Todos los días se celebra el día mundial de algo. Por ejemplo, hace poco fue el del SIDA, que coincide con mi cumpleaños. Otras veces se celebra el día sin algo: sin coches, sin luz, sin tabaco, etc. Además, se celebran onomásticas cada día de año. Así que te puede tocar felicitar a varias personas por su onomástica, a otra por su cumpleaños, manifestarse a favor o en contra de algo, ponerte un lacito de algún color y tal vez, ver el partido de futbol de tu equipo, celebrar el aniversario de algún evento como la boda de tu suegra, ir a alguna ceremonia religiosa con procesión incluida y hasta ir al dentista. Con un poco de suerte, hasta puede ser el día de la semana-mes-año-bienio (subraye usted su caso) que te toque hacer el amor. Agenda bien repleta para actos que nunca nos hemos preguntado si de verdad nos valen para algo (salvo, quizás lo del amor). Curiosa conducta humana, sobre todo, ir al sacamuelas el día que toca ponerse el lacito de algún color (que a lo mejor es el día mundial del dentista sádico).
Confieso a mi gato todo esto se la trae al pairo y no vive nada mal ni le veo preocupado por tan apasionantes celebraciones humanas. A veces me da que pensar…
Por mi parte, noto que faltan en el calendario algunas celebraciones, que se podrían hacer coincidir con otras, al igual que los cumpleaños, santos y aniversarios. A saber: día mundial de la estupidez, ya que ésta mueve al mundo sería bueno hacerle un homenaje; día mundial de las mafias, aplico el mismo razonamiento anterior; día mundial de los políticos corruptos, tal vez solapable con el de la mafia; día de todos agilipollados, con 24 horas de TV a piñón; día de todos contra todos, a celebrar todos los días, y así sucesivamente. Al toque de corneta, como en un cuartel.
Por supuesto, con sus lacitos y pancartas. Y con una buena subvención, tipo ONG en el BOE, sin necesidad de liquidar las cuentas.
¿Se apunta?