, muchos nos quedaremos sin habla y si para recuperar la voz ha de utilizar el remedio casero de la cebolla , ya adelanto que acabaremos todos por llorar. Es lo que hay.