Revista Coaching

La alarmante falta de sinceridad en las empresas

Por Uncafelitoalasonce

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El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera. Alexander Pope (1688-1744) Poeta inglés

Mentira

¿Podemos decir la verdad siempre? Debemos

¿Qué pasaría si todos los empleados de una empresa pudieran decir libremente lo que piensan?

Esta es la cuestión que me planteé el otro día hablando con mi mujer. Automáticamente me vino a la cabeza el último de libro de Sam Harris.

Sam Harris es un neurocientífico estadounidense al que conocí por su libro The The End of Faith. Un libro incómodo de leer, que te lleva a plantearte algunos principios de esos que crees firmemente arraigados. Por ejemplo, Sam Harris, defendía la tortura, algo que dicho así, puede parecer una barbaridad, pero que una vez leídos sus argumentos… En fin, que te hace dudar.

Hace poco, ha publicado un ensayo (Lying) que se basa en una premisa interesante: “we can radically simplify our lives and improve society by merely telling the truth in situations where others often lie”.

Así de simple, traduzco, “podemos simplificar radicalmente nuestras vidas y mejorar la sociedad con solo decir la verdad en situaciones donde a menudo, otros mienten“.

Cada vez que lo pienso, más sentido le encuentro y volviendo a la reflexión inicial, ¿cuánto podrían mejorar las empresas si realmente todos pudiéramos decir la verdad de lo que pensamos sobre ellas?

Puf, seguro que muchos de vosotros, ya estaréis pensando “si yo dijera todo lo que pienso, me despedirían de forma inmediata”. Me recuerda a la escena de Jerry McGuire, cuando en un ataque de sinceridad escribe un memorandum sobre su empresa, y acaba dignamente despedido.

Mi impresión, es que la falta de libertad de expresión en las empresas, las está privando de una enorme fuente de conocimiento y capacidad de mejora que se encuentra en la capacidad crítica de sus propios empleados.

Por mi propia experiencia, los empleados suelen tener un interés muy sincero en que las cosas se hagan bien en la empresa. Detectan muy bien, qué cosas no funcionan, qué es mejorable, dónde se pueden ahorrar costes superfluos, etc… Sin embargo, todo este conocimiento operativo, que pasa desapercibido para muchos gestores, se pierde porque no hay canales sinceros de comunicación, y carecemos de lo pide Sam Harris, valor para decir la verdad. Además, el miedo a ser despedido por decir la verdad es muy fuerte.

Los empleados saben y reconocen quien es un buen y mal gestor, compañero, etc… pero no lo pueden señalar sin temor a ser despedidos. Sin embargo, este temor a decir la verdad, a la larga, le puede estar costando a las empresas millones.

Hace poco en mi empresa, se hizo una iniciativa para que los empleados pudiéramos hacer preguntas anónimas a la dirección. Posteriormente, fueron todas leídas y contestadas públicamente. El ejercicio de transparencia me pareció muy positivo, pero se quedó corto. Este tipo de iniciativas, deberían estar incorporadas en la cultura de la empresa. Poner una caja anónima para hacer preguntas a la dirección es una buena iniciativa, pero pone de manifiesto que en la empresa no hay la suficiente confianza para poder decir la verdad día a día en el conjunto de las actividades.

La cuestión es, ¿podemos decir la verdad siempre sobre nuestro trabajo? ¿sobre nuestra vida? La realidad es que sería muy conflictivo hacerlo. Sería inevitable que hubiera denuncias entre compañeros, “tu pasas 2 horas fumando”, “y tu dos horas con el facebook”, “no tienes ni idea de gestionar y estás ahí por pelota”. Supongo que ese tipo de afirmaciones serían inevitables.

Sin embargo, creo que este tipo de afirmaciones, bien dirigidas mediante una comunicación no violenta, puede ser un buen punto de partida, para mejorar sustancialmente el funcionamiento de las empresas.

Un ejemplo propio. Hace años, un superior me preguntó por el trabajo de un compañero, “¿cómo lo ves en este puesto?” Siempre es una situación incómoda hablar del trabajo de otra persona sin que esté delante, pero todos lo hacemos. La realidad, es que yo sabía que su actitud era muy mejorable, se quejaba constantemente, tenía falta de iniciativa, vamos, que podía dar mucho más de sí. En vez de decir esto, le comenté a mi superior que le veía bien. La realidad es que le hice un flaco favor. Para empezar mentí a su jefe, le podría haber dicho, “mira prefiero no juzgar el trabajo de mis compañeros sin que estén ellos presentes”. Eso hubiera sido más sincero. Pero habría esquivado la cuestión. Lo más honrado, y mejor para todos, hubiera sido decir lo que pensaba. De esta forma, hubiera dado la oportunidad a mi jefe y a mi compañero, de tener una conversación sincera sobre esos aspectos mejorables y todos hubiéramos salido ganando. Es más, aun en el caso de que mi testimonio, hubiera podido ser usado para un posible despido, ¿quién me asegura que no le habría hecho un favor al lanzarle a buscar otro camino laboral? Además, siempre podría haber optado por ir de cara, y tras la reunión haber hablado con el y haberle dicho lo que opinaba de el.

¿Cuántas veces nos hemos callado actitudes o situaciones en nuestros trabajos o no hemos dicho la verdad? Luego nos damos cuenta de que cuando la situación se hace insostenible, deberíamos haber actuado mucho antes. Decir lo que uno quiere y piensa, es una habilidad muy complicada de llevar a la práctica. Requiere valor y habilidad. Plantear las cosas que no nos gustan y saber hacerlo de una forma constructiva.

Se trata de no mentir, de decir siempre la verdad, pero de una forma que no ofenda. O que si ofende, que al menos se perciba como algo constructivo, más allá del ataque personal.

Desde luego, esto no es algo que se puede lograr de forma inmediata, pero sí que debería ir formando, poco a poco, de la cultura de las empresas. Mi impresión es que la pérdida de productividad y capacidad de mejora por la falta de sinceridad, es un capital personal y social, que no nos podemos permitir perder.

¿Y vosotros qué pensáis? ¿Alguna vez os habéis arrepentido de no decir la verdad en vuestra empresa? ¿Se puede decir la verdad siempre?


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