Por Juan Carela
Reflexionando como de él azar, caos, aleatoriedad y probabilidad de suceso imprevisible, es observado sobre muchos de los supuestos filosófico-matemáticos cuantitativo que aplican sus métodos a la economía, y a la concepción de gestión de riesgo financiero caen en la incertidumbre y el colapso financiero total.
Descubrimos los errores en los procesos de razonamiento cuando los humanos nos enfrentamos frente a la complejidad, la incertidumbre y la aleatoriedad, nos preguntamos.
“¿Existe la suerte?:¿fuimos engañados por el azar?” siendo su punto de arranque el problema de la inducción ejemplificado los mercados bursátiles.
Gran parte de la matemática estadística, el cálculo de riesgos y las distribuciones de probabilidad están atravesadas por esta manera de pensar: a mayor frecuencia de ocurrencia de un hecho menor sensibilidad frente a lo inesperado. Nos encontramos con una gran repercusión, probabilística imposibles de calcular y efecto sorpresa.
En primer lugar, su incidencia produce un efecto desproporcionadamente grande.
En segundo lugar, tiene una pequeña probabilidad pero imposible de calcular en base a la información disponible antes de ser percibido el hecho.
En tercer lugar, una propiedad nociva del “El azar, el caos” son efecto sorpresa: en un momento dado de la observación no hay ningún elemento convincente que indique que el evento vaya a ser más probable. Desde luego, estas propiedades no son ajenas a las crisis financieras que vivimos actualmente y específicamente en los mercados bursátiles.
Los humanos somos muy buenos a la hora de predecir los sucesos de modo retroactivo.
Pero existe una base genética y filosófica para entender lo mal preparados que estamos los humanos cuando nos enfrentamos a la incertidumbre y la aleatoriedad. Según el azar la evolución no favoreció un tipo de pensamiento complejo y probabilístico, antes al contrario somos muy rápidos en adoptar decisiones instantáneas apoyadas en una mínima cantidad de datos o en teorías superficiales y carentes de solidez.
Necesitamos datos para descubrir la distribución de probabilidad. ¿Cómo sabemos si contamos con los suficientes? Por la distribución de probabilidad. Si en la bolsa prima la racionalidad y no el caos, azar y aleatoriedad porque son unos pocos lo que tienen éxitos.
¿Cómo se sabe que es el caos? Por los datos. Por eso necesitamos que los datos nos digan qué distribución de la probabilidad debemos asumir, y que una distribución de la probabilidad nos diga cuántos datos necesitamos.
En mi experiencia como operador de bolsa considero que los mercados financieros minusvaloran la probabilidad del caos y el azar, pues los métodos generalmente aplicados por los operadores financieros son los propios de raciocinio.
Es ahí donde yo digo que en los gráficos de una acción no podemos descartar el componente azar, aunque se puede obtener ganancias apostando a que tales sucesos extraños tan impactantes de hecho sucederán con mucha mayor frecuencia.
No necesito entender de derivados financieros, de hecho quienes operan con ellos no tienen ni idea, pues todo lo dejan a sofisticadas herramientas informáticas, pero puedo alcanzar a comprender que si la mayoría de operadores trabajan con los mismos métodos y comparten las mismas concepciones de cómo operan los mercados (como es posible el éxito para uno y para otro no), es lógico pensar que si alguien se atreve utilizar otros métodos y concepciones muy distintas (según el paradigma ) es posible que se puedan obtener ganancias importantes (rendimientos escalables) como los que compran opciones “deep out-of-the-money”, que son muy baratas, que ocasionan pocas pérdidas pero muchas veces, aunque pueden proporcionar un retorno espectacular si los mercados se vuelven locos (cosa que al parecer está ocurriendo mucho más a menudo de lo que cabría esperar según el paradigma de cálculo de probabilidad ).
Estos académicos y muchos analistas cuantitativos tranquilizan a los ejecutivos de las empresas, los reguladores y los inversores con una ilusoria sensación de seguridad que no tiene para nada en cuenta la aparición ocasional del azar y el caos que pueden dejar arruinados a más de uno .
Falacia de la regresión estadística” que consiste en creer que la probabilidad de futuros eventos es predecible examinando acontecimientos de eventos pasados está muy arraigada entre los actores económicos, que tampoco entienden que la aleatoriedad estructurada que encontramos en los juegos de azar (teoría de probabilidades clásica) no se parece a la aleatoriedad que encontramos en la vida real
Nunca llegaremos a conocer lo desconocido ya que, por definición, es desconocido.
Sin embargo, siempre podemos imaginar cómo podría afectarnos. Es decir, las probabilidades del azar no es computables, pero sí podemos tener una idea muy clara de sus consecuencias. Esta es una idea-fuerza para la gestión de la incertidumbre: para tomar una decisión tenemos que centrarnos en las consecuencias (que podemos conocer) más que en la probabilidad. Estar preparado ante la aparición del caos es más importante que dedicarle tiempo y esfuerzo a calcular la probabilidad de su ocurrencia.
Operadores de bolsa como el propio JOHN PAULSON que en la crisis de hipoteca subprime obtuvo el éxito más grande en la historia de la bolsa, ya este años acaba de perder un 47% de su fondo de inversión, si cuantificamos las pérdidas fueron más enorme que las ganancias porque mas inversionista confiaban en el por su éxito pasado, ante situaciones donde la aleatoriedad y la incertidumbre ponen a prueba estrategias y concepciones periclitadas para un mundo imprevisible.
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